| Foto: W Radio

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Casa de la paz: el emprendimiento que une a víctimas y excombatientes

Desde 2020, La Casa de la Paz se ha convertido en un espacio de encuentro, reconciliación y memoria. Además de comercializar productos procedentes de comunidades afectadas por el conflicto armado, generan espacios pedagógicos y culturales.

Botellas de viche y de cerveza artesanal; café, miel, muñecas de trapo, ropa, accesorios y exposiciones artísticas encuentran hogar en La Casa de la Paz, un lugar que, a partir de esos productos, se ha convertido en un punto de encuentro para los excombatientes, las víctimas y las madres de soldados y policías que los producen. Un refugio y un referente de reconciliación y memoria en Chapinero, Bogotá.

Cuenta Doris Suárez, firmante de paz y una de las creadoras de la Casa, que todo comenzó en 2018, cuando ella y nueve compañeros decidieron invertir el dinero que les consignó el Estado para proyectos productivos —ocho millones de pesos cada uno—en la creación de una marca de cerveza artesanal. La llamaron La Trocha, un nombre que les recuerda de dónde vienen y que todavía hay camino por recorrer.

“Con la cerveza comenzamos a comercializar en Bogotá y a participar en ferias de emprendimientos de paz. En una de esas experiencias, en 2020, nos dimos cuenta que como emprendedores nos va mejor cuando trabajamos juntos. Entonces decidimos crear la casa”, agrega Doris.

Abrieron oficialmente en la carrera 13 #36-37 en mayo de ese año con 4 mesas y 16 sillas y, relata, poco a poco comenzaron a llegar más emprendimientos de paz de otros territorios afectados por el conflicto, como el Chocó, Arauca y Caquetá. Primero fue doña Virgelina, que tomó un espacio para hacer sus costuras; también llegó Manifiesta, que comercializa ropa hecha por excombatientes de diferentes territorios, luego, otros productos derivados de la sustitución de cultivos que benefician a comunidades puntuales y que han llevado a que el proyecto se tome la totalidad de la casa a día de hoy.

En palabras de Doris, el objetivo es “apoyar la implementación del Acuerdo de Paz visibilizando los emprendimientos de firmantes y víctimas del conflicto con un espíritu colectivo; más que el producto ofrecemos la historia detrás de cada proceso”.

Además, la Casa se considera un espacio de pedagogías de paz que se apalanca en el arte y la cultura. Para ello cuentan con una biblioteca y con “espacios de camaradería” en los que realiza eventos culturales al menos tres veces a la semana. De esta manera, agrega, hacen memoria, reconstruyen tejido social y dinamizan economías locales, promoviendo el diálogo y el debate. Paralelamente, lideran campañas para dar a conocer los contenidos del Acuerdo de Paz y el Informe de la Comisión de la Verdad, como una manera de sanar las heridas que dejó la guerra.

Hoy, la Casa cuenta con reconocimientos nacionales e internacionales por ser un modelo a seguir en temas de gobernanza y diversidad, pues, concluye Doris, “se respetan las diferentes opiniones, promulgamos una cultura de paz por medio del respeto hacia la diferencia, promoviendo la defensa de los derechos humanos que son inherentes a todas las personas”.

Descubra más historias como la de La Casa de la Paz en el especial de El Poder de la Diversidad, aquí.

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