Propietarios de locales denuncian por estafa a los promotores de Arena Bogotá

En 2015, hace 9 años, por distintos medios de comunicación empezó a promocionarse la aparición de un nuevo escenario para espectáculos y conciertos en la capital. Se trataba de la Arena Bogotá, un proyecto que en el render se veía maravilloso.

Se trataba de un complejo urbanístico que incluía un coliseo con capacidad de albergar a 24.000 personas, un hotel con 100 habitaciones, un centro comercial con 140 locales para restaurantes, bares y almacenes; un parque de diversiones para niños con pista de patinaje en el hielo, un helipuerto e incluso la posibilidad de usar un tramo de navegación en el río Bogotá.

La inversión era de 100 millones de dólares y las obras, de acuerdo con el plan, debían estar listas a finales del año 2016. Así lo dijo el desarrollador Guillermo Rincón, del grupo Ricoradi.

Una exitosa campaña de promoción llevó a que cientos de personas invirtieran sus ahorros de toda la vida en el proyecto que, con suerte, iban a construir el futuro suyo y de sus familias.

Todo se manejó a través de la empresa “Acción Fiduciaria” que recibió el dinero de los pequeños inversionistas con el propósito de financiar la terminación de las obras. Ellos esperaban recibir locales en el centro comercial que se beneficiarían del flujo de visitantes al Coliseo cuando se presentaran espectáculos, ferias, exposiciones y conciertos y los otros días, cuando no estuviera programada una presentación, de los visitantes que llegarían hasta allá para disfrutar de las atracciones.

Recordemos que las obras debían estar listas para 2016. Estamos terminando septiembre de 2024 y la realidad es bien distinta: La Arena Bogotá ha cambiado dos veces de nombre. Primero se llamó Coliseo Live y desde el año pasado se llama Coliseo Medplus.

Medplus es una empresa de medicina prepagada que de lejos huele a Saludcoop, la cabeza detrás de Medplus es el señor Jaime Barrero Fandiño antiguo socio del condenado Carlos Gustavo Palacino, pero esa es otra historia.

Les decía que han pasado ocho años y los locales no se entregaron en las condiciones pactadas. Los promotores cambiaron el reglamento de propiedad horizontal y los propietarios no pueden ahora beneficiarse de los asistentes al coliseo, que fue vendido a la empresa Cárdenas Entertainment Group (a veces se llama Cárdenas Marketing Network) de Henry Cárdenas, una persona muy conocida en el mundo de los conciertos. Esa empresa quedó como único vendedor posible de bebidas, alimentos, camisetas y material conmemorativo de los espectáculos.

Los dueños de los pequeños locales no pueden siquiera vender sanduches en las filas.

Esos pequeños locales, propiedad de quienes pusieron los ahorros para terminar la obra, se han ido deteriorando, algunos son usados ahora para depositar escombros.

El Reporte Coronell conversó con uno de los afectados, el ciudadano Aldemar Andrade.

“Nos vendieron la idea de que iba a ser un proyecto único en Latinoamérica, nos convencieron e invertimos en un engaño (…) nos están cobrando administración, nos están amenazando con cobros coactivos, solo nos queda la frustración”, aseguró.

Por hechos como estos un grupo de pequeños inversionistas se unió y presentó una denuncia contra los desarrolladores del proyecto por la presunta comisión de los delitos de estafa agravada, abuso de confianza calificado y falsedad en documento público.

El abogado que representa a los denunciantes es Jacques Simhon, también pasó por los micrófonos de El Reporte Coronell.

“Este proyecto inició con una conceptualización que se sabía que no iba a funcionar, desde el punto de vista de un desarrollador de centros comerciales (…) El otro problema fue la administración desleal, que tiene que ver con el direccionamiento de recursos y el uso de recursos que se redireccionaron para acabar el Coliseo Live y explotarlo, con el dinero de los pequeños inversionistas se favoreció al grande que fue el comprador. Se apropiaron de recursos que estaban en la administración y se redireccionaron”, explicó.

Busqué a la abogado de los desarrolladores, la doctora Pilar Rocha, pero no fue posible que contestara mensajes de texto, de voz, ni llamadas telefónicas.

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