Coronel Gómez acusó al coronel Hernán Mejía de pactar falsos positivos con paramilitares
En el juicio que se adelanta contra Mejía por más de 70 ejecuciones extrajudiciales, el que en el pasado fue la “mano derecha” del coronel Mejía, se convierte en uno de los testigos más fuertes en su contra por estos crímenes.
En el marco del juicio que inició este miércoles en la JEP contra el coronel (r) Hernán Mejía Gutiérrez por su presunta responsabilidad en 72 falsos positivos cometidos por sus hombres bajo su orden y conocimiento, cuando dirigió el Batallón La Popa, su “otrora” mano derecha en la unidad militar testificó en su contra.
Se trata del coronel (r) Heber Gómez Naranjo, antiguo subcomandante del Batallón La Popa durante el mando de Mejía, y quien, como lo hizo en audiencia reservada ante los magistrados hace unos años, reafirmó que Mejía, según él, conoció, promovió y coordinó con paramilitares la recepción de cadáveres para presentarlos como “positivos” propios.
“La orden era precisa, yo sabía que iba a ir a recoger uno o varios cuerpos que habían dejado las Autodefensas. El coronel Mejía entrado en confianza me lo comentaba, me lo decía. Una hora, media hora antes, yo ya sabía, ya sabíamos a qué íbamos” afirmó contundentemente.
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Además, dijo, bajo la gravedad de juramento, que el coronel Hernán Mejía tenía emisarios con los paramilitares comandados para la época por David Hernández, alias ‘39′.
“Yo sabía que el sargento Valentín Padilla era un mensajero entre los paramilitares y el coronel Mejía comandante del Batallón. Con él se coordinaban los resultados que iba a presentar el Batallón” aseveró.
De hecho, rememoró el primer falso positivo en el que participó cuando Mejía llegó a dirigir el Batallón La Popa en el año 2002. El coronel Gómez Naranjo afirmó que por orden de Mejía salieron por la vía que de Valledupar conduce a Patillal, con la instrucción de que se detuvieran apenas vieran una fogata.
Al llegar al lugar, un carro salió a la fuga y les disparó por lo cual respondieron. Pero, al arribar al sitio exacto del que salió la camioneta encontraron una persona ya muerta y uniformada con camuflado y brazalete de las Autodefensas. Sus hombres, de poca experiencia, afirma Gómez, nunca se percataron que era un cuerpo que habían dejado tirado las Autodefensas, pero él sí se dio cuenta.
“No se hizo el procedimiento judicial, la orden que recibí del coronel Mejía era que el cuerpo teníamos que llevarlo a la morgue municipal y se reportó como miembro de las Autodefensas ilegales. Ese fue el primer resultado, entre comillas” dijo.
Según el coronel Gómez Naranjo, ante las dudas frente al “resultado”, preguntó francamente al coronel Mejía” el cual, le respondió, de acuerdo con Gómez, que no se preocupara, que el muerto “era un bandido”.
“Yo accedí y me metí y cuando ya estaba hasta el cuello ya ahí no había vuelta atrás y se seguía con este modus operandi” narró.
Gómez también explicó que las órdenes de operaciones se hacían después de salir a la “operación” y que todo se hace muy evidente, porque no era común que él, como mayor del Ejército y segundo comandante, fuera enviado con unos soldados a combates contra la guerrilla, que casualmente, eran en sitios a pocos minutos de Valledupar.