Presidente Lula no reconoce ni la victoria de Maduro ni la de la oposición
El mandatario brasileño insiste en que son necesarias las actas para esclarecer los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
En una entrevista con una radio local brasileña, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó que no acepta “ni la victoria de (Nicolás) Maduro”, pese a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) venezolano a favor del mandatario chavista, “ni de la oposición”. Esto debido a que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha mostrado las actas.
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“Él (Maduro) dice que ganó, pero no tiene pruebas. Lo que nosotros exigimos” son las actas que comprueban quién ganó las presidenciales del pasado 28 de julio.
Gran parte de la comunidad internacional, incluyendo varias organizaciones, han calificado dichas elecciones como “fraudulentas”, alegando que la victoria del representante de la mayoría opositora, Edmundo González Urrutia, es “clara”.
“Venezuela tiene un Consejo Nacional Electoral que tenía tres personas del Gobierno y una de la oposición”, afirmó Lula, añadiendo que es esta entidad la que debe entregar las actas. “Maduro no escuchó al CNE y fue directo al Tribunal Supremo de Justicia”, criticó el presidente brasileño, argumentando que Maduro “debería pasar por el CNE, que fue creado para esos fines”-
Brasil ha sido uno de los actores clave durante la crisis de Venezuela, desatada desde el pasado 28 de julio, cuando el CNE dio por ganador “irreversible” al actual presidente Nicolás Maduro sin mostrar las actas.
Por otra parte, la oposición afirma tener las actas. A través de una página web (https://resultadosconvzla.com/), ha digitalizado el 83,50 % de las boletas; es decir, 25.073 actas. Según estas, González Urrutia habría ganado las elecciones con el 67 % de los votos (7.303.480), mientras Maduro obtuvo solo el 30 % (3.316.142).
El excanciller Celso Amorim, quien hoy funge como principal asesor de Lula en temas internacionales, propuso unas nuevas elecciones en Venezuela, una medida que respaldó el propio presidente de Brasil. Días después, reconoció que ni al cuestionado Gobierno ni a la oposición les gustó esa idea.