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“No quiero volver al hambre”: Wilmer, niño wayúu que lucha contra la desnutrición crónica

Wilmer tiene las orejas prominentes y, como es común en esta región, su estatura no coincide con su edad. Tiene ocho años y su altura es de 80 centímetros, es decir, lo que mide un niño de dos años y medio.

“No quiero volver al hambre”: Wilmer, niño wayúu que lucha contra la desnutrición crónica

W Radio llegó hasta la ranchería Witka, en La Guajira, donde la situación de los niños no es muy distinta a la que les conté de Érika: aquí no hay muestras de que se haya prendido el fogón, no hay agua y los dos perros presentes están punto de desaparecer.

En medio de todo, hay un niño que sobresale entre los demás y no es precisamente por su tristeza. Es evidente que pertenece a esta comunidad indígena, pero hay algo en su semblante que es distinto.

Se llama Wilmer, tiene las orejas prominentes y, como es común en esta región, su estatura no coincide con su edad. Tiene ocho años y su altura es de 80 centímetros, es decir, lo que mide un niño de dos años y medio.

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Wilmer, al igual que 500.000 niños hoy en Colombia, sufrió de desnutrición crónica, por lo que su futuro no podrá estar más allá de un trabajo no calificado. Sin embargo, este niño ha hecho de todo para salvarse, según lo relata Rebeca Badillo, directora del Banco de Alimentos de La Guajira.

No quiere regresar a casa. En el segundo rescate, él se subió a nuestro carro y se aferró a nuestras piernas diciendo que él tenía mucha hambre y que iba a morir. Nos lo llevamos y ahora le preguntamos si quiere volver y sencillamente dice: no quiero volver al hambre”, relata Badillo.

En sus primeros años de vida, Wilmer fue llevado tres veces a los centros de recuperación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF. Sin embargo, cuando regresaba a su ranchería, rápidamente volvía a bajar de peso y a entrar en crisis.

Por fortuna, la red de Bancos de Alimentos (Abaco), en unas de sus jornadas humanitarias, lo encontró. Al ver su estado crítico de desnutrición, puso en marcha todo un plan para salvarlo.

Este plan incluye mantener al niño en un hogar solidario durante varios meses, en el cual una familia decide alimentarlo con una minuta especial de nutrición. Por supuesto, el vínculo amoroso que se crea es inquebrantable.

Incluso, ya se volvió costumbre encontrar a las niñas wayúu perfectamente arregladas, con sus vestidos coloridos, esperando a que en algún momento un voluntario decida llevárselas para salvarles la vida.

“Ve las caras. Tú ahorita te vas a dar cuenta de cada niño con su bolsita, un banano que para algunos puede ser insignificante, pero para ellos es la gloria. Hay niños que este año no habían comido un banano, entonces verles esa sonrisa es bellísimo. Cuando tú te vas a montar en el carro, te dicen: ¿cuándo vuelves?”, afirma Sandra Guillot, trabajadora social wayúu y traductora oficial de esta travesía.

En Colombia se pierde en promedio el 30% de los alimentos que se producen y 9,7 millones de toneladas se van a la basura anualmente. Ante esto, Abaco está rescatando alrededor de 31.000 toneladas, con lo que logra beneficiar a más de 1′200.000 personas, incluyendo a nuestro personaje de hoy: el querido Wilmer.

“No quiero volver al hambre”: Wilmer, niño wayúu que lucha contra la desnutrición crónica