“La paz no puede estar supeditada a intereses extranjeros”: alias ‘Araña’ a Petro desde La Picota
A pesar de la captura del principal vocero de los Comandos de Frontera, la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano y el Gobierno de Gustavo Petro cerraron el cuarto ciclo de negociaciones con el anuncio de una hoja de ruta hacia un acuerdo definitivo.

alias Araña
En medio del sofoco amazónico y bajo una vigilancia discreta, se cerró el cuarto ciclo de diálogos entre el Gobierno nacional y la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano (CNEB), grupo surgido de una escisión de la Segunda Marquetalia. La reunión, celebrada en La Hormiga, Putumayo, tuvo como telón de fondo la persistente tensión tras la captura de alias ‘Araña’, la reactivación del debate sobre el uso del glifosato y una serie de operativos militares en la región.
La imagen más simbólica del cierre fue también la más incómoda: la intervención virtual de Giovanny Andrés Rojas, alias ‘Araña’, quien desde su centro de reclusión participó como “vocero pleno” de la Coordinadora. “Me dirijo a ustedes desde la privación de la libertad por creer y confiar en el Estado colombiano. Lo que ocurrió el 12 de febrero fue un hecho sin precedentes que rompió la confianza construida”, dijo, en alusión a su captura por orden de Interpol en medio de la anterior ronda de conversaciones.
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Un cierre que sigue marcado por fracturas
El jefe de la delegación del Gobierno, Armando Novoa, aseguró que el resultado fue “altamente satisfactorio”. Se pactó el impulso a un ambicioso piloto de sustitución de cultivos ilícitos en 30.000 hectáreas de Nariño y Putumayo, así como la creación de una hoja de ruta para un acuerdo final, que tendría como plazo el mes de julio. No obstante, al ser consultado por el futuro judicial de ‘Araña’, Novoa admitió que su libertad dependerá del criterio del presidente Petro: “Está en manos del presidente”.
Desde la Coordinadora, el delegado Andrés Guerrero fue más directo: “El tema de Araña está complejo. La Fiscalía ha puesto muchas trabas. Pero seguimos, porque necesitamos mostrar resultados para que él pueda volver a la mesa como debe ser”.
Ese tipo de afirmaciones dibujan una mesa que avanza, pero arrastrando fracturas. Fracturas que no se curan con palabras sino con hechos. Porque en paralelo al ciclo, la Fiscalía capturó a nueve supuestos miembros de los Comandos de Frontera con fusiles M4 y artefactos explosivos. Y porque apenas una semana antes, Naciones Unidas alertó sobre combates en la zona que dejaron al menos ocho desaparecidos y más de 400 niños sin clase por desplazamientos y confinamientos.
¿Una sustitución sin garantías?
Uno de los anuncios centrales fue la ampliación del piloto de sustitución de cultivos, que busca arrancar 30.000 hectáreas de coca con participación comunitaria. Sin embargo, en Putumayo, donde el fracaso del PNIS dejó cicatrices abiertas, el escepticismo no es menor.
“El mensaje más negativo sería volver al glifosato”, advirtió Guerrero. Coinciden con él mandatarios locales como el alcalde de Puerto Asís, Jorge García: “La fumigación ya destruyó flora, fauna y cultivos lícitos como el Açaí o la Carangucha. No podemos pensar en protección de la Amazonía pensando en fumigación”.
Desde la Iglesia, monseñor Héctor Fabio Henao evitó entrar en discusiones técnicas, pero fue claro en que “la erradicación debe ser voluntaria” y que el éxito de la sustitución depende del acompañamiento técnico y de garantizar cultivos rentables para los campesinos.
Un proceso sin romanticismo
A diferencia del optimismo institucional, en La Hormiga la paz no se celebra, se espera con cautela. Los alcaldes consultados –de Mocoa, San Francisco, Tumaco y Puerto Asís– coincidieron en respaldar el proceso, pero todos remarcaron la deuda histórica con sus comunidades. “Hay municipios sin agua potable, sin luz, sin vías. ¿De qué sirve hablar de paz si no hay inversión?”, cuestionó el gobernador del Putumayo, Jhon Gabriel Molina, quien también respondió a señalamientos sobre supuestos vínculos de campaña con grupos armados: “No tengo nada que ocultar. Mi apoyo vino del pueblo”.
El alcalde de Mocoa, Carlos Piedrahita, aprovechó para pedirle al presidente Petro que cumpla la promesa de reconstrucción tras la tragedia de 2017. “Ocho años después, hay damnificados viviendo bajo lonas verdes”, denunció.
Y desde Tumaco, epicentro del próximo ciclo, el alcalde Félix Henao celebró la reducción de homicidios pero advirtió: “Erradicar con glifosato no solo destruye la coca, también daña el cacao, la yuca y el coco. Eso no lo vamos a permitir”.
¿Y ahora qué?
Mientras se afinan las subcomisiones y se proyecta el próximo ciclo en Llorente, Tumaco, la pregunta no es si hay avances, sino si son sostenibles. Porque lo que se pacta en la mesa necesita oxígeno en el terreno: garantías, inversiones, presencia estatal real. Y porque los grupos que dicen estar dejando las armas siguen cargando con estructuras armadas, zonas de control territorial y una historia reciente de fuego cruzado.
“El departamento del Putumayo con toda la institucionalidad y el Gobierno nacional tiene el reto de la firma del gran pacto por la paz”, advirtió el alcalde de San Francisco. “Hoy reclamamos desde esta Colombia profunda ese recurso que anhelan nuestras comunidades para poder resolver dificultades”.