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Las anécdotas de Florence Thomas, desde El Encierro, con Alberto Casas

W Radio llega hasta su hogar para mostrarle el lado positivo del confinamiento. Hoy conversamos con la escritora y activista feminista Florence Thomas.

“La mujer de hoy en El Encierro es caballero de la Legión de Honor de Francia, una paradoja porque ella es la campeona del feminismo y del activismo en Colombia. Nació en Francia, pero es colombiana de tuerca y tornillo”, así presentó Alberto Casas a Florence Thomas, nuestra invitada del martes 31 de marzo en El Encierro.

Florence Thomas se ha convertido en una de las figuras más importantes del feminismo en Colombia, un país al que llegó sin hablar el idioma. Entonces, ¿cómo llegó a ‘colombianizarse’ tan rápido?

“Tuve la enorme surte de que a los 15 días que había llegado a Colombia, entré a la Universidad Nacional. Fue chistoso porque me entrevistaron en español, yo respondía en francés y me contrataron. Dicté mis primeros dos semestres en sociología y psicología en francés, con una traducción simultánea. Fue muy interesante”, recuerda Thomas.

“Llegué muy enamorada, el amor ayuda mucho a que uno desarrolle un vocabulario, pero fue muy difícil”, agrega.

Durante sus primeros años en la Nacional, a finales de la década de 1960, Florence cuenta que fue una época muy difícil: “Camilo Torres acababa de ser asesinado, y había sido capellán de la Nacional. Viví los 70 y 80 en la Nacional, me encontré con todos los grupos de izquierda, eso me ayudó enormemente a entender este extraño país”.

Sobre su acento, Florence resalta un curioso e importante hecho: “hay una cosa extraña en Colombia. Tener un acento, ser extranjero, permite mucho. Gracias a mi acento he podido decir cosas que ninguna mujer colombiana podía decir”.

Durante la conversación, por supuesto, Florence Thomas y Alberto Casas hablaron sobre el feminismo en Colombia, una lucha que ha alcanzado importantes logros para las mujeres en el país: “En estos 52 años, he visto este país cambiar enormemente, las mujeres han adquirido derechos, todavía no es suficiente, pero es evidente que entre las mujeres que encontré en 1967 y las mujeres de hoy hay un enorme progreso”.

Florence resalta que las mujeres “han aprendido a gozar de estar juntas, lo que llamamos ahora la sororidad. Han sabido pasar de la rivalidad a la solidaridad entre nosotras. No necesitan que un hombre está ahí para acompañarlas”.

Sobre las escandalosas cifras de feminicidios y violencia contra la mujer, Thomas critica que “los patriarcas no soportan la libertad de las mujeres, no soportan que tengamos libertad sobre nuestro propio cuerpo. Nos matan porque no soportan que hayamos aprendido a ser autónomas y descubrir el mundo de otra manera”.

En tiempos de cuarentena, Florence hizo un apunte llamativo sobre cómo ha cambiado algunas dinámicas: “es difícil para los hombres entender el mundo que vive en las mujeres (…). El confinamiento está cambiando a los hombres, están descubriendo el trabajo doméstico”.

Como una reflexión final sobre el feminismo, Florence Thomas asegura que no se trata de una guerra de sexos, sino de una lucha por un mundo más equitativo.

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