El panorama político transcurre entre <b>amenazas, hostigamientos, extorsiones y otras violencias </b>por parte de grupos armados ilegales en contra de líderes sociales, políticos, firmantes del acuerdo y funcionarios públicos.Por eso, la <b>ciudadanía espera respuestas concretas de casos </b>que acá parecen normales, pero no lo son, como las grabaciones de Armando Benedetti –que parece que se pasaron por alto–, Odebrecht y su demora, casos de corrupción de congresistas que avanzan lento, casos de mafias de fiscales en pausa y otros.Sin embargo, el país ve a <b>Francisco Barbosa como un funcionario que olvida su rol y altura </b>del cargo como el fiscal general de la Nación.¿Qué tanto le sirve realmente al país un fiscal que no ha entendido cuáles son sus tareas y que, en lugar de dar resultados, está en medios buscando titulares taquilleros e inmerso en una evidente campaña? <b>¿Es valiente o está empañando la democracia?</b>En televisión nacional, el fiscal comparó al presidente Gustavo Petro con el narcotraficante Pablo Escobar. Ahí se necesita tener el mismo rasero, ¿acaso nuestros<b> impuestos son para que funcionarios hagan campaña</b>?Si algo debemos defender en Colombia es la<b> democracia y la institucionalidad </b>que, pese a tantas cosas, han demostrado que son fuertes.Ese hombre serio y vehemente, que parecía objetivo y con ganas de enaltecer una entidad, está teniendo un<b> mal final en una institución</b> de la que el país espera tanto. El reto principal de la nueva fiscal será, sin duda, presentar <b>resultados concretos de investigaciones</b> sin importar la orilla política, así como <b>devolver la seriedad a la Fiscalía</b>.Incluso, ojalá hagan un buen coladero y saquen a tantos fiscales que, aunque poderosos, sólo han usado su cargo para <b>enriquecerse e intimidar</b>.Colombia no quiere fiscales bravucones,<b> quiere fiscales responsables</b>.