¿Pueden las universidades desconocer el nombre identitario de una persona transgénero?
En Partida W, la activista Valeria Bonilla y el cristiano Freddy Rivera, debatieron sobre si las universidades deben reconocer el nombre identitario de una persona trans.
La determinación de un juez penal de Bogotá que ordenó a la Universidad Javeriana a identificar como mujer a Juli Salamanca Cortés, una estudiante transgénero que aún tiene en su cédula que es sexo masculino, abrió el debate sobre el ambiente que viven las personas transgénero en la cotidianidad y las luchas que libran contra la segregación.
La discusión llegó a Partida W con la activista transgénero, Valeria Bonilla, y el activista cristiano Freddy Rivera.
Valeria Bonilla dijo que las personas de la comunidad Lgtbi, tanto las personas transgénero, sufren discriminación y violación de derechos en su día a día, en parte, gracias a hechos como los ocurridos en la Universidad Javeriana en la que no se respeta -ni siquiera- la forma de nombrar a alguien. Fue enfática en que este grupo de personas no buscan tener privilegios por encima de los demás, valiéndose de su condición de minoría, sino que buscan reivindicar derechos fundamentales a partir de las herramientas que brinda el Estado desde distintas instituciones. Expresó que en las decisiones judiciales como la que ordenó a la Javeriana respetar el nombre de Juli Salamanca, no se obliga a nadie a pensar o sentir como lo hacen las transgénero, sino para que se den los espacios de aceptación para quienes se reconocen como mujeres.
Por su parte, Rivera argumentó que el movimiento Lgtbti han intentado imponer su visión y percepción del mundo al resto de la sociedad que no piensa como ellos, a través de lo que llamó shows mediáticos en los que, según él, solo se piden derechos, pero no se cumplen con deberes. Señaló que, aun cuando esa comunidad ha abogado y hecho campañas por la no discriminación, no han aplicado esas demandas sobre sus integrantes, dado que dentro de esta se excluyen por diferentes motivos. Puntualizó en que en ciudades como Bogotá, a pesar de la fuerte propaganda de inclusión de género, no se ha logrado disminuir los índices de violencia y segregación contra la diversidad sexual.