Los argumentos de los indígenas que derribaron la estatua de Sebastián de Belalcázar
Se trata de integrantes del pueblo Misak, que terminaban una protesta en la ciudad de Popayán, y se desplazaron al Morro de Tulcán para tumbar el monumento.
La movilización que indígenas Misak realizaron en las últimas horas para rechazar los hechos violentos que se vienen registrando en Cauca, terminó con un hecho que, según analistas, es histórico: derribaron la estatua de Sebastián de Belalcázar.
Le puede interesar: Con una marcha, indígenas rechazaron hechos violentos en Cauca
Las comunidades del movimiento Autoridades Indígenas del Suroccidente Colombiano, Aiso, habían recorrido la vía Panamericana, y al terminar, se trasladaron al Morro de Tulcán, amarraron el monumento, y lo tumbaron, con presencia de la Policía.
Luego de la acción, que se convirtió en tendencia en el País, líderes indígenas difundieron un comunicado en el que justifican el hecho, como un juicio de los descendientes de Los Pubences a Sebastián Moyano y Cabrera, “Sebastián de Belalcázar”.
Para los manifestantes, se trataba de una deuda histórica por todas las acciones que, según ellos, ejecutó Belalcázar contra sus pueblos: genocidio, despojo, acaparamiento de tierras, desaparición física, tortura, esclavitud y asesinatos de líderes.
“Los hechos fueron probados con lo descrito en las crónicas, relatos historiográficos, reconstrucciones, expedientes de archivo muerto y archivo clasificado del Archivo Central del Cauca, Archivo General de la Nación (…).
Los indígenas afirmaron que después de 485 años, reclamaron justicia por la memoria de la resistencia y sus dirigentes que combatieron en las guerras sanguinarias.
Las comunidades Misak declararon que el Morro de Tulcán será a partir de ahora un sitio sagrado de su pueblo, como herederos de la Gran Confederación Pubenence.
Restauración
Luego del hecho que generó diferentes reacciones en Colombia, el alcalde de Popayán, Juan Carlos López Castrillón, se desplazó al sitio, desde donde rechazó las acciones y anunció que, en las próximas horas, la imagen será restaurada.
Asimismo, hizo un llamado a la ciudadanía para que proteste respetando los símbolos que existen en la capital del Cauca.
La decisión de derribar el monumento fue sorpresiva, y de acuerdo a académicos, en pocos días estará de nuevo en su lugar, pero el “baño de dignidad” que se dieron los Misak, será recordado en la historia.
Alcaldesa de Silvia
La alcaldesa del municipio de Silvia, Mercedes Tunubalá, integrante de las comunidades Misak, respaldó la protesta y aseguró que el acto se produce en medio de una convulsión social en el País, por las masacres y amenazas.
Además, le hizo un llamado al alcalde de Popayán, Juan Carlos López, a las organizaciones sociales, empresariales, populares y sectores académicos, a realizar una amplia discusión sobre la importancia de crear y ubicar el monumento que merecen los ancestros de los pueblos indígenas del Cauca, “que reivindiquen su memoria y luchas como parte del reconocimiento de la otra parte de nuestra historia”.
El pueblo Misak
Las comunidades Misak habitan especialmente en el Resguardo de Guambía, en el municipio de Silvia, aunque con el paso del tiempo, han constituido resguardos en otras poblaciones e incluso otros departamentos.
Lea además: Cuatro internos escaparon de una Estación de Policía en Cauca
El acto realizado este 16 de septiembre generó opiniones divididas. Por una parte, aquellos que pidieron judicializar a los responsables de las acciones vandálicas por irrespetar un símbolo de la historia, y por otro, quienes justifican la actividad como una deuda histórica por las acciones violentas de las que fueron objeto las comunidades.
El monumento fue instalado en dicho cerro en 1937.