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Girmay ganó la etapa 12 en el Tour de Francia: Pogacar sigue líder

Girmay no dio opción en un esprint largo y desorganizado, en el que llegando en progresión desde posiciones retrasadas remontó para alzar los brazos por tercera vez.

Biniam Girmay. (Photo by Tim de Waele/Getty Images) / Tim de Waele

Imparable y poderoso, el eritreo Biniam Girmay (Intermarché Wanty) se convirtió en el rey indiscutible del esprint en el Tour de Francia firmando un triplete en la duodécima etapa, disputada entre Aurillac y Villeneuve-Sur-Lot, de 203.6 kilómetros, jornada de transición que mantuvo al esloveno Tadej Pogacar con el maillot amarillo.

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Girmay (Asmara, 24 años) no dio opción en un esprint largo y desorganizado, en el que llegando en progresión desde posiciones retrasadas remontó para alzar los brazos por tercera vez. Ya se estrenó en Turín, se confirmó en Colombey su poder y ahora en Villeneuve se puso la corona de mejor esprinter vestido con un maillot verde que le ha puesto alas.

Girmay, siempre “agradecido a Dios”, superó por velocidad al belga Wout Van Aert (Visma) y al francés Arnaud Demare (Arkea), dentro de un primer pelotón que llegó en 4h.16.15, en día veloz que se cerró a 47,5 k/h. En ese tiempo llegaron todos favoritos menos Primoz Roglic, afectado por una caída que le hizo perder 2.27 minutos y dos puestos en la general.

Pogacar mantuvo el maillot amarillo sin problema alguno, le siguen Evenepoel a 1.06, Vingegaard a 1.14, Almeida a 4.20 y Carlos Rodríguez hereda el quinto puesto de Roglic, a 4.40. Dentro del top ten Mikel Landa es séptimo a 5.38 y Juan Ayuso noveno a 7.09.

Pello Bilbao y Jakobsen se despiden del Tour

Salida explosiva de Aurillac, ciudad de grandes recuerdos para el ciclismo español. Allí ganó Chozas en 1985 y logró Luis León Sánchez la primera de sus cuatro victorias en el Tour. Hubo nervios, caídas, Pogacar al suelo vistiendo el maillot amarillo.

Muy pronto comenzó el calvario de Pello Bilbao. El español, débil, enfermo, enseguida se retrasó. No era el ciclista combativo que ganó el año pasado en Issoire y finalizó sexto en la general. Un virus, ya se habla del Covid, parece que anda suelto por el Tour, y que está afectando a varios corredores. Pello nunca había abandonado en 5 participaciones.

Tampoco aguanto la etapa el excampeón de Europa neerlandés Fabio Jakobsen, ganador de etapa en el Tour y quíntuple en la Vuelta. Un esprinter menos para las llegadas masivas. Mientras unos se subían al coche para volver a casa, la carrera seguía animada. En la primera hora se cubrieron 51,8 km.

El festival de ataques iniciales terminó con la luz verde del pelotón para la fuga de Madouas, Pacher (Groupama-FDJ), Abrahamsen (Uno-X) y Turgis (TotalEnergies), quienes pasaron la Cota d’Autoire en el km 62 con 3 minutos de adelanto sobre un pelotón que controlaba el Movistar de Gaviria y el Alpecin de Philipsen, un síntoma de que la jornada olía claramente a esprint.

El Movistar, por su primera victoria al esprint y Roglic, al suelo

Alpecin-Deceuninck y Movistar desplegaron más energías que nadie en cabeza de pelotón para controlar la etapa hacia Villeneuve-sur-Lot, ciudad amurallada que anuncia a su entrada su hermanamiento con Ávila. El esfuerzo tuvo sus efectos a 35 km de meta, cuando el pelotón empezó a rodar de nuevo compacto bajo un sol atorrante.

La velocidad fue aumentando a medida que se acercaba el final, en esta ocasión con la zona de seguridad marcada a 5 km de la línea de meta. Movistar seguía picando piedra para ganar su primer esprint masivo en el Tour de Francia en 42 participaciones.

La escuadra española ha ganado 34 etapas desde 1983, la primera con Arroyo, pero en un esprint masivo nunca ha vencido. Gaviria fue segundo en Turín y tercero en Dijon. El colombiano persigue un sueño sin tren de lanzamiento, pero con enorme trabajo.

Hubo caída a 10 de meta. Una montonera que atrapó a Primoz Roglic, que parece gafado desde que perdió el Tour el último día ante Pogacar. El triple ganador de la Vuelta se reintegró al grupo con la rodilla ensangrentada. También quedó atrapado Van der Poel, por lo que Philipsen se queda sin su lanzador de lujo.

Girmay imparte una lección al esprint

Ya no cabían las reservas. Pelea sin cuartel. Como viene siendo habitual, ningún equipo controló con su tren. Philipsen no apareció en la refriega, huérfano de ayuda. Fue la locura incontrolada, maniobras irregulares, algún codazo.

Podía ser el día de Van Aert, con licencia para buscarse la vida al esprint. El belga atacó de lejos, lo mismo que el francés Demare, pero apareció desde atrás, remontando, Biniam Girmay para dejar claro quién es el rey del esprint en el Tour.

Ya lleva tres el eritreo, agrandando la historia que él mismo inició ganando la primera clásica en la Gante Wevelgen para el África negra. Luego se presentó en sociedad en el Giro y en el Tour ha monopolizado el esprint. Vestido de verde, sueña con llegar con ese maillot al esprint. Tampoco desaprovecha la ayuda espiritual. Alguien lo empuja.

“Gracias a Dios por la fuerza que me da, gracias a él soy el más rápido. Sabía que tenía fuerza para estar delante desde el primer día. Me siento feliz, me ayudan y yo remato. El poder del maillot verde es especial, me siento rápido también de cabeza”, dijo una incipiente leyenda africana.

Este viernes la decimotercera etapa unirá las localidades de Agen y Pau, de 165,3 km de recorrido, jornada prealpina propicia para que los equipos de los velocistas fabriquen una llegada masiva. Al final dos cotas de 4a, las de Blachon y Simacourbe, podrían alterar un pronóstico que perece cantado.