Un gobierno y dos gabinetes

En política, nada es casualidad. El giro que ha dado el Gobierno Nacional despierta nuevas curiosidades.

Se están viendo dos líneas en el gabinete: una es la radical, la de los que no tienen experiencia. Son activistas nombrados en carteras para agitar las barras bravas con un discurso emocional, que tienen maneras soeces y que, entre más insultan y estigmatizan al que no es igual, más avanzan en los afectos del presidente.

El segundo grupo es el que tiene experiencia, que ha formado parte de la política tradicional y que es lo que popularmente diríamos “viejos zorros”: no solo llegan con otras formas, sino también con un discurso distinto.

Veamos, por ejemplo, esta segunda cara de la moneda:

• Roy Barreras, embajador en Inglaterra: Está tranquilo, pensando en su campaña, alistando y afinando equipos.
• Juan Fernando Cristo, ministro del Interior: Llegó a resolver fisuras en el Congreso, a mostrar un discurso amable para afinar la Constituyente, a cumplirle al compromiso de la paz con los firmantes y a fortalecer con acciones la búsqueda de un acuerdo nacional.
• Alfonso Prada, embajador en Francia: Tranquilo, avanzando políticamente con el Gobierno, pero sin dejarse marcar y acompañando desde afuera.
• Luis Gilberto Murillo, canciller: Después de tantos escándalos de Álvaro Leyva como canciller, llegó de ser destacado embajador –con una de las imágenes más positivas del gabinete– a estar al frente de la Cancillería. Es un hombre que siempre ha sido de centro, con un discurso lejano a ese radicalismo enfermizo.
• Guillermo Rivera, embajador en Brasil: Otro político alejado de los insultos y radicalismos con el Gobierno, pero sin dejarse quemar.
• Armando Benedetti, embajador ante la FAO: Si vamos a hablar de “viejos zorros”, no podemos dejar por fuera a Benedetti. No hay político que se mueva mejor en cualquier agua que él, quien, después de tanto espectáculo, le dejaron algo para calmar sus ganas de hablar y así está: lejos y tranquilito.
• Laura Sarabia, directora del DAPRE: Aunque alejada de Benedetti, ahora está saliendo más en videos y lanzando mensajes más directos que, por cierto, la desmarcan de ese discurso de odio. Pese a todos los escándalos en los que se ha visto salpicada, ha sabido recoger frutos de una confianza que se ganó y no se puede desconocer que es una mujer inteligente y ejecutora. Su perfil molesta a muchos petristas que siempre han acompañado al mandatario.

Este es un combo que se alista para elecciones y que empieza a mover una narrativa muy distinta a la del presidente Gustavo Petro y a la de los petristas “reales” que han acompañado siempre a la izquierda y a las luchas del mandatario. Este grupo habla del acuerdo nacional, de unión, de un “no” rotundo a la reelección, de reconciliación y de frenar tantos odios.

Oído y ojo, porque en dos años sí que se verán las diferencias entre las dos líneas del gabinete y quién saldrá más fortalecido para arrancar campaña: si los petristas pura sangre o este equipo que promoverá un nuevo centro.

Créanme: el progresismo y el petrismo no son precisamente los que se buscarán perpetuar.