Memoria de corto plazo: ¿por qué hay cosas que se nos olvidan tan rápido?

La memoria a corto plazo puede definirse como la manera en la que la memoria permite retener una cantidad muy limitada de información durante cortos periodos de tiempo, por esa razón a veces se olvidan cosas que sucedieron hace poco tiempo, como nombres o donde se quedaron objetos como llaves o gafas. Estas dos características son las que la diferencian de la memoria a largo plazo.

La capacidad de la memoria a corto plazo puede variar dependiendo de las personas, unas suelen olvidar las cosas con mayor rapidez que otras. Igualmente, puede verse afectada por el tipo de cosas que se tengan que recordar.

Por su parte, la duración de la memoria generalmente es de hasta 30 segundos, pero este tiempo puede ampliarse con algunas técnicas como repetir constantemente lo que necesitamos recordar, si se le da un significado que vaya más allá de los simples datos, o incluso con ejercicios de respiración que ayudan a activar la memoria.

Cómo funciona la memoria a corto plazo

La memoria a corto plazo es la encargada de retener información durante un periodo corto de tiempo y puede funcionar como un “almacenamiento intermedio” entre la memoria sensorial y la memoria a largo plazo.

La información que se guarda en la memoria a corto plazo se mantiene activa a través de un proceso llamado repetición. Durante este proceso la información se repasa mentalmente, de manera inconsciente, para mantenerla en la conciencia.

Sin embargo, su capacidad tan limitada hace que este proceso sea interrumpido por nueva información, por lo que la información previa termina borrándose. Sin embargo, estos olvidos pueden ir más allá del funcionamiento de la memoria a corto plazo, por eso es importante conocer los síntomas de alarma de la pérdida de memoria.

Para qué sirve la memoria a corto plazo

Aunque sus características hacen parecer que la memoria a corto plazo no tiene un objetivo importante en nuestras vidas, en realidad desempeña un papel vital, además de que es el tipo de memoria más utilizada en el día a día.

Es esencial para realizar tareas tan básicas como recordar un nombre, un número de teléfono, una dirección y para poder seguir una indicación.

Igualmente, es la responsable de poder seguir y comprender las conversaciones, pues mantiene activa la información dada por las otras personas, mientras se formula una respuesta, se interpreta el contexto de la conversación, e incluso mientras se descifran las intenciones del interlocutor.

Estos son algunos ejemplos de cómo la memoria a corto plazo está presente en la vida. Cuando alguien nos dicta un número de teléfono y se debe recordar mientras se guarda en algún lado, una vez haya sido anotado será olvidado.

Mientras leemos, sea un libro o una publicación en redes sociales, la memoria a corto plazo retiene el inicio de una frase, lo que hace que sea posible comprender el final; esto mismo ocurre con las conversaciones, se recuerda el inicio de la frase para poder entender qué sucede al final.

Cómo fortalecer la memoria a corto plazo

Existen algunas formas para ejercitar y fortalecer la memoria a corto plazo y mejorar las habilidades cognitivas relacionadas con esta.

• Repetición: se basa en repetir mentalmente la información muchas veces, esto ayudará a retenerla por más tiempo y facilita la transferencia a la memoria a largo plazo.
• Agrupación: esta técnica consiste en organizar la información, grupos o categorías, esto facilitará el manejo de la información. Por ejemplo, si necesita recordar un número de teléfono, será más fácil hacerlo si agrupa los dígitos en parejas.
• Elaboración: aunque puede ser complicado, esta técnica se basa en asociar la nueva información con otra ya existente en la memoria a largo plazo.
• Visualización: es más fácil recordar una información cuando se utilizan imágenes mentales. Crear imágenes con la información recibida ayudará a que no se borre tan fácil.
• Técnicas nemotécnicas: esta técnica se basa en recordar la información creando rimas, canciones, acrónimos, entre otros.
• Estilo de vida saludable: Aunque no se trata de una técnica en sí, se ha demostrado que los hábitos saludables como una dieta balanceada, evitando productos milagrosos para mejorar la memoria, un descanso adecuado y la práctica de ejercicio pueden favorecer el rendimiento cognitivo.