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Murió Sandra Day O’Connor, la primera mujer jueza del Tribunal Supremo de EE.UU.

La jueza fue nombrada miembro de la Corte por el presidente republicano Ronald Reagan y sirvió desde 1981 hasta 2006

Sandra Day O’Connor. Foto: Getty Images. / T.J. Kirkpatrick

La exjueza de la Corte Suprema de Estados Unidos Sandra Day O’Connor, la primera mujer en ocupar el cargo de magistrada en el Tribunal Supremo, falleció este viernes a los 93 años, informó el órgano en un comunicado.

O’Connor murió en Phoenix, Arizona (EE.UU.), el viernes “por complicaciones relacionadas con demencia avanzada, probablemente alzheimer, y una enfermedad respiratoria”, apuntó el Supremo.

La jueza fue nombrada miembro de la Corte por el presidente republicano Ronald Reagan (1981-1989) y sirvió desde 1981 hasta 2006, cuando se retiró para cuidar de su marido, que padecía alzheimer. El entonces presidente, George W. Bush (2001-2009), nominó al juez Samuel Alito -quien permanece en el cargo- para ocupar su asiento.

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Ante un tribunal dividido ideológicamente, su independencia (aunque desde una postura conservadora moderada) hizo que su voto fuera fundamental en importantes litigios y que fuera considerada como una de las mujeres más poderosas de su época.

Fue un icono en la conquista de los derechos de la mujer y la pionera en un Tribunal Supremo compuesto por nueve jueces, que en total ha visto a solo seis féminas en toda la historia de Estados Unidos.

Tras su retiro del Supremo el 31 de enero de 2006, la jueza O’Connor siguió activa como defensora de la independencia judicial y el Estado de Derecho en todo el mundo.

Durante esos años, centró su trabajo en la organización que ella mismo creó, iCivics, para promover el conocimiento y el compromiso cívico, especialmente para que todos los ciudadanos estadounidenses comprendan la Constitución.

Todo ello hasta octubre de 2018 cuando anunció que tenía demencia y decidió abandonar la vida pública.

En reconocimiento a los logros de su vida, el presidente Barack Obama (2009-2017) otorgó a la jueza O’Connor el honor civil más alto del país, la Medalla Presidencial de la Libertad, el 12 de agosto de 2009.

Graduada en Derecho por la Universidad de Stanford, algunas de sus decisiones más sonadas fueron su voto en el caso ‘Planned Parenthood v. Casey’, una opinión de 1992 que reafirmó el derecho de la mujer al aborto.

O una sentencia del tribunal en 2004 contra la política de detenidos de la administración de George W. Bush tras el 11 de septiembre, en la que opinó que “un estado de guerra no es un cheque en blanco”.