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¿Qué es el Tiar?, otro paso en la estrategia contra Nicolás Maduro

Lea el análisis con los recientes movimientos contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.

¿Qué es el Tiar?, otro paso en la estrategia contra Nicolás Maduro. Foto: Getty Images

En el marco del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), doce países de la región aprobaron el pasado 11 de septiembre, por iniciativa del Estado colombiano, la convocatoria del Órgano de Consulta del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar).

Lo que buscan es activar el Tiar porque, según el documento suscrito por los países que aprobaron la convocatoria, “la crisis en Venezuela tiene un efecto desestabilizador, representando una clara amenaza a la paz y a la seguridad” de la región.

La pregunta que todos se hacen es si la activación podría abrir la puerta a una intervención militar que lleve a la salida del presidente Nicolás Maduro, sin embargo hay otros aspectos de análisis importantes.

¿Qué es el Tiar y cómo funciona?

El Tiar es un tratado firmado en 1947, después de la Segunda Guerra Mundial, que pretende que haya un compromiso de defensa mutua entre los países de América.

El Consejo Permanente de la OEA es el mecanismo donde se determina si existen las condiciones para convocar al Órgano de Consulta de los integrantes del tratado.

Según el Artículo 2 del tratado, “el órgano se reunirá sin demora” con el fin de examinar las medidas que puedan adoptarse colectivamente para solucionar la situación que dio origen a las consultas. Estás medidas deberán ser aprobadas por dos tercios de los Estados miembro del tratado.

El uso de la fuerza podría ser una medida, pero…

El Artículo 8 del Tiar contempla el uso de la fuerza armada si así lo acuerda el Órgano de Consulta dentro de sus medidas, sin embargo la deja como última opción después de otro tipo de acciones.

El retiro de los jefes de misión, la ruptura de las relaciones diplomáticas, la ruptura de las relaciones consulares, la interrupción parcial o total de las relaciones económicas o de las comunicaciones, son medidas consideradas previamente en el tratado.

En cuanto al uso de la fuerza armada, el Artículo 20 hace unas precisiones importantes:

“Las decisiones que exijan la aplicación de las medidas mencionadas en el Artículo 8, serán obligatorias para todos los Estados signatarios del presente Tratado que lo hayan ratificado, con la sola excepción de que ningún Estado estará obligado a emplear la fuerza sin su consentimiento”.

¿Cómo encaja el Tiar en la estrategia contra Nicolás Maduro?

La iniciativa de convocar el Tiar es liderada por Colombia, que argumenta, según palabras de su canciller Carlos Holmes Trujillo, “el peligro que el régimen de Nicolás Maduro representa para Venezuela y para la región” debido a la protección que supuestamente está ofreciendo a grupos armados ilegales colombianos.

Sin embargo, la idea de activar el el tratado no es de esta semana ni de este mes.

El Tiar fue firmado en 1947, luego de la Segunda Guerra Mundial, y Venezuela, que fue uno de sus países fundadores, se retiró en 2013 durante la presidencia de Hugo Chávez.

Es más, Venezuela también empezó trámites para retirarse de la OEA en 2017 y en abril de 2019 se habría dado su salida formal, aunque existe un enredo de legitimidades desde que Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino del país en febrero de 2019 y luego empezó a nombrar representantes diplomáticos en diferentes países y organizaciones, incluida la OEA.

Este enredo hace que en la práctica Venezuela tenga dos institucionalidades: la que reconocen los poco más de 50 países que apoyan a Guaidó y la legítima para el resto del mundo, que continúa reconociendo al gobierno de Nicolás Maduro.

Según la politóloga de la Universidad Nacional de Colombia, Andrea Acuña, el encuentro del miércoles es “de alto contenido político” y tiene dos aspectos importantes a ser analizados:

Primero, “la aceptación de la ratificación por parte de Venezuela a nombre de Juan Guaidó es una muestra clara de la búsqueda de su legitimación como representante del país por parte de los miembros del Tiar”.

Y segundo, “el choque con la denuncia del tratado por parte de Venezuela en 2013, donde el gobierno de Hugo Chávez lo consideró ilegítimo por haber sido el marco regulatorio de intervenciones realizadas en países latinoamericanos objetos de golpes de Estado, como el caso de Chile en 1973, según se cita en el documento de la denuncia”.

Entonces la institucionalidad de Maduro está por fuera del Tiar, mientras que la institucionalidad creada por Guaidó ratificó el mismo tratado. Y lo mismo pasa en la Organización de Estados Americanos: mientras la institucionalidad de Maduro se retiraba de este organismo regional, la de Guaidó nombraba a Gustavo Tarre en abril como “embajador” ante la OEA.

Esta maniobra política y la reincorporación de Venezuela al Tiar en julio de 2019 pudieron darse por el reconocimiento a Guaidó por parte de algunos países, y por la aprobación de la Asamblea Nacional controlada por al oposición (que existe en paralelo a la Asamblea Nacional Constituyente controlada por el chavismo).

Claro está que para quienes reconocen a Maduro, Venezuela no está en la OEA ni en el Tiar, pero quiénes reconocen a Guaidó actuarán como si realmente fuera el presidente.

El quid de esta estrategia para sacar a Maduro del poder es deslegitimarlo para empezar a construir una institucionalidad paralela que les dé nuevas herramientas de acción contra él, y acudir al Tiar a través de la OEA es una de ellas.

¿Qué cambiaría si Venezuela no fuera parte del Tiar?

Según explica Acuña, “si Venezuela no fuera parte del Tiar, no estaría obligada a reconocer las acciones llevadas en el marco del tratado por parte de los Estados miembros, además estos países no tendrían un marco regulatorio jurídico legal para emprender acciones de intervención en el Estado venezolano, ya que no sería sujeto de derechos u obligaciones de un tratado al cual no pertenece”.

Entonces, continúa Acuña, “ante un posible ataque por parte de los Estados miembros del Tiar, Venezuela podría legítimamente acusar a estos países de violar su soberanía a través de la amenaza y uso de la fuerza, y conforme al Derecho Internacional y los tratados de los que hace parte, realizar denuncias ante instancias internacionales como la Corte Penal Internacional o el órgano judicial de las Naciones Unidas, la Corte Internacional de Justicia.