Regiones

Providencia, del olvido a la reconstrucción

Las islas no han vuelto a ser las mismas desde el 16 de noviembre de 2020.

La devastación dejó tras de sí miles de toneladas de escombros, se han sacado 24.000 de ellas y aún hay acopios llenos de material inservible.. Foto: Augusto Puello/El Caribe Respira

La furia de la naturaleza encarnada en el huracán Iota borró de un tajo la alegría en este paradisíaco lugar.

Pero poco a poco han ido recobrando el sentido de vivir, en medio de la incertidumbre y la angustia por una reconstrucción que se ha demorado más de lo prometido y de la amenaza latente de otro golpe: el avance del inatajable del cambio climático.

Fueron 1.787 viviendas censadas por el Gobierno Nacional las que sufrieron afectaciones, un gran porcentaje de ellas destruidas por completo.

La devastación dejó tras de sí miles de toneladas de escombros, se han sacado 24.000 de ellas y aún hay acopios llenos de material inservible.

La diosa fortuna aún no se pasea por las calles de Providencia, porque, aunque hay esfuerzos y avances que destacar, lo difícil que es llegar a esta isla y desembarcar material ha desfavorecido en parte la celeridad en la reconstrucción.


foto: Augusto Puello/El Caribe Respira

De acuerdo a las cifras que maneja el Gobierno Nacional, a corte del 20 de septiembre se habían entregado 748 viviendas, ya habitadas por isleños. 32 más ya tienen totalmente instalada la cubierta. Las viviendas se construyen según Findeter y la Armada Nacional en menos de 35 días. También, los materiales y la estructura en acero galvanizado, hacen estas casas más resistentes a los fuertes vientos.

Por ahora, en Providencia no hay ingresos significativos por el turismo. Los únicos turistas son los propios contratistas que están llevando a cabo la reconstrucción de las viviendas. Son cerca de 750 hombres trabajando, que se alojan en las pocas posadas que hay en pie, y mueven la economía de la isla en restaurantes y entretenimiento en los escasos momentos disponibles para el ocio.


foto: Augusto Puello/El Caribe Respira

Alson Dawkins perdió a un amigo en el desplome de la iglesia Bautista en Casabaja la mañana del huracán. Vivió en una carpa que se inundaba cada que caía una que otra gota del cielo. Su dura experiencia contrasta con la esperanza con la que se refiere al proceso de reconstrucción de su isla.

"Hace como 3 o 4 meses todo empezó a mejorar, los cambios se ven, la gente se mueve más, porque al inicio estaba muy lento. Al principio iba todo lento, pero agradezco a Dios que en 5 semanas terminaron mi casa", cuenta.

foto: Augusto Puello/El Caribe Respira

La otra cara la vive Martha Robinson. Esta mujer de 66 años, con diabetes y dos menores de edad a cargo aún vive bajo una carpa, sintiendo todo el rigor del calor y la lluvia.

"No sé cómo ha sido ese proceso de priorización que supuestamente hicieron, yo debí ser, por mi condición, de las primeras personas con casa y aún no pasa nada. Sigo esperando pacientemente. Hace unos días llegaron unos señores y pilotearon en donde quedaba mi casa, se fueron y no aparecieron más, esto es triste, pero trato de ser fuerte por mis nietos", dice.

El empuje que necesita la reconstrucción de la isla, después de años de olvido estatal, pasa también por la reconstrucción del muelle, lo poco que quedó del anterior solo puede ser usado por una embarcación a la vez, dificultando el desembarco de materiales e incluso víveres, que llegan en embarcaciones que pueden esperar hasta 3 o 4 días antes de poder descargar.


foto: Augusto Puello/El Caribe Respira