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De Buenaventura a Europa: la historia de la extraordinaria soprano Betty Garcés

Betty Garcés recuerda en Pacífico es + que la música siempre estuvo muy cerca, “una de las casas en donde había mas bulla era en la mía, mi papá era amante de la salsa”.

Betty Garcés. Foto: Colprensa. / Mariano Vimos

En diálogo con Pacífico Es +, la extraordinaria soprano bonaverence Betty Garcés Bedoya nos contó su historia.

Esta maestra lírica habló de su infancia que calificó como ‘divina’ en su natal Buenaventura: “la mayoría de las personas del Pacífico que te cuenten sobre su infancia van a decir que fue muy bonita, porque fue muy inocente, los niños jugando en la calle, de bañarnos en el aguacero. Allí todos somos una familia gigante, las puertas de las casas están siempre abiertas, con los vecinos sentados en el andén. Muy colorida. Yo recuerdo haber sido muy feliz en esa etapa”.

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Garcés recuerda que la música siempre estuvo muy cerca. “Una de las casas en donde había más bulla era en la mía porque mi papá era amante de la salsa”, contó.

“Él tenía unos bafles gigantescos que sacaba al balcón”, añadió.

También, asegura disfrutar mucho la música folclórica de esta región: los arrullos, las chirimías y las procesiones, una diversidad y color que dice le gusta recordar con frecuencia porque ella permite cobren vida.

Los cambios significativos en la vida de Betty Garcés, afirma, empezaron a los 14 años, cuando sus papás deciden enviarla a estudiar a Cali.

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Ellos tenían una visión más amplia para nosotras y querían que experimentáramos cosas que el entorno, en ese momento, no nos lo podía dar”.

Todo esto, dice, ocurrió en un momento en que la violencia inicia a golpear casas y personas muy cercanas,

Amiguitos con los que corríamos en la calle no los volví a ver. Años después fue que me enteré de que lastimosamente muchos fueron reclutados y asesinados”, relató.

Betty Garcés le reveló a Pacífico Es + que sus primeros acercamientos con el canto fueron a raíz de la muerte de su abuela materna, una mujer que fue la figura que le dio amor y le ayudó a abrirse al mundo.

Ella era sorda y no necesitábamos palabras para brindarnos afecto”, recalcó.

Además, agregó: “un día, tras la muerte de mi abuela en el cuarto de San Alejo, empecé a llorar y de tanto gemir y tratar de expresar, empecé a cantar mi dolor. Eran melodías sin palabras. Este fue un momento revelación y de sanidad para mí”.

Finalmente, se refirió a su llegada al Conservatorio Antonio María Valencia en Cali, la audición de canto la hizo con ‘hijo de la luna’, de la agrupación española Mecano.

Posteriormente, a la mitad de sus estudios llega a su vida el cantante caleño Francisco Vergara, quien la escuchó y de inmediato la invitó a irse a Alemania para seguir especializándose. Lo hizo porque luego de realizar una colecta en el 2009 viaja a Europa a estudiar becada.