Las anécdotas de Hernán Peláez, desde El Encierro, con Alberto Casas
W Radio llega hasta su hogar para mostrarle el lado positivo del confinamiento. Hoy conversamos con el periodista Hernán Peláez Restrepo.
“La parte buena del encierro es habernos aterrizado a todos en esta vida, en ese ir y venir, en esas carreras, en los afanes. Haber aterrizado y, quiérase o no, decirle a uno: ‘piense qué estaba haciendo y trate de hacer cosas que dejó de hacer”. Esta fue la primera reflexión que hizo Hernán Peláez Restrepo durante su conversación con Alberto Casas en El Encierro.
La vida nos ha cambiado a raíz del coronavirus. La rutina de repente se detuvo y hoy estamos confinados para evitar que el virus se siga propagando. Al principio puede ser difícil imaginar que la pandemia trae consigo cosas positivas, pero si lo analizamos detenidamente, quizá hallemos un par.
Para Hernán Peláez esta tesis no errada. De hecho, nos dio un ejemplo. “Dejé mucho tiempo, hace muchos años, de aspirar, había dejado de sacudir el polvo en los anaqueles. Había dejado el caminar una hora diaria, y acompañado de la música de un viejo discman donde un día pongo tangos -y tengo el cálculo, me demoro 19 tangos haciendo el recorrido en los sótanos o en el patio- al otro día pongo música cubana y al tercer día me voy de boleros”, cuenta Peláez.
Otra de las cosas más importantes que resalta es volver a leer. En su caso, por estos días se ha dedicado a Julio Cortazar y su libro Bestiario. Además, compartió detalles sobre el gusto de este autor por el jazz, especialmente su ídolo, Louis Armstrong.
Durante una conversación Hernán Peláez, necesariamente hay que hablar de fútbol. Es su pasión. Como él mismo lo dice, ha sido su motivación durante 60 años en el periodismo.
Peláez recordó sus inicios. No como periodista, sino como jugador. Empezó muy joven en el colegio Berchmans de Cali, jugando fútbol en el patio de cemento. Después en el San Bartolomé hizo parte de la selección del colegio. En la universidad también estuvo en la selección, con la que fue a los juegos de Pereira en 1963.
“Tuve ‘la fortuna’ de tener lesiones de futbolista, ligamento, meniscos, rodilla. Es una vivencia completa porque, además de gustarme el fútbol, de haberlo jugado, disfruto viéndolo, lo leo, lo converso con gente de fútbol”, apunta Peláez.
El VAR también fue mencionado en la conversación. Como ha defendido desde su aparición, Peláez no está de acuerdo con su uso, “los que juegan son seres humanos, el que dirige es ser humano, y los dos tienen el común denominador la equivocación, el error, la mala apreciación. Me parece que es una desventaja para el jugador”.
Una de las cualidades más llamativas en Hernán Peláez es su memoria. Su conocimiento de historias, alineaciones, resultados entre otros temas le han dado un constante respaldo en su trabajo. “Eso es derivado de la educación que nosotros recibíamos desde primaria, uno se aprendía las tablas de multiplicar, la poesía había que memorizarla, la geografía había que memorizarla. Yo siempre recuerdo que la campaña de Simón Bolívar en el Magdalena medio fue Mompós, Tenerife, Guamal, El Banco, Chiriguaná y Tamalameque. Todo eso lo aprendía uno de memoria”.
“Mucha gente se sorprende. La memoria es como un músculo, hay que ejercitarlo. Yo tuve la fortuna de esa enseñanza, y me quedo eso, había que memorizar”, resalta Peláez.
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