Brexit, el divorcio más tormentoso que ha sufrido Europa
En junio de 2016, Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea, sin saber muy bien que le esperaba años de largas negociaciones e incertidumbres para poder lograrlo.
El 23 de junio de 2016, los ciudadanos del Reino Unido decidieron abandonar de una vez y para siempre a la Unión Europea, el bloque al cual pertenecía desde hace más de 40 años.
Este día no solo se inició un largo y tormentoso proceso de divorcio para los líderes europeos y británicos, también generó dudas ante el “proyecto europeo” y los riesgos cada vez más latentes sobre la disolución del bloque por parte de los partidos populistas de derecha que adquirieron más fuerza en el continente.
Aquel viernes 24 de junio, un día después de que se celebrara el esperado referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, los ciudadanos se llevaron una sorpresa que contradecía la mayoría de las encuestas que estimaban que el ganador sería el “remain” (permanecer), derrotando al “leave” (abandonar).
Tras una reñida votación que le dio al “leave” un 51% de los votos frente un 48% del “remain”, los ojos del mundo se posaron sobre Reino Unido, que desde ese momento daría inicio a un proceso lleno de incertidumbres y dudas, empezando con la renuncia de su entonces primer ministro, David Cameron, quien aseguró que el “pueblo británico ha votado a favor de salir de la Unión Europea y su deseo ha de ser respetado”, sin embargo siendo partidario de la permanencia, opinaba “que el país necesita un liderazgo renovado que lo lleve en esa dirección”.
Después de la dimisión de Cameron, la exministra del Interior, Theresa May, asumió las riendas del Partido Conservador y así, ocupar el puesto de primera ministra. Fue ella quien abordó los principales desafíos de negociación con la Unión Europea e intentó dar solución a las grandes trabas del brexit: el mercado único europeo, el tema de Irlanda del Norte, Gibraltar y Escocia, por no mencionar su lucha para obtener el apoyo al acuerdo de retiro incluso de parte de los miembros de su propio partido.
El mecanismo para abandonar el bloque está contemplado dentro del Artículo 50 del tratado de Lisboa, por medio del cual un país miembro expresa su intención de abandonar la Unión Europea. Este fue un evento sin precedentes, pues el único país que había realizado algo similar fue Groenlandia, quien abandonó en 1985 la Comunidad Económica Europea, antecesora de la Unión Europea.
Esta no era la primera vez que Reino Unido intentaba abandonar el bloque. En 1975, cuando se encontraba adscrito a la Comunidad Económica Europea, celebró un referéndum similar, pero en su momento, un 67% de los votantes defendieron la permanencia.
Según Roger Senserrich, politólogo y máster de la Universidad Autónoma de Madrid, miembro del grupo de investigación español Politikon, el principal error de Cameron fue haber creído que el resultado en este último referéndum sería similar al de 1975. El ex líder británico buscaba “darle un caramelo a los de su partido, a los antieuropeístas para que se callaran, pensando que lo tenía ganado y de esta manera se podría sacar el ala antieuropea de encima de una vez por todas”.
Los desafíos de May en el brexit
Senserrich en declaraciones para la Agencia Anadolu, explicó que el mayor problema al que se enfrentó May durante su mandato como primera ministra fue que “tenía que construir un avión mientras estaba volando”.
“El principal problema es que la campaña del brexit no tenía un plan. Porque los mismos promotores de la campaña no creían que fuera a suceder, así que no tenían nada preparado. No tenían una estructura, un plan, no había una agenda o un programa político establecido por parte de los brexiters antes de la votación”, sostuvo Senserrich en referencia a las personas que defienden la salida de Reino Unido del bloque.
May no logró obtener una mayoría amplia después de convocar a elecciones parlamentarias y se vio obligada a forjar un gobierno de coalición con el Partido del brexit, esto sumado al hecho de que el Partido Conservador se encontraba dividido, lo que dejó como consecuencia que los tres acuerdos de salida propuestos por la ex primera ministra fueran rechazados abruptamente por la Cámara de los Comunes.
Los principales puntos de fricción en los acuerdos de May negociados con los restantes 27 Estados miembro de la UE fueron, entre otros, el tema del mercado único europeo, con el que circulan libremente los bienes, servicios, capitales y personas en el interior del bloque, ante lo que se había propuesto un Mercado Común 2.0, una relación similar a la de los años 70 y 80 de libre circulación.
Otro gran problema para el brexit fue el papel de Irlanda del Norte, uno de los países constituyentes del Reino Unido, que limita con Irlanda (miembro de la UE). Este fue un gran inconveniente pues ponía en peligro la integridad de Irlanda del Norte y se teme incluso que, después del brexit, los norirlandeses puedan volver al periodo de violencia llamado The Troubles (entre 1968 y 1998) que terminó con el Acuerdo del Viernes Santo, con el que, entre otros, se estableció que no existirían fronteras duras entre Irlanda y el país constituyente de Reino Unido.
May propuso ante esto que, por lo menos durante el periodo de transición, Irlanda del Norte seguiría adscrita al mercado único europeo y no contaría con fronteras duras, respetando así la cláusula del Acuerdo de Viernes Santo del “Respaldo” o “Salvaguarda” que se refiere precisamente a evitar fronteras duras y permitir la libre circulación.
Sin embargo, y aunque los 27 Estados miembro de la UE estaban de acuerdo con el borrador de retiro de May, los parlamentarios de la Cámara de los Comunes no lo estuvieron, y después de haberlo sometido a tres votaciones y algunas reformas, además de aplazar dos veces la fecha de retirada, el acuerdo de retiro de May fue abruptamente rechazado en el parlamento, haciendo a su vez que May, que en principio no apoyó el brexit (pues ella votó por el “remain” en el Referéndum), se viera obligada a renunciar como primera ministra en junio de este año, después de haber “hecho todo lo posible” para honrar el resultado del referéndum de 2016.
La era de Boris Johnson
Después de la dimisión de May, y una fuerte campaña electoral centrada en el brexit, el entonces exministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, asumió el poder con la promesa de realizar la salida de la Unión Europea a toda costa.
“Johnson ha tenido la suerte de que, por un lado, como él ha sido un brexiter duro, ha tenido credibilidad por parte de los brexiters duros dentro del partido. Por el otro lado, él tiene la inmensa suerte de que el Partido Laborista está bastante dividido sobre cómo reaccionar al brexit hasta el punto que, en unas elecciones, donde el tema más importante es: “brexit sí” o “brexit no”, los laboristas se presentan diciendo “brexit quizá”, no se presentan dando una respuesta directa”, explica Senserrich.
Desde que Johnson se posicionó al frente de Downing Street, se ha visto obligado a solicitar la extensión de la fecha del brexit una vez más, pero ha prometido que no piensa hacerlo nuevamente y que, con acuerdo o sin acuerdo, el Reino Unido se retirará de la UE el próximo 31 de enero.
Johnson decidió convocar a nuevas elecciones parlamentarias el pasado 12 de diciembre, en las que obtuvo una aplastante victoria, y se hizo a 365 escaños del Parlamento, una mayoría absoluta. Mucho mayor a los apenas 317 escaños que logró May en las elecciones de 2017.
El 20 de diciembre, el parlamento aprobó el proyecto de ley del Acuerdo de Retiro, en la etapa del comité que continuará después del receso navideño. El proyecto de ley fue aprobado fácilmente debido a la aplastante mayoría electa del Partido Conservador resultado de las elecciones.
Según Senserrich, el proyecto que fue aprobado “no es realmente el brexit, es un acuerdo sobre los años de transición para negociar un brexit real. Johnson realmente no tiene brexit, lo que tiene es un acuerdo de transición para ver cómo se tiene a Reino Unido hasta que se negocie el acuerdo de salida real”.
“Reino Unido es una tachuela comparado con la Unión Europea. La UE puede forzar un acuerdo sobre Reino Unido con muchísima facilidad, porque es enorme y le haría muy poco daño. Vamos a seguir con esta dinámica con la diferencia de que Johnson tiene una diferencia parlamentaria más amplia, pero la verdadera negociación va a ser todavía más difícil. Johnson tendrá menos oposición interna, pero en cuanto a definir la relación con la Unión Europea, esto solo acaba de empezar”.
Con respecto a Escocia y sus propuestas sobre una posible independencia para hacer parte de la Unión Europea, Senserrich recordó el referéndum de independencia de Escocia de 2016, que incluye una cláusula “donde los escoceses se comprometían a no votar de nuevo en los próximos 50 años, así que Johnson puede simplemente decirles que no”.
Auge de la extrema derecha, ¿un riesgo para el proyecto europeo?
Los partidos de extrema derecha han aumentado en toda Europa en los últimos años, incluso formando gobiernos en Italia, Polonia, Hungría y Austria, mientras que han logrado ganar impulso en muchos países de la UE, entre ellos Francia, Alemania, Países Bajos, España, Noruega, Finlandia, Estonia, República Checa, Dinamarca y Eslovenia.
Las ideologías de estos grupos comenzaron a ganar fuerza en toda la UE después de la crisis financiera de 2008 y ganaron impulso por los múltiples ataques terroristas, así como por una crisis migratoria en la que millones de personas se dirigieron hacia el bloque desde África, Oriente Medio y el sur de Asia.
Aunque tradicionalmente los partidos de extrema derecha se han mantenido al margen de la política en la UE, se ha visto una presencia que aumenta progresivamente después de que los votantes presenciaron el complicado proceso de divorcio de Reino Unido del bloque, cambiando su discurso y proponiendo cambiar la UE desde su interior.
Desde entonces, los partidos de extrema derecha han encontrado un terreno común basado en la islamofobia y los sentimientos antiinmigrantes, mientras promueven un interés nacionalista en la Unión.
Sin embargo, Senserrich argumenta que, después del tortuoso proceso que ha tenido que atravesar Reino unido con el brexit, sería “difícil ver a otro país de la UE haciendo lo mismo, porque ha sido un problema muy grande en muchos aspectos y las negociaciones han sido impresionantes. El resto de Estados ha dejado muy claro la enorme fortaleza que tiene la UE como bloque político en respuesta de una crisis de este tipo. El brexit ha reforzado la idea de que la UE es importante, una herramienta de política valiosa para los Estados”.
Con respecto a las teorías sobre los riesgos que corre el proyecto europeo a raíz del auge de los partidos nacionalistas, Senserrich afirmó que “el Proyecto Europeo corre peligro desde 1961. La UE siempre está en crisis, es una de esas cosas que, de forma inexplicable, siempre parece que la cosa no va a funcionar y que los países nunca se ponen de acuerdo. Pero, por el contrario, han seguido reforzándose y mejorado”.