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La cuestionada empresa para la que trabajaba ingeniero israelí muerto en Medellín

Sandvine ha sido señalada internacionalmente por espionaje electrónico, censura y acoso informático a opositores.

La cuestionada empresa para la que trabajaba ingeniero israelí muerto en Medellín

El cuerpo lo encontraron el viernes 13 de septiembre de 2024, pero cinco días después no hay un resultado de la autopsia. Del ingeniero de sistemas israelí Yariv Bokor se sabe que era residente legal en Colombia y que tenía una cédula de extranjería expedida en el año 2020.

También era sabido que había adelantado un proceso judicial de divorcio de la ciudadana colombiana Lina Guarín Rúa, con quien tuvo un hijo.

Aparentemente, fue una relación complicada. Existió una demanda por violencia intrafamiliar que fue fallada a favor del israelí y una petición de él ante un juzgado de familia para rebajar la cuota de alimentos del hijo que tuvieron.

El señor Bokor estaba bajo tratamiento con medicinas psiquiátricas Clonazepam y Rivotril, y, según allegados suyos, había sido diagnosticado con esquizofrenia. Aseguran que los vecinos se acostumbraron a oír sus gritos cuando padecía ataques de paranoia y se habían vuelto tan reiterados que el día de su muerte nadie prestó mayor atención.

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De acuerdo con el informe policial, solo tenía una herida en el brazo.

El israelí trabajaba para una empresa canadiense cuestionada internacionalmente.

La compañía se llama Sandvine y ha sido señalada por bloquear en internet a contradictores políticos de gobiernos dictatoriales, monitorear actividades de periodistas y opositores e instalar programas espías en teléfonos y computadores.

Los antecedentes de Sandvine constan tanto en el Departamento de Estado como en el Departamento de Comercio de Estados Unidos.

Al mismo tiempo, hay publicaciones periodísticas de medios serios como Wired y Bloomberg que da cuenta de las actividades cuestionables de la empresa para la que trabajaba el ingeniero muerto.

En febrero de este año, Wired publicó un artículo en el que afirma lo siguiente:

  • “Los dictadores utilizaron la tecnología de Sandvine para censurar Internet. Estados Unidos finalmente hizo algo al respecto. Sandvine, con sede en Canadá, lleva mucho tiempo vendiendo su tecnología de vigilancia web a regímenes autoritarios. Esta semana, Estados Unidos sancionó a la empresa, limitando severamente su capacidad para hacer negocios con empresas estadounidenses”.

Hay evidencias de ese tipo de actuación en 16 países. Uno de ellos es Egipto, donde la firma Sandvine bloqueó portales periodísticos que difundían información contraria al Gobierno y fue acusada de hackear e infectar con un virus espía al candidato de la oposición.

El producto estrella de Sandvine es DPI, por su sigla en inglés Inspección Profunda de Paquetes, y tiene la posibilidad de conocer las señales que entran y salen de un dispositivo, priorizarlas o desviarlas.

En 2017, usando esa tecnología, se censuraron las informaciones contra la corrupción gubernamental en Azerbayán.

Con parecidos propósitos, Sandvine ha tenido como clientes a Siria y a Turquía.

Quizás los episodios más graves son los relacionados con Rusia, en donde empresas estatales han adquirido la tecnología DPI para usarla contra adversarios políticos. En Bielorrusia, la misma tecnología fue comprada por el hombre fuerte Alexander Lukashenko para golpear a sus opositores.

Por esas razones, como se los conté, el Gobierno de Estados Unidos decidió sancionar esa compañía.

Fue incluida en la lista de entidades que facilitan la violación de derechos humanos porque, según el gobierno de Estados Unidos, “Sandvine proporciona herramientas de censura y monitoreo web masivo, incluido el bloqueo de noticias, el acoso a políticos y activistas de derechos humanos, y la instalación de software espía en los dispositivos electrónicos de críticos y disidentes”.

Lo que nadie sabe es por qué Yariv Bokor, uno de los ingenieros de Sandvine, vivía en Medellín, Colombia.

Sandvine pertenece a Francisco Partners LLC, una firma que hasta 2019 fue la mayor accionista de NSO, los inventores israelíes de Pegasus, un virus troyano capaz de entrar a un teléfono celular, activar cámaras y micrófonos sin que su dueño se dé cuenta, para oír y eventualmente ver las actividades de la persona espiada. Además, permite tener acceso a correos, mensajes de texto y cualquier servicio de mensajería.

Los dueños de Sandvine compraron a la firma productora de Pegasus por 130 millones de dólares y la vendieron por una suma desconocida a sus fundadores que la operan a través de una empresa establecida en Luxemburgo, un paraíso fiscal calificado como el sexto mejor para guardar secretos financieros.

Según un documento de la agencia israelí de vigilancia financiera, leído por el presidente Gustavo Petro en una alocución, el programa Pegasus fue comprado en 2021 por la Dirección de Inteligencia de la Policía, Dipol, con 11 millones de dólares en efectivo que fueron depositados en el Banco Hapoalim de Israel.

La Dipol actual dice que el programa no aparece, ni hay seña de recursos usados para su compra. El banco Hapoalim es el mismo del caso Soto Prieto por el que hace años 40 años pasaron 13.5 millones de dólares que le robaron a Colombia de una subcuenta en el Chase Manhattan. El banco hasta ahora no ha desmentido ni confirmado la transacción.

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