Esta es la historia de un matrimonio que <b>pasó de vivir con cierta holgura a la pobreza</b>. Todo por cuenta de la <b>pandemia</b>.Él es Andrés Mauricio Cáceres Arciniegas, un sargento retirado del <a href="https://www.wradio.com.co/2024/03/21/cuales-son-las-escuelas-del-ejercito-para-ser-suboficial-y-oficial-ubicacion-y-mas/" target="_blank"><b>Ejército Nacional</b></a> que <b>se defendía con su pensión</b> y ella una pequeña empresaria dueña de una compañía especializada en<b> tapar huecos en las carreteras</b>.Las cosas iban razonablemente bien para ellos hasta que apareció el coronavirus. Los contratos para esas pequeñas reparaciones de vías desaparecieron de un día para otro. En cambio, las <b>deudas que había contraído</b> para mantener la operación andando <b>siguieron creciendo</b>.El hueco llegó a una suma astronómica para ellos: <b>250 millones de pesos</b>.El esposo, que rebuscaba un ingreso extra para pagar cuentas atrasadas, recibió la <b>llamada de un antiguo compañero del Ejército </b>que le dijo, palabras más, palabras menos:Le ofrecieron el equivalente a<b> siete millones de pesos colombianos</b>. Él hizo cuentas y pensó que, <b>si pasaba tres años allá</b>, gastando solo lo necesario para sobrevivir, podría <b>reducir las deudas y ayudar a su esposa</b>. Vendría cada seis meses a verla y “matarían las culebras”, como se dice coloquialmente.El sargento retirado del Ejército se subió en un avión a México, paró en la ciudad para rezar un avemaría en el santuario de la Guadalupana en el Tepeyac y luego<b> partió hacia Michoacán</b>.Sin embargo, como lo cuenta hoy por primera vez, lo esperaba algo <b>muy distinto a lo que le habían prometido</b>.Le dieron un <b>fusil AK-47</b> –'cuerno e’ chivo’, le dicen en México–, varios proveedores y le advirtieron que iban a enfrentarse en un<b> combate con un cartel rival</b> que, por fortuna, no apareció.Ahí su esposa, Jelen Marulanda, tuvo la primera señal de que las cosas <b>no iban por buen camino</b>. Un mensaje de WhatsApp que ustedes pueden ver a continuación:Habían pasado cuatro días de la última comunicación y el sargento Cáceres se había<b> escapado del “lugar de trabajo”</b>, llevándose el fusil que le habían dado.Aprovechando su entrenamiento militar, <b>diseñó una ruta de escape </b>usando la<b> brújula de su celular</b> y basado en la orientación de los astros.Notó que <b>lo empezaron a buscar</b> y a tratar de<b> ubicar con drones</b>. Recordando su entrenamiento de orden público en Colombia, se <b>cubrió con hojas</b> hasta ser invisible desde el aire.Tan pronto pudo, <b>se deshizo del fusil </b>dejándolo oculto en la vegetación y siguió su ruta hasta dar con una <b>casa abandonada </b>en la que pudo recargar su celular. Muy cerca de allí, <b>grabó un video</b> que le envío a su esposa Jelen.Su esposa no sabía a quién acudir. En Colombia le decían que la <b>desaparición debía denunciarse en México </b>y en México que necesitaban el <b>reporte de una autoridad colombiana</b>.Un <b>capitán de la Policía en Colombia</b> rompió el círculo vicioso y activó la alerta, que fue seguida por los agregados de Policía en la Embajada Colombiana en México. Embajada y Consulado notificaron a las autoridades mexicanas de la desaparición del sargento Cáceres, que, en medio de su desespero, encontró a la orilla de un río una gran oportunidad de supervivencia.Mientras tanto, desde Colombia, Jelen logró la <b>ayuda fundamental de mujeres colombianas</b> que trabajan por los migrantes, y especialmente el apoyo del Comité de Búsqueda y Rescate de Michoacán. A ellas les dio la clave secreta que habían convenido con su esposo, una clave sacada de una telenovela colombiana.Fueron estas mujeres quienes lo encontraron, antes incluso que los militares mexicanos. La imagen que ustedes pueden ver a continuación fue captada poco después del mediodía del Domingo de Ramos: 24 de marzo de 2024. Muestra a un hombre <b>trozado por el hambre, deshidratado </b>y en medio del monte. Se oye la voz de una mujer llamándolo con el <b>nombre clave “Evaristo”</b>. Él solo atina a pedir <b>agua</b>.Hace unos días, <b>volvió a Colombia el señor sargento</b> en uso de buen retiro Cáceres Arciniegas Andrés Mauricio. Su esposa, doña Jelen Marulanda, empresaria tapahuecos, lo esperaba entre lágrimas en el aeropuerto.Se abrazaron, se besaron y se reencontraron, curiosamente, <b>bajo un anuncio de ‘Objetos Perdidos’</b>. Aunque es verdad que las deudas siguen vivas, también él está vivo para hacerle frente a la adversidad al lado de ella.El sargento Cáceres recomienda a militares y policías retirados que <b>no crean en promesas </b>que pueden terminar <b>costándoles la vida</b> o convirtiéndolos en <b>criminales</b>.Ahora él y su esposa no solamente están <b>agobiados por las deudas</b>, sino que temen la <b>venganza del crimen organizado mexicano </b>y de sus reclutadores. Pero están felizmente vivos para intentar salir adelante, tapando los huecos que abre la vida.