“Fue un líder social y padre ejemplar”: La familia de Nelson Algarín reivindica su nombre
La justicia le permite a la familia de Nelson, conocido en su comunidad como ‘MacGyver’, contar una historia distinta a la que lo llevó a ser asesinado por el paramilitarismo hace más de veinte años.
Desde 1996, y durante una década seguida, el Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) controló los departamentos de Cesar, Magdalena, La Guajira, Atlántico y parte de Norte de Santander. Fueron años álgidos, enmarcados en el conflicto armado configurado por los actores armados estatales, las guerrillas y la guerra contrainsurgente.
El Volumen No matarás, el del Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad que construye un relato histórico sobre el conflicto armado colombiano, señala que el Bloque Norte no solo combinó los “intereses del narcotráfico y la insurgencia”, sino que buscó “la preservación violenta del statu quo en una de las regiones más pobres y desiguales del país”.
Las heridas que causaron el Bloque Norte, con cerca de 2.500 miembros, y los treinta mil armados de las AUC, yacen en las historias de más de veintiún mil familiares de las víctimas de asesinato que los grupos paramilitares y los Grupos Armados Posdesmovilización (GAPD) causaron entre 1975 y 2015, de acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica.
Actualmente, el Registro Único de Víctimas, administrado por la Unidad para las Víctimas, está conformado por más de 9,8 millones de víctimas del conflicto armado. Miles de homicidios, desapariciones forzadas, vulneraciones a los derechos humanos y desplazamientos forzosos son algunos hechos victimizantes que vivieron quienes claman por una justicia que les repare.
Ese es el caso de los hijos de Nelson David Algarín Miranda. Ellos, en medio de trámites jurídicos y búsqueda por la verdad, exigen que el país conozca realmente quién fue su padre, un hombre que se debía a su comunidad, que nunca empuñó un arma y que, siendo un civil alejado de las dinámicas de la guerra, se convirtió en víctima de desaparición, homicidio y tortura.
La falsa historia de Nelson Algarín
Sobre Nelson David, conocido entre su gente como ‘McGyver’, se dijo falsamente, incluso en el interior de la jurisdicción transicional para el paramilitarismo Justicia y Paz, que hacía parte de la red urbana del Bloque Norte en Santa Marta. El 3 de septiembre de 2003 fue asesinado por miembros del frente William Rivas, de ese bloque al que se le acusaba pertenecer.
El homicidio de Algarín, ocurrido en la Zona Bananera —donde fue inhumado, lejos de su familia— y después del cual sus cercanos desconocieron su paradero, se convirtió, trece años después, en uno de los crímenes por los que fue condenado Rolando René Garavito Zapata, un exparamilitar del William Rivas, del Bloque Norte, conocido entre 2001 y 2006 por su alias de ‘Care Niño’ o ‘Nicolás’.
La Sala de Conocimiento de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Barranquilla condenó a Garavito Zapata el 11 de julio de 2016 por su participación en 63 hechos victimizantes imputados por la Fiscalía. En el caso de Nelson Algarín, el ente acusador le endilgó desaparición forzada agravada, homicidio agravado y porte ilegal de armas de fuego. Rolando Garavito aceptó los cargos.
El Tribunal remarcó que Nelson, junto a otras víctimas, fue desaparecido por los paramilitares, retenido y asesinado. El mismo Garavito lo declaró en 2009, cuando dijo que fue parte de la seguridad de una finca en la que el excomandante José Gregorio Mangones Lugo, alias ‘Carlos Tijeras’, asesinó con una pistola de calibre nueve milímetros a Nelson y otros cinco hombres.
Para justificar el deceso, en el expediente existen declaraciones sobre la supuesta participación de Nelson en el Bloque Norte. Al respecto, el Tribunal subrayó que, aunque los testimonios “aludieron a la pertenencia de los hoy occisos a una fracción del grupo ilegal”, no existe ninguna sentencia que lo determine, por lo que la inocencia de Algarín y su presunción “se mantendrá incólume”.
Un texto como forma de reparación
El Tribunal de Barranquilla ordenó indemnizaciones monetarias para varios familiares de Nelson por los daños que su muerte causó. En octubre de 2016, ratificando una sentencia de 2014 del Tribunal Superior de Bogotá en la que Salvatore Mancuso también fue condenado por el crimen de Nelson, la Corte Suprema de Justicia ordenó reparar también a los padres de la víctima.
La autoridad judicial del Atlántico no solo planteó respuestas económicas, sino que le ordenó a la Unidad de Víctimas otras medidas de reparación, como atención psicológica para los hijos de Nelson y la publicación de “una nota periodística en la que se deje claridad de la ausencia de señalamientos y antecedentes judiciales” respecto a Nelson como miembro de las AUC.
O sea, una publicación de prensa que restaure el buen nombre del hombre, nacido en Valledupar, Cesar, en octubre de 1967. Según consta en actas de audiencias de seguimiento a las órdenes, en lo corrido de 2024, cinco años después de que en octubre de 2019 Rolando Garavito Zapata pidiera perdón ante cerca de 150 personas por sus crímenes en la Zona Bananera, esa publicación no existía.
La Unidad de Víctimas llevó a cabo varias reuniones con los familiares de Nelson, quienes ratificaron su intención de hacer un escrito para honrarlo. En el relato, reproducido integralmente por W Radio, los parientes, que le solicitan la reserva de sus nombres, navegan del dolor de la ausencia a la necesidad de restablecer la dignidad que fue violentada por los actores de la guerra:
El 3 de septiembre de 2003, la violencia nos arrebató a nuestro padre, Nelson David Algarín Miranda, una persona trabajadora, honesta, respetuosa, amorosa y profundamente dedicada a su hogar y al bienestar de sus hijos.
Se desempeñaba como médico veterinario en Piedecuesta, Santander, y en Coveñas, Valledupar, lugares en los que contribuyó significativamente con la comunidad. Nuestro padre, además de ejercer su profesión, ayudaba a sus vecinos como electricista, ganándose el apodo de “MacGyver”. También fue líder en torneos de ajedrez y de fútbol. Ese era él, a quien no dejaron seguir siendo más allá de un recuerdo en nuestros corazones.
La guerra en Colombia nos hizo perder a nuestros seres queridos y enfrentar la orfandad a muy temprana edad, obligando a nuestra abuela a lidiar con su propio dolor mientras cuidaba de nosotros en medio de la tragedia. Nos obligó a crecer sin un padre y a mi abuela a vivir sin un hijo. Este conflicto armado fracturó nuestra familia y dejó profundas cicatrices.
Al contar quién era y el dolor que ha dejado en nosotros su ausencia, queremos restaurar el buen nombre y la dignidad de nuestro padre. Él no era un violento; nunca empuñó un arma ni le hizo daño a nadie. Fue una de las víctimas que ha dejado la violencia en nuestro país.
Finalmente, queremos elevar una voz necesaria para avanzar socialmente hacia la no repetición de estas tragedias, para persistir en la búsqueda de quienes aún esperamos a nuestros familiares y para hacer un llamado a la necesidad de la paz en Colombia. Hoy aspiramos a un futuro de esperanza, ética y dignidad que contribuya a construir un mejor porvenir para nuestras familias y comunidades. Toda víctima de la guerra en Colombia merece verdad.