Fauna silvestre y especies exóticas eran vendidas por WhatsApp: Fiscalía
La Fiscalía y la Policía logró ingresar a dos grupos cerrados de mensajería instantánea, en los que sólo se permitía la entrada de personas referidas.
‘Faunatic’ y ‘exotic Colombia’, como se hacían llamar estos chats, estaban conformados por máximo 12 integrantes. Todos eran traficantes de fauna que, con seudónimos, vendían tigrillos, ocelotes, venados, búhos, serpientes, tortugas, guacamayas, micos, babillas y múltiples especies de la biodiversidad nacional, la gran mayoría en peligro de extinción. Asimismo, se comprometían a conseguir lagartos y otros tipos de reptiles exóticos.
Los interesados debían pagar un abono por transacción virtual y los animales les llegaban por encomienda, en buses de servicio público. En el curso del proceso, se acreditaron 14 ventas y entregas efectivas en Bogotá y Soledad (Atlántico). En estos casos, los animales fueron rescatados y puestos a disposición de las autoridades ambientales.
El abundante material de prueba, entre conversaciones y videos, permitieron identificar y capturar a cuatro de los presuntos traficantes de fauna. Las diligencias se cumplieron de manera simultánea en Bogotá y Cartagena.
Una fiscal de la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos les imputó los delitos de: Ilícito aprovechamiento de los recursos naturales y daño a los recursos naturales.
Tres de los procesados aceptaron los cargos. Los detenidos son:
· Rafael Cruz Romero, conocido como ‘Ojitos’ o ‘Emmanuel’.
· Sebastián Bastos Peñaranda, ‘Sebas’ o ‘Andrés’.
· Alfonso Mauricio Triana, ‘Miguel’.
· Jeisson Humberto Triana, ‘Ángela’.
La investigación permitió conocer que algunos de los traficantes contactaban redes de cazadores, que se encargaban de extraer especies jóvenes de la depresión momposina, entre los departamentos de Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena y Sucre, y de otras zonas de la Costa Atlántica.
Luego de ser ofrecida la fauna en los grupos de WhatsApp, los animales eran preparados. Por ejemplo, a las aves les cortaban las alas y a los mamíferos los amordazaban y amarraban.
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Posteriormente, eran camuflados en cajas a las que les abrían huecos para permitir la respiración de las especies y, con la aparente connivencia de algunos transportadores, los enviaban entre buses de servicio público. La mayoría de las entregas se hacía en Barranquilla y Soledad Atlántico), Bogotá, Cali, Medellín y Cartagena.
Los elementos de prueba dan cuenta de que, en los grupos de WhatsApp, una babilla costaba $100.000, una guacamaya $700.000, un mono tití $900.000 y los tigrillos y otros mamíferos casi $1’300.000. Estos valores son irrisorios frente al enorme daño que ocasiona el tráfico de fauna.
Las autoridades ambientales y ONG ambientalistas que acompañaron la investigación señalan que las especies cazadas, por la corta edad, no podrán retornar a su hábitat. Además, por las modificaciones físicas a las que fueron sometidas muchas quedan lisiadas de por vida. A esto se suma que el gran porcentaje de animales comercializados está en riesgo de extinción.