Un estudio histórico del ADN de las ovejas muestra cómo ha cambiado durante los últimos 11.000 años para adaptarse a la domesticación, según publica este martes la revista PLoS Biology. Dirigido por el doctor James Kijas de la agencia nacional de ciencia de Australia, el estudio rastreó la relación entre cerca de 3.000 ovejas mediante la comparación de 50.000 fragmentos de ADN en todo el genoma para analizar las consecuencias genéticas de la domesticación y la división de las ovejas en cientos de razas. El estudio, el más extenso realizado hasta ahora, muestra cómo humanos han moldeado a las ovejas para adaptarse a diversos ambientes y aumentar la producción especializada de carne, lana y leche. Así, por ejemplo, identificó regiones específicas del genoma de la oveja que parecen haber cambiado rápidamente en respuesta a la selección de genes que controlan rasgos como el color del pelaje, el tamaño corporal, la reproducción y, sobre todo, la falta de cuernos, uno de los primeros objetivos de la cría selectiva. Además, no sólo detalla la domesticación de las ovejas y los patrones de migración de esta especie en todo el mundo, sino que también aporta información sobre los movimientos de grupos de humanos a lo largo de la historia, apuntan los autores. "Nuestro detallado mapa genético nos indica que las razas ovinas se han formado en un ambiente cambiante que las hace diferentes de otras especies de animales domésticos", señaló Kijas. Según explicó, "el apareamiento frecuente y el intercambio de genes entre animales de diferentes razas ha asegurado que las razas ovinas más modernas hayan mantenido altos niveles de diversidad genética, en contraste con algunas razas de perros y las reses, que generalmente tienen niveles más altos de consanguinidad". Este alto nivel de diversidad genética implica que los criadores de ovejas pueden mejorar determinadas características de producción "que podrían jugar un papel importante en la alimentación del creciente número de habitantes en el mundo, con una demanda creciente de proteínas de origen animal", apuntó. La tecnología que han utilizado los investigadores puede ayudar a detectar las variantes genéticas que causan enfermedades y podría ayudar a los productores a "intensificar o eliminar ciertos rasgos a través de prácticas de reproducción específicas", apuntó. La toma de muestras de ADN en las que se basa la investigación, abarca 74 razas ovinas de todo el mundo.