Donald Trump se aleja de Siria, y de sus aliados republicanos
El abrupto cambio en la política hacia Siria profundizó este lunes el aislamiento del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La autoproclamada "inigualable sabiduría" de Trump pareció insuficiente para controlar un nuevo revuelo en Washington, que comenzó el domingo por la noche cuando la Casa Blanca anunció en un comunicado el retiro de tropas de posiciones clave a lo largo de la frontera norte de Siria.
El anuncio, emitido poco después de una conversación telefónica entre Trump y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fue interpretado como un abandono a las milicias kurdas de esa región -aliados de Washington en la larga batalla contra el Estado Islámico (EI)-, y una luz verde para que Ankara ponga en marcha una operación transfronteriza contra ellos, a quienes considera terroristas.
En una serie de mensajes publicados en Twitter, Trump defendió el lunes la decisión como parte de su viejo anhelo de poner fin al despliegue de militares estadounidenses en conflictos de Medio Oriente, a los que calificó de "ridículas Guerras Sin Fin".
"Turquía, Europa, Siria, Irán, Irak, Rusia y los kurdos tendrán ahora que resolver la situación (por ellos mismos)", escribió Trump. "Nosotros estamos a 7000 millas".
El súbito cambio de postura despertó un inusual consenso bipartidario en Washington, incluyendo a cercanos aliados republicanos de Trump, que reaccionaron con alarma e indignación.
Senadores clave dan la espalda
Con un proceso de destitución en su contra, la supervivencia política de Trump depende de la mayoría republicana en el Senado.
En ese contexto, resaltaron las reacciones de dos de los principales aliados republicanos de Trump en el Congreso, Lindsey Graham y Mitch McConnell.
Graham, presidente del poderoso Comité Judicial del Senado y uno de los partidarios más francos de Trump en el Capitolio, describió la medida como un "desastre en ciernes" que "garantiza el resurgimiento" del EI y dijo que sería una "mancha en el honor de Estados Unidos por abandonar a los kurdos".
Si este plan "sigue adelante se presentará una resolución del Senado oponiéndose y solicitando la revocación de esta decisión. Espero que reciba un fuerte apoyo bipartidista", tuiteó el congresista.
McConnell, líder de la mayoría del Senado, calificó por su parte en un comunicado la retirada como "precipitada", alegando que este movimiento resultará beneficioso para Rusia, Irán y el régimen de Bashar al Asad.
Incluso la exembajadora de Trump en la ONU, Nikki Haley, se sumó a las críticas, apuntando sobre todo a las consecuencias sobre los aliados kurdos. "Dejarlos morir es un grave error", dijo.
La Casa Blanca reaccionó en la mitad de la jornada al descontento generalizado.
En un tuit, Trump amenazó a Ankara con "destruir" su economía si hace algo que "sobrepase los límites". "Si Turquía hace algo que yo, con mi gran e inigualable sabiduría, considere que sobrepasa los límites, voy a destruir y arrasar completamente la economía de Turquía", escribió.
También el Pentágono y el Departamento de Estado hicieron sus propios esfuerzos por calmar las aguas.
A través de un comunicado, el Departamento de Defensa dijo que Estados Unidos no apoya una eventual invasión militar turca en el norte de Siria, y advirtió que un ataque así podría desestabilizar la región.
Un alto funcionario del Departamento de Estado, por su parte, declaró que las tropas que se han retirado del norte de Siria representan un "número muy pequeño".
Esta controversia se suma a una seguidilla caótica de decisiones sobre política exterior que han incomodado al establishment en Washington y a sus aliados extranjeros.
Desde el anuncio, luego cancelado, de una reunión con líderes talibanes hasta sus contradictorias posturas hacia Irán, Trump tiene al mundo acostumbrado a este tipo de comportamiento errático.
Una fibra sensible
Pero el problema en Siria ha toca una fibra especialmente sensible.
En Washington prevalece la preocupación de que esta retirada sea vista como un triunfo por Irán y Rusia pero también por Turquía, un aliado estadounidense que resulta cada vez más problemático.
Los aliados europeos de Estados Unidos también se están preparando para el peor escenario. Maja Kocijancic, portavoz de la Unión Europea, advirtió de un posible flujo "masivo" de refugiados.
Trump, sin embargo, apuesta a lo que él considera importante: adherir a la ideología que lo llevó hasta la Casa Blanca y que se resume como "Estados Unidos primero", con la que ha intentado romper con una creencia bien arraigada en Washington de que Estados Unidos precisa ser el líder del mundo.
Para el ex enviado estadounidense para la coalición internacional contra el EI Brett McGurk, "Trump no es un comandante en jefe". "Toma decisiones impulsivas sin conocimiento ni deliberación".
"Fanfarronea y después deja a nuestros aliados expuestos cuando nuestros adversarios lo dejan en evidencia o después de enfrentar una dura llamada telefónica".