Razones para ser optimista
Por salud, por estabilidad emocional y por el bienestar de nuestras familias y amigos, el optimismo es una actitud de vida que nos ayuda a llevar una vida plena.
Estamos haciendo algunas cosas bien. Hace apenas 150 años la esperanza de vida de los seres humanos era de 35 años. Para mediados del siglo pasado llegó a 45 y en 2010 se llegó a un promedio de 68 años. Además de los avances de la ciencia para alargar nuestra longevidad, está una actitud de vida más optimista.
Esta actitud ha sido tan estudiada que incluso existe una rama de la psicología llamada ‘La predisposición al optimismo’ que busca entender cómo opera este proceso en nuestro cerebro. También se habla de una psicología positiva que contraría a las tendencias de la psicología tradicional, que estudia los trastornos negativos y depresivos del comportamiento, esta busca comprender los mecanismos de una actitud positiva.
Uno de los máximos representantes en este campo es Martin Seligman, autor de numerosos libros al respecto como el “Optimismo Aprendido: cómo cambiar tu mente y tu vida”. Curiosamente Seligman habla de un optimismo realista y no de una creencia ingenua y permanente que también puede ser nociva. Lo más interesante, tal vez, de los postulados de Seligman es que el optimismo se puede aprender.
Según esta tendencia los pesimistas tienden a creer que los malos acontecimientos va a durar mucho tiempo y son por su culpa. Los optimistas, en cambio, aunque enfrentan los mismos golpes, piensan que la falla fue un revés temporal y la derrota no fue totalmente culpa suya. Por ello y más, en estos tiempos en que se fomenta el individualismo y competitividad, es importante entrenar a los niños para ser optimistas.
Si los niños tienden a ser pesimistas y dudar de sus habilidades, se acostumbrarán a no tomar riesgos y por ello difícilmente mostrarán todo su potencial. También es importante recordar que aunque el optimismo tiene que ver con la alegría y el buen humor no son la misma cosa.
Así para inculcar el optimismo en niños son recomendables algunas pautas como:
Hacerle sentir orgulloso cuando haga las cosas bien, felicitarlo y recompensarlo por un buen trabajo.
* De igual forma cuando falle es importante que sepa enfrentar los problemas y no se acostumbre en esquemas mentales como “no puedo”, “es muy difícil”, etc.
* Algo esencial unido a este último punto es que los padres sean conscientes de las cosas que pueden pedir según la capacidad del menor para no frustrarlos.
* Ser un buen ejemplo. Analice su comportamiento y si es necesario empiece a cambiar para generar una mejor aptitud en su familia.
* Resalte las cualidades de los niños, pero cuando esté en crisis dele un espacio para que pueda procesar sus emociones.
* No le ponga tanta atención cuando esté pesimista, para que no se acostumbre, y en cambio este siempre “conectado” cuando muestra una actitud positiva.