La Celac canceló la asamblea que Petro había solicitado en medio de la crisis con Trump
Honduras, que ocupa la presidencia pro tempore antes de que Colombia la asuma, aseguró que existió “falta de consenso”.
![La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, junto al presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el secretario general de la ONU, António Guterres, en la Cumbre de la CELAC el 1 de marzo de 2024. (RANDY BROOKS/AFP vía Getty Images)](https://www.wradio.com.co/resizer/v2/7FV7FA5WHZDXDAF2KHZT7ROSUA.jpg?auth=30f79ba4b60ef22e15723065b5220e53a54f61b040109d0be1128a19ea74239e&width=650&height=488&quality=70&smart=true)
La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, junto al presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el secretario general de la ONU, António Guterres, en la Cumbre de la CELAC el 1 de marzo de 2024. (RANDY BROOKS/AFP vía Getty Images) / RANDY BROOKS
Xiomara Castro, la presidenta de Honduras y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), anunció la cancelación de la cumbre que había convocado “de carácter urgente” a raíz de la crisis diplomática desatada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de Colombia, Gustavo Petro.
En medio de los diecisiete mensajes que Petro publicó en su cuenta de X el 26 de enero, el mandatario le pidió a Castro, quien ostenta la presidencia pro tempore de la Celac antes de que Colombia ocupe ese lugar este año, llevar a cabo una “asamblea extraordinaria de presidentes latinoamericanos” para hablar sobre migración.
Castro respondió el mismo domingo, programando la reunión “en formato híbrido” para el 30 de enero a las once de la mañana de Honduras, doce en Colombia. La agenda del cónclave, en el que Petro prometió participar presencialmente en Tegucigalpa, incluía migración, medioambiente y “unidad latinoamericana”.
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La tensión diplomática entre Bogotá y Washington se saldó. “Hemos superado el impasse”, mencionó el canciller colombiano saliente, Luis Gilberto Murillo, en una alocución. “El Gobierno de Colombia accedió a todos los términos del presidente Trump”, dijo, por su parte, la Casa Blanca. Y ahora la asamblea de la Celac no sigue en pie.
Desde el regreso de la calma en la diplomacia, la Celac no había sentado una posición. Colombia recibió dos aviones con 201 personas deportadas, sin esposas, como lo exigía el gobierno de Petro como trato humanitario, y la administración de Donald Trump levantó las sanciones de aranceles y visado que había impuesto.
Al parecer, aun después de la superación de la crisis Castro buscaba que la asamblea extraordinaria se realizara, pero sus intentos solo derivaron en “falta de consenso”, según lo que ella misma expresó en su cuenta de X, donde publicó un comunicado de la Celac y la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras.
“Honduras ha impulsado el debate dentro de la Celac de temas altamente sensitivos, como la situación de crisis humanitaria en Haití”, se lee en la comunicación, en la que el país centroamericano manifiesta “preocupación” por los derechos de las personas migrantes y por las deportaciones ordenadas por Trump.
Las denuncias hondureñas se han traducido, tanto en la temática de Haití como en la de la migración irregular, según la misiva, en “la oposición sistemática de países miembros que han privilegiado otros principios e intereses diferentes a los de la unidad de la región latinoamericana y caribeña como comunidad”.
“Bajo las consideraciones precedentes, la República de Honduras, en el ejercicio de la Presidencia Pro Tempore de la Celac, cancela la convocatoria a la reunión extraordinaria de jefas y jefes de Estado y de Gobierno”, subrayó la cancillería hondureña, que remarcó que “continuará buscando consensos”.
Hasta ahora, Colombia, elegida por unanimidad el año pasado para presidir la Celac una vez termine el período de Honduras, no se ha pronunciado frente a la cancelación. Para Honduras, las deportaciones masivas de inmigrantes dispuestas por EE.UU. son “una preocupación común que se debe abordar con objetividad y responsabilidad”.
La reunión había sido citada por Honduras tras la colisión entre el presidente colombiano y el estadounidense por la decisión de Petro de no aceptar dos aviones con personas deportadas por Estados Unidos. La medida del gobierno de Trump obedecía al estatus migratorio irregular con el que permanecían quienes luego recibieron la repatriación.
Las tensiones entre Bogotá y Washington iniciaron, precisamente, con dos trinos de Petro en la madrugada, cuando en 34 minutos eliminó una publicación en la que prometía recibir a personas deportadas de EE.UU. “con banderas y flores”. La breve comunicación, de la cuenta personal de Petro, era de las 3:07 de la mañana.
“A las 6.45 am llegará el primer avión con deportados Colombianos de EEUU. Otro avión llegará hacia las 10 am, recibámoslo con banderas y flores” (sic), decía el trino, reemplazado a las 3:41 por el primer tuit que desató los intercambios diplomáticos entre Petro, Trump, el Departamento de Estado y el Ministerio de Exteriores.
Petro apeló a las condiciones de deportación de personas colombianas aseverando que los Estados Unidos “no pueden tratar como delincuentes a los migrantes Colombianos”. “Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio”, añadió en el mismo mensaje.
El presidente estaba dispuesto a no recibir los vuelos mientras quienes migraron no recibieran un trato, en sus palabras, “digno”. “Jamás permitiré que en vuelos traigan a los colombianos esposados”, escribió el mandatario. La determinación llevó a Trump a imponer aranceles del 25% a las importaciones colombianas.
La administración de Trump, a través de su secretario de Estado, Marco Rubio, puso otras sanciones, como la eliminación de visas de funcionarios del Gobierno y de familiares de Petro, y otras medidas en términos de viajes y aduanas. Aunque la Casa Blanca dio por cerrada la crisis la noche del 26 de enero, esas penalidades siguieron.
Permanecieron hasta que el 28 de enero aterrizaron en el país las dos aeronaves de la Fuerza Aeroespacial Colombiana que el Gobierno colombiano envió para que se cumpliera el retorno. La embajada estadounidense en Bogotá volverá a expedir visas, y el gobierno de Trump ve al evento como una advertencia para el mundo.