Al Oído: Influenciadores no son periodistas, Briceño los destapó y lo quieren callar

El espectáculo es la marca política del presidente Gustavo Petro.

Como cada día el grado de credibilidad gubernamental es tan bajo, no es raro que empiecen a usar como estrategia mensajes para difundir mentiras o dejarnos en debates que son estériles, que nos lleva a la pérdida de oportunidades únicas como país, incluso para el mismo sector político que gobierna.

Lo que vemos son mentiras que se imponen, que se multiplican digitalmente a una velocidad imparable, buscando que la cultura de la cancelación castigue a quienes cuestionan o generan incomodidad al Gobierno.

Pareciera que a muchos sus emociones les impiden ver que parecemos gobernados por un experto mentiroso que distrae la atención de lo realmente importante, aquí pareciera ser más importante hablar de otras guerras que solidarizarnos el conflicto interno que se vive en tantas regiones de Colombia.

La mentira necesita de aficionados para tener éxito, eso sí que lo tiene claro el presidente.

Cuestionar a la incuestionable Laura Sarabia, porque ni por su hijo metió las manos al fuego, puede terminar en temas judiciales que acaban en una censura camuflada detrás de un traje de oveja.

Buscar bajar el nivel a los requisitos de la carrera diplomática para justificar que lleguen más mediocres a altos cargos, quienes su máxima experiencia es haber asistido en el colegio a modelos de la ONU o ser amigos de la primera dama, y justificarlo después de todo lo que criticaron es solo un poco más de la doble moral que tienen.

Lo que más preocupa es cómo la ambición puede provocar un colapso económico, social y político de grandes dimensiones.

Eso ya se ha visto en países cercanos, como en Venezuela, por lo que quienes siguen apoyando los globos del presidente Petro ya no pueden posar de ingenuos, saben a dónde vamos.

Ver a políticos cambiar de opinión, sin pena, solo por cargos, es la evidencia que aquí lo que la gente no haga, nadie lo va a hacer, pues finalmente siempre hay intereses ocultos y tristemente cada día vemos una oposición más divida, sin un liderazgo que resalte y cometiendo errores enormes en la forma de ejercer su rol.

Gustavo Petro, como Chávez, fue candidato a la Presidencia, y su mensaje fue el de darle poder al pueblo, eso fue lo que lo llevó a la victoria, pero no olviden que Venezuela comienza a dar un vuelco en todo el tema económico. Mientras aquí muchos quieren hacer ver al país hermano como una democracia exitosa.

No todo es malo

En medio de todo esto, resulta que sí hay personas que hacen control serio a los contratos de personas que tienen reconocimiento en redes sociales, y que para algunos son influenciadores.

El concejal Daniel Briceño no ha hecho una persecución a ningún periodista, ha evidenciado los contratos a personas sin requisitos que, por demás, sus informes para cobrar son una vergüenza, por eso lo quieren callar, porque ha empezado a desnudar la verdad de quienes en un teclado también se sienten intocables.

Cierro diciendo que al cambio le pedimos que pare el circo, ya estamos rozando lo intolerable y tanto show es el sello de nuestra política actual que, sin darnos cuenta, está debilitando día a día nuestra democracia.

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