Las personas con discapacidad que guían los recorridos en el Museo Nacional de Colombia
Catorce personas con discapacidad se han vinculado al Museo Nacional en calidad de mediadores. Su participación ha ayudado a que en uno de los museos más importantes del país se abran espacios para experiencias sensoriales para todo público.
Desde 1999, el Museo Nacional de Colombia comenzó a pensar escenarios más accesibles e incluyentes para las personas con discapacidad. Por esa época surgió el ‘Museo a la vista de todos’, un programa dirigido a personas ciegas que incorporó piezas táctiles, información en braille y audios para que las personas pertenecientes a este grupo poblacional pudieran disfrutar de ciertas piezas y exposiciones.
Tiempo después llegó la reproducción tridimensional de objetos emblemáticos de la colección y una alianza con el Museo Louvre, de Francia, para la instalación de exposiciones sensoriales.
Tatiana Quevedo, museóloga y actual coordinadora del programa Comunidad, Accesibilidad e Inclusión del departamento de Acción Educativa y Cultural del Museo Nacional, explica que fue con esos primeros pasos que comenzaron a darse cuenta de que la accesibilidad no era una meta, sino un valor.
“Si voy a hacer un centro comercial o un parque, pues estamos todos juntos, no diseñamos solo parques para personas ciegas. Ese es el fin último de la inclusión, que al final nos permitió que el museo dejara de pensar únicamente en función de nichos poblacionales, es decir, un taller para cada comunidad. Pasamos a ser más multisensoriales”, explica.
Las adecuaciones a la planta física que se hicieron entre 2009 y 2010, la señalización y la formación del personal llevaron a que hace algunos años fuese posible la vinculación de personas con discapacidad en calidad de mediadores. Su participación ha hecho que el museo deje de segmentar los espacios y actividades para personas con y sin discapacidad.
Tatiana cuenta que aún hay espacios enfocados únicamente en dicha población, sin embargo, existe una mayor interacción entre los asistentes, ya que una persona con discapacidad auditiva, visual o perteneciente al espectro autista puede ser guía durante cualquier recorrido.
Para ser mediador en el Museo, primero se debe cursar un programa de formación durante un año. Una vez culminado el programa, la persona puede postularse a convocatorias para trabajar en exposiciones temporales o permanentes.
Actualmente el Museo Nacional cuenta con ocho personas con discapacidad vinculadas en calidad de mediadores. Históricamente han participado catorce personas. Además de liderar los recorridos y talleres, Tatiana explica que también participan en la estructuración de todas las políticas y adaptaciones que se hacen en el museo, siguiendo, así, el principio universal de “Nada sobre nosotros sin nosotros”.
“Siempre se busca que cuando se hace la contratación de mediadores haya un cupo para la comunidad con discapacidad. El Museo adapta las estrategias de comunicación para que las convocatorias efectivamente les lleguen a estas comunidades”, comenta la funcionaria.
Para ella, además, esas “adaptaciones especiales” que se hacen para las personas con discapacidad al final terminan representando una oportunidad para que los demás asistentes interactúen con texturas, olores y sonidos, algo que normalmente no va incluido en las experiencias museológicas.
Con este programa, el Museo Nacional trabaja para demostrar que sí es posible convivir en espacios como iguales a pesar de las diferencias cuando se utilizan los sentidos que sí se comparten. Su meta es que, a futuro, ya no tenga que existir un área de Comunidad, Accesibilidad e Inclusión, sino que el tema haga parte de la normalidad del museo y de la sociedad.
“Llevamos más de veinte siglos entendiendo a las personas con discapacidad como una minoría, infantilizándolos o viéndolos con ojos de misericordia. Con este espacio en el museo siento que ya nos vemos como un todo colectivo, no como una sociedad segmentada”, concluye.