Confirmado el primer caso de coronavirus en el Vaticano
El Estado más pequeño del mundo confirmó una persona que asistió a un coloquio y pasó por su centro médico, siendo así el primer caso de este virus en La Ciudad del Vaticano.
La Ciudad del Vaticano, el Estado más pequeño del mundo, anunció este viernes, 06 de marzo, un primer caso del nuevo coronavirus, una persona que asistió a un coloquio y que pasó por su centro médico.
Las consultas en este centro fueron suspendidas provisionalmente "para desinfectar los locales tras el hallazgo ayer, jueves, de un caso positivo de COVID-19 en un paciente", dijo el Vaticano en un comunicado, en el que precisa que permanece abierta una pequeña unidad de primeros auxilios.
La Academia Pontifical para la Vida indicó que la persona que dio positivo había participado en un coloquio internacional sobre inteligencia artificial organizado en el Vaticano del 26 al 28 de febrero.
La Academia informó a todos los participantes en el foro, por precaución. En la lista están el presidente de Microsoft, Brad Smith, el vicepresidente de IBM, John Kelly, o el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli.
El papa Francisco no intervino en el coloquio precisamente porque estaba a resguardo, afectado por una gripe.
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, explicó a la AFP que "todos los pacientes que pasaron por el centro médico" estaban siendo advertidos, sin dar más indicaciones sobre el estado de salud del paciente que dio positivo.
Temor entre los fieles
El viernes, algunas oficinas de la Secretaría de Estado del Vaticano, el gobierno central, también fueron "cerradas por precaución", precisó otra fuente. Tras su desinfección, estas oficinas volvieron a abrir.
La Ciudad del Vaticano está prácticamente encerrada entre muros altos, con la célebre Plaza de San Pedro abierta a la ciudad, y tiene solo 44 hectáreas.
Este insólito Estado cuenta con 450 habitantes, entre ellos un centenar de guardias suizos que viven en un cuartel.
Miles de turistas y empleados que viven en Roma cruzan a diario los puntos de entrada, estrechamente vigilados por los guardias suizos.
"Tengo miedo porque es algo nuevo, hay muchos casos, muchos muertos" declaró sor Lucilia, una monja brasileña de 41 años que había acudido a la plaza de San Pedro antes de volver a su país.
En cambio, Sara Riveiro, turista de Barcelona de 27 años, no se mostraba preocupada: "no tengo miedo, el índice de mortalidad es muy bajo, soy joven y tengo buena salud".
El centro médico, cercano a la Puerta de Santa Ana, principal acceso, está frecuentado por empleados que trabajan en los numerosos servicios y ministerios extraterritoriales, y en los museos del Vaticano que cada año visitan millones de turistas.
Los últimos días, con la epidemia del coronavirus, la Basílica de San Pedro y los museos registraron una baja afluencia, al igual que en el resto de Italia, que vive una catarata de anulaciones de turistas.
Para remontarse a las personas que hayan podido ser infectadas, el Vaticano "seguirá los protocolos sanitarios en vigor", precisó Matteo Bruni. En territorio italiano, las autoridades médicas proceden a pruebas por círculos concéntricos en torno a cada persona que presenta síntomas del COVID-19.
Medias sobre la actividad del papa
De las 32.362 pruebas realizadas en la península desde hace dos semanas, 4.636 han dado positivo y 197 personas han muerto por el coronavirus, lo que convierte a Italia en el segundo país con más número de muertos después de China y el cuarto en términos de infectados.
El papa lleva una semana sin salir de Santa Marta, su lugar de residencia, a unos pasos de San Pedro.
El Vaticano anunció el jueves que está estudiando nuevas medidas de prevención, sobre todo en lo que respecta a sus actividades, para evitar el contagio del nuevo coronavirus.
Estas medidas podrían afectar ya partir del domingo al Ángelus, que el papa oficia habitualmente desde una ventana del Palacio Apostólico que da a la Plaza de San Pedro, donde se congrega la masa.
El Vaticano tampoco ha anunciado si mantendrá al pontífice de 83 años, que adora el contacto con los feligreses, alejado de la muchedumbre que se congrega en la audiencia general de los miércoles.
Italia decidió el miércoles el cierre de todos los centros educativos y recomendó que se eviten las aglomeraciones y la distancia de las personas.