Parafraseando a Jaime Garzón, en el <a href="https://www.wradio.com.co/especiales/el-reporte-coronell/" target="_blank"><b>Reporte Coronell</b></a><b> también hay espacio para el humor.</b>Cuando uno menciona “<b>San Marino</b>” muchos colombianos piensan en la universidad donde estudió algunos semestres la <b>‘peliteñida’ de Betty la Fea</b>, magistralmente encarnada por la actriz Lorna Cepeda.Sin embargo, <b>San Marino es más que esa referencia en la ficción.</b>La serenísima República de San Marino es un diminuto país enclavado en Italia. Enclavado quiere decir que por el Norte, el Sur, el Este y el Oeste limita con Italia. <b>En otras palabras, es un país independiente dentro de Italia, metido entre las regiones de la Emilia-Romagna y Las Marcas.</b>Según el censo del año pasado tiene apenas 33.000 habitantes y vive básicamente del turismo, del vino y del delicioso queso caciotta.Se preguntarán ustedes <b>¿qué hacemos hablando del idílico San Marino que no tiene prácticamente nada que ver con Colombia?</b>Pues aquí está la noticia: <b>Un muy conocido empresario petrolero nacido venezolano</b>, pero quien también tiene otras nacionalidades entre ellas la colombiana y la italiana será el nuevo cónsul honorario de San Marino en Bogotá.Entre las labores principales de un cónsul está la de apoyar a los ciudadanos del país que representa si están presos en el territorio donde ejerce. Y aquí hay un dato interesante: No hay un solo sanmarinense preso en Colombia. Es más, hace unos pocos años San Marino rompió un curioso récord penitenciario porque toda su población carcelaria era de una sola persona. Como lo oyen, solo había un preso en todo el país, muriéndose de aburrimiento, íngrimo en la cárcel del minúsculo Estado. Y si los presos locales escasean en San Marino <b>resulta poco probable que los exporten a Colombia para que los ampare Serafino.</b>Los cónsules honorarios también deben expedirle pasaporte a los nacionales sanmarinenses que requieran el documento de viaje. Así es que, a manera de servicio social, <b>El Reporte notifica a todos los ciudadanos sanmarinenses presentes en este país que</b> –si requieren un pasaporte nuevo– <b>pronto se lo van a poder pedir a don Serafino Iacono</b>, fundador de Pacific Rubiales, Danarius Metals y vinculado a empresas como Gran Colombia Gold, Medopetrol, NG <b>E</b>nergy y Medoro.Sin embargo, como parece haber pocos ciudadanos de San Marino en Colombia se pregunta uno ¿Para qué querrá ser cónsul de la Serenísima República un señor tan ocupado, que viaja tanto y con tantas actividades tan productivas como Serafino Iacono?Para averiguarlo le escribí anoche, pero tristemente no me respondió. Después de que me aparecieran los dos chulitos del WhatsApp uno de ellos se esfumó y en el perfil surgió una nota –escrita de afán, con errores de digitación– según la cual el dueño de este celular <b>“Not using colombian phone this week”,</b> no está usando el teléfono colombiano esta semana.Y es que además de esa curiosidad consular quería aprovechar la oportunidad para preguntarle al señor Iacono:–¿por qué una empresa suya le vendió tan barato un apartamento, espléndidamente ubicado, al presidente de Ecopetrol Ricardo Roa, cuando ya muchos sabían que era el más firme aspirante para dirigir la empresa más importante de Colombia?–También ¿Cómo se explica que el señor Roa no supiera que la empresa que le vendía la propiedad era de un importante empresario con intereses en el sector de los hidorocarburos?–¿Y cómo es posible que tampoco el señor Iacono supiera que el comprador era el señor Roa?–Por último, quería saber ¿Cómo para colmo de misterios, tal como lo reveló la Unidad Investigativa de El Tiempo, por qué si ni Serafino, ni Roa, sabían el uno del otro en el momento del negociazo del apartamento, terminaron encontrándose unas semanas después en República Dominicana en donde el señor Iacono tiene una bella mansión?En fin, <b>me quedé con las ganas de preguntarle tantas cosas a don Serafino Iacono pero no con las de felicitarlo por su nueva dignidad de cónsul de San Marino en Colombia.</b>Quizás como consejo no pedido le recomendaría que hiciera buen uso de su investidura de cónsul honorario porque existen algunos antecedentes difíciles de otros cónsules honorarios.Por ejemplo, Luis Fernando Acosta Osio era cónsul honorario de Polonia en Barranquilla mientras el condenado senador Eduardo Pulgar le ofrecía plata a un juez para que torciera un proceso a favor del señor cónsul.El senador Pulgar fue a la cárcel, el juez que no se vendió al exilio, mientras <b>Acosta Osio</b> sigue campante entre otras cosas porque cuando un juez quiso llamarlo a responder le alegaron que tenía inmunidad consular. El fiscal general de la época <b>Néstor Humberto Martínez</b> firmó en 2018 un documento según el cual “un comité técnico le reconoció la calidad de aforado constitucional y de fuero como jefe de misión consular”.Pero esa inmunidad no cubre a los cónsules honorarios. Polonia declaró que no era diplomático, la Cancillería señaló que no tenía fuero y dejó de ser cónsul, pero la impunidad lo sigue amparando hasta nuestros días. Incluso algunos dilectos colegas han dado en llamar a este señor <b>“el excónsul”</b> como si esa condición definiera sus actividades.Una investigación de Connectas cuenta además que otro cónsul honorario en Barranquilla, esta vez el de países bajos, fue condenado por robarse la plata que cobraba por las visas pero que debido a su “inmunidad de jurisdicción” no pudo ser procesado en Colombia sino en Holanda.En fin, <b>ser cónsul honorario si parece traer consigo ciertas ventajas.</b>Algo provechoso debe venir con el título de cónsul honorario en Colombia de la Serenísima República de San Marino porque de otra manera no se entiende que hace un tiempo esa honrosa posición, que ahora ostentará don Serafino Iacono, estuviera a cargo de Carlos Mattos, el empresario multimillonario que termino preso por comprar jueces para torcer a su favor un pleito con la multinacional <b>Hyundai.</b>