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Petro se va contra grandes potencias del mundo: “no hacen acción por el cambio climático”

El mandatario insistió en una unión mundial para salir adelante.

Presidente Gustavo Petro. Foto: Presidencia.

El presidente Gustavo Petro por segunda vez interviene en una Conferencia Mundial de Cambio Climático. Esta vez desde Dubái, el mandatario aseguró que la acción climática va ligada a esa lucha entre los países más ricos y más pobres que ha generado una violencia de nunca acabar.

“Las emisiones de CO2 también se pueden medir en términos de desigualdad social. Son ricos quienes más emiten CO2 y más consumen carbono; son pobres quienes menos lo hacen”, dijo el presidente.

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Aquí su discurso completo:

Este fracaso se debe a la resistencia que tiene la actual estructura del poder mundial para eliminar la desigualdad social, que es su propia base. Si la actual desigualdad es una desigualdad frente a la emisión de CO2 y al consumo de carbono, la sociedad descarbonizada cambia por completo el sentido de la desigualdad, genera equidades en consumos sin carbono, cambia la correlación mundial del poder. Por eso, no se dan los pasos que garantizarían la vida en el planeta. La actual arquitectura del poder mundial se basa en el consumo de carbono, la descarbonización derrumba esta arquitectura, cambia el poder, y el poder no se cambia por sí mismo.

El capitalismo de los países ricos se resiste a desvalorizar la riqueza propia de sus sociedades basadas en la producción y consumo de carbono; los estados de los países ricos no pueden ni desean desvalorizar su capital fósil, el capital asentado en el petróleo, el carbón y el gas. Las mercancías basadas en el carbono y la energía para producir demanda un tiempo social de la humanidad que le da su valor. Si la tarea de la descarbonización consiste en que la humanidad deje de usar el tiempo social para producir las mercancías carbono y no utilice la energía fósil, simplemente el carbono se desvalorizará y la actual estructura de la riqueza se derrumbará.

La energía fósil ha sido la energía fundamental en el enorme crecimiento de la productividad del trabajo y por tanto de las ganancias de la gente más rica del planeta. Estas gentes que dominan el poder político no permiten que se extinga la base misma de su riqueza. El sueño americano, el confort europeo, el síndrome de alcance de la China o de la India, se basan en el consumo pleno de carbono. El consumo de la parte de la humanidad más rica del planeta, al basarse en carbono, es un consumo basado en la muerte de los demás. De ahí la enorme capacidad de destrucción democrática que está en la base de sostener el capital fósil.

La ciencia ya ha establecido como la emisión de CO2 a la atmósfera producto del consumo de carbono, es la causa de la crisis climática.

Por otra parte, la transferencia de riqueza del norte hacia el sur para adaptar las poblaciones que no emiten CO2 a las contingencias cada vez más mortales del impacto del clima desbocado, se ven como algo aberrante y ajeno al mercado. En el sur, en sus zonas tropicales disminuye el agua líquida, y se provoca el éxodo. El vaciamiento de población del sur y la marcha de pueblos enteros hacia el norte está en camino.

La enorme desigualdad social frente al consumo de carbono, y el incremento cada vez más grande de carbono en la población rica del norte, provoca el éxodo del sur hacia el norte. Hoy son decenas de millones, mañana serán centenares de millones. ¿Qué pasará con ese éxodo? ¿Qué pasará con la democracia? ¿Qué pasará con el derecho internacional? ¿qué pasará con la humanidad?

Los invito a que imaginemos una fusión, una combinación de hechos. La proyección de la crisis climática en cinco o diez años y el actual genocidio del pueblo palestino.

¿Están desconectados estos hechos o podemos mirar allí un espejo del inmediato futuro?

El genocidio y la barbarie desatada sobre el pueblo palestino es lo que le espera al éxodo de los pueblos del sur desatado por la crisis climática.

Si los portadores de la riqueza del norte, intensiva en consumo de carbono, no permiten apagar las chimeneas emisoras, es decir no dejan de consumir petróleo, carbón y gas; se romperán de manera irreversible los pilares que sostienen la existencia de la vida humana en el planeta, pero esa ruptura se generará de manera desigual. La mayor parte de las víctimas climáticas, que se contarán por miles de millones, estarán en los países que no emiten CO2 o muy poco.

Sin transferencias de riqueza del norte al sur, las víctimas climáticas cada vez tendrán menos agua líquida en sus hábitats y se trasladarán al norte, a donde los deshielos permitirán el agua dulce. El éxodo será de miles de millones.

Este éxodo inmenso tendrá respuestas en el Norte. Ya la podemos ver en las conductas anti migratorias de los países ricos y el ascenso de las extremas derechas en ellos, Hitler está golpeando las puertas de los hogares de la clase media europea y norteamericana y muchos ya lo han hecho entrar. El éxodo será respondido con muchísima violencia, con la barbarie misma. Lo que vemos en Gaza es el ensayo del futuro. ¿Por qué los grandes países consumidores de carbono han permitido el asesinato sistemático de miles de niños en Gaza? Porque Hitler ya entró a sus hogares y se alistan para defender sus altos niveles de consumo de carbono y rechazar el éxodo que provoca.

Por eso el capital fósil ya no quiere los discursos, que siempre fueron hipócritas, de democracia, de valores humanos, de derecho internacional. No le importa la vida de los pueblos que no consumen carbono. Entre el niño que muere bajo la bomba y el capital del sionismo, el capital fósil abraza siempre al sionista y no salvará al niño bajo las bombas.

Ya podemos ver entonces el futuro: el cierre de la democracia, su final, y la barbarie desatada contra nuestros pueblos, los pueblos que no emitimos CO2, los pueblos pobres.

¿Es evitable este futuro de una Gaza generalizada sobre el éxodo creciente de nuestros pueblos? Claro que es evitable y depende de la lucha misma de la humanidad. Las grandes movilizaciones de los pueblos migrantes ya localizados en los países ricos que comparten las calles de las ciudades de los viejos imperios con los habitantes locales trabajadores, con sus mujeres, con su juventud muestran una formula diferente.

Faltan los pueblos del sur. Las votaciones en las Naciones Unidas sobre la barbarie contra Palestina marcan una fragmentación política mundial. Aún hay países que a punto de hundirse como Vuanavatu, Fidji y otras islas, votan contra Palestina, pero la inmensa mayoría de los pueblos pobres del mundo se han unido para detener la barbarie. Solo votan a favor del genocidio los pocos países de Europa y Norteamérica, los grandes consumidores de carbono.

Le tocó al sur unirse con claridad y establecer la alianza con quienes barren las calles, lavan los baños y mueven las máquinas de la industria en el norte y en la China. Si este esfuerzo por mantener viva la idea democrática, sus valores, la defensa del derecho internacional no prospera, no habrá humanidad.

No hay por tanto alternativa que el camino de siempre, el camino de la unidad de los pobres y su lucha.

Colombia ha propuesto superar la crisis climática a partir del multilateralismo, es decir del derecho internacional, de hacer vinculantes los planes de las COP a todas las partes, de crear un espacio de poderes públicos mundiales que planifique la transición hacia la economía descarbonizada; Colombia ha propuesto la reestructuración del sistema financiero mundial, el cambio de deuda pública por emisión de derechos especiales de giro que financien los planes de mitigación y adaptación a la crisis climática. El fortalecimiento y reforma de las Naciones Unidas.

Colombia ha aportado disminuyendo la deforestación de su selva amazónica en un 70% con sus propios recursos. Colombia espera la unidad de los países del sur en torno a salvar la vida en el planeta y la existencia humana.

Quizás si vemos resurgir entre los despojos, una palestina libre hoy, podremos ver mañana resurgir una humanidad viva en medio de los despojos de la crisis climática.