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España a octavos de final de la Eurocopa: derrotó 1-0 a Italia a través de un autogol

Tras la derrota, Italia deberá ganarle a Croacia en la última fecha para poder asegurar su clasificación en los octavos de final.

Jugadores de España celebrando la clasificación. Foto: EFE/EPA/GEORGI LICOVSKI

Jugadores de España celebrando la clasificación. Foto: EFE/EPA/GEORGI LICOVSKI / GEORGI LICOVSKI (EFE)

A base de fútbol y una imagen imponente como equipo, con un resultado corto para la insultante superioridad sobre la vigente campeona, España presentó su candidatura a soñar en la Eurocopa 2024, minimizando a Italia, que escapó de la goleada por la firmeza de Donnarumma, para sellar con tanto en propia puerta de Calafiori el pase a octavos como líder de grupo.

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Superior desde el talento, intensa, mordiendo arriba, ajena a la presión y con una imagen de equipo imponente, España pasó por encima de Italia. Superior en cada faceta del juego, pero sin la precisión en el primer acto, en el remate que impulsó un estreno alejado a la tensión que siempre aseguraba una cita con Croacia y desatándose en la segunda cuando el factor fortuna sonrió a quien tanto lo merecía.

Recuperó su esencia desde el balón España, aumentando la posesión, pero asociándola a un fútbol directo y vistoso, repleto de vigorosidad física y talento. El de Nico Williams para convertir el partido en pesadilla para Di Lorenzo, superado sin ayudas cada vez que fue encarado. La España de extremos amenazó por la izquierda y presentó por la derecha el talento de Lamine Yamal que hace recular al rival.

Una perfecta sintonía con Pedri, volviendo a ser Pedri, puro talento, emergiendo la figura dominante de Rodri en la medular, con máxima efectividad en el pase, y con Fabián omnipresente, tan eficaz en el robo como en la finalización. Italia sobrevivió a una avalancha futbolística por Donnarumma y por la falta de precisión de España en el remate.

Ya voló el gigantón italiano cuando no se cumplía el minuto dos y Nico se subía a la bicicleta antes de poner un pase preciso a la cabeza de Pedri. La estirada de Donnarumma frenó un arranque intimidatorio de España, con los mismos que arrancaron con firmeza el torneo y la entrada de Laporte, recién recuperado, por unas molestias musculares de Nacho.

El empuje y el fútbol de España empequeñeció a una Italia que con Spalleti intenta asociar su fútbol a la brillantez. No tuvo opción. La dependencia de Barella, desaparecido en el asedio. Le quedó el recurso del contragolpe, estrellándose cuando lo intentó con la contundencia de Le Normand y el carácter de Cucurella, la aparición más sorprendente de España en el torneo con un nuevo recital de entrega.

Pero a España le faltó en el primer acto lo más importante para que los momentos del fútbol más vistoso en toda la Eurocopa le acercasen al triunfo, un remate certero. Perdonó lo que nunca se debe en días grandes. Cuando Nico intercambió su papel con Morata y encontró el centro preciso para perdonar a placer el testarazo ante un Donnarumma superado, temiendo lo peor a bocajarro.

No se detuvo en el lamento y extendió un dominio abrumador. Como si no fuese un clásico europeo ni tuviese enfrente a la vigente campeona. Cuando Nico se tomó un respiro de regates, apareció la velocidad de Yamal y la visión al espacio de Morata, que amagó en carrera, volvió a amagar, se cerró el espacio y acabó chutando a las piernas del portero italiano.

Por si a España le faltaban variantes ofensivas, aparecía la amenaza del disparo lejano con Fabián, firme arriba Donnarumma, y el intento de Rodri. Los protagonistas de la superioridad desde el centro del campo daban un paso al frente para que Italia pasase a ser un muro, lejos de representar cualquier amenaza con un mundo por recorrer hasta la portería de Unai Simón.

La difícil explicación desde lo futbolístico del empate sin goles al descanso encontró una rápida respuesta en la reanudación, con el mismo panorama. Una Italia atemorizada ante el vendaval español. Desde la final de Kiev en 2012 no se recordaba tanta superioridad en un duelo que se repite en cada Eurocopa.

Y fue cuando tras perdonar de nuevo Pedri lo imperdonable, tras el pase de la muerte de Nico, con todo a placer para marcar de diestra, pero disparó fuera, apareció ese punto de fortuna que necesita todo equipo para avanzar hacia la gloria. Desde el robo de Carvajal, la exhibición de Nico, el centro peinado por Morata para cambiar la trayectoria y convertirla en inesperada para Donnarumma, que se la quitó de encima para provocar el tanto en propia puerta de Calafiori.

El premio, tan merecido, por fútbol e insistencia, no cambió la identidad de España. Quiso más pese a saber que ya estaba en octavos como primera de grupo. Y Donnarumma, que realizó hasta nueve paradas, evitaba el tanto tan buscado por Morata con un potente disparo lejano, veía cómo su defensa sacaba bajo palos un testarazo tras córner de Le Normand y el travesaño repelía un latigazo de Nico.

El premio para España era corto por merecimientos y a Italia hay que rematarla. Digirió su orgullo y se levantó de la lona por segundos tras una pérdida de Rodri, renqueante toda la segunda parte tras una entrada durísima. Nunca generó peligro, pero lo intentó con orgullo con un único remate tras córner, fácil para Unai Simón.

Fue cuando España pudo sentenciar con acciones repletas de talento que no superaron al portero en la definición y acabó defendiendo con coraje un triunfo que nunca debió ir asociado a un añadido de tensión. Objetivo cumplido para los españoles con la mejor imagen posible, pase a octavos sin especular, por mucho que en el camino asome la anfitriona Alemania.

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