Exmagistrado del Consejo de Estado negó por casi 40 años la paternidad de dos hijos
La Comisión de Disciplina Judicial suspendió la tarjeta profesional a una abogada que dilató por años el examen de ADN.
Exmagistrado del Consejo de Estado negó por casi 40 años la paternidad de dos hijos
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Imagen de referencia de justicia.
Hace unos días, la Comisión Nacional de Disciplina Judicial, con ponencia del magistrado Juan Carlos Granados, ordenó en última instancia suspender por 8 meses la tarjeta profesional de la abogada Nohra Emilia Carbonell Rojas por haber usado recursos dilatorios para entorpecer e impedir por años la práctica de un examen de ADN que buscaba establecer la paternidad de dos hijos negados por un hombre muy importante.
Este es apenas el final de la historia que les quiero contar hoy y que implica a un hombre valiente haciendo cosas que, definitivamente, no son valientes.
El abogado cartagenero Nicolás Pájaro Peñaranda es un jurista muy respetado que llegó al Consejo de Estado, el máximo tribunal de lo contencioso administrativo, después de recorrer todos los peldaños de su profesión.
Cuando se presentó la criminal toma del Palacio de Justicia por parte de la guerrilla del M-19, seguida de la no menos criminal retoma militar de la edificación, el doctor Pájaro Peñaranda era magistrado auxiliar del Consejo de Estado.
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Él salió del Palacio de Justicia gravemente herido con una bala alojada en su espalda. Lo hizo unos segundos después del también magistrado auxiliar Carlos Horacio Urán, quien salió vivo del Palacio de Justicia, pero cuyo cadáver fue encontrado al día siguiente en las ruinas de la edificación incendiada.
Gracias a la labor de la fiscal Ángela Buitrago y a la investigación periodística de Noticias Uno, quedó establecido que el magistrado Urán salió herido del Palacio, fue torturado, asesinado y su cuerpo fue plantado en el edificio para simular que había caído en combate.
Además de los videos que lo demuestran, uno de los principales testigos fue el magistrado Nicolás Pájaro Peñaranda quien recibió amenazas para que no revelara la verdad. Esas amenazas arrancaron desde cuando estaba recluido en un centro hospitalario recuperándose de las heridas.
Con destacable valor, y por muchos años, el testimonio del magistrado Pájaro Peñaranda ha sido decisivo para reconstruir lo que pasó en un baño del Palacio de Justicia donde estuvieron encerrados y custodiados por los guerrilleros varios magistrados, abogados y miembros del personal administrativo.
También para establecer los procedimientos brutales que usaron varios miembros de las Fuerzas Armadas y que causaron la muerte de muchos inocentes.
Sin embargo, la vida de los seres humanos está hecha de luces y de sombras.
Los asaltos al Palacio de Justicia tuvieron lugar los días 6 y 7 de noviembre de 1985. Diez semanas antes, el 22 de agosto de 1985, nacieron en Bogotá los gemelos José Luis y Juan David Serna Arbeláez, hijos de una relación extramatrimonial del entonces magistrado auxiliar Nicolás Pájaro Peñaranda con la señora Martha Serna Arbeláez.
Uno de los niños, Juan David, presentó condiciones de salud limitantes e incurables desde su nacimiento.
Tres años después, mientras la carrera del magistrado iba en fulgurante ascenso, la madre interpuso una demanda de filiación natural para que el magistrado reconociera la paternidad de los niños.
Lo que les voy a contar es verdaderamente asombroso: a pesar de que existió una prueba de sangre que demostró la compatibilidad entre los hijos negados y el magistrado, el juzgado primero civil de menores decidió negar la paternidad en 1988.
Quince años después de este fracaso, cuando la ley aprobó las pruebas de ADN, la madre insistió en su demanda. En el año 2003 el juzgado décimo de familia de Bogotá negó la pretensión acogiendo la tesis del magistrado según la cual ya había “cosa juzgada” en el asunto. Y no tenía que someterse a la prueba genética.
Los niños crecieron y uno de ellos, José Luis Serna Arbeláez, decidió estudiar derecho, como su padre. Usó los conocimientos que había adquirido en la universidad para reclamar los derechos que la justicia les había negado a él y a su hermano.
En 2016, cuando ya tenían 21 años, pidió por acción de tutela que se anulara el fallo anterior y que se ordenara la realización de la prueba de ADN. Perdió el caso en la Sala de Familia del Tribunal Superior de Bogotá.
Lo llevó a la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia y volvió a perder en 2017.
Finalmente, el tema llegó en revisión a la Corte Constitucional, que anuló lo actuado y ordenó que el Juzgado Décimo de Familia revisara el tema negado 20 años antes y ordenara la práctica del examen de ADN.
Ese examen establecería con 99.9 por ciento de certeza que el ya exmagistrado Nicolás Pájaro Peñaranda es el padre de los dos muchachos y que debe responder por su manutención. Como no quiso someterse a la prueba, fue declarado padre como lo establece la ley.
La decisión fue apelada nuevamente y confirmada por la Sala de Familia del Tribunal Superior de Bogotá que ratificó la decisión de paternidad positiva.
Por abusar de los recursos jurídicos en las dilaciones, la abogada del magistrado fue sancionada hace unas semanas con la prohibición de ejercer por ocho meses, su profesión.
El caso tan largamente estudiado no ha terminado. Ahora irá a casación a la Corte Suprema de Justicia.
El abogado José Luis Serna Arbeláez, quien tiene 36 años, la mayoría de ellos luchando para que su padre reconozca su paternidad, habló en El Reporte Coronell.
Dijo que, con quien sería su padre “solamente nos hemos visto en estrados judiciales, en el juzgado décimo de familia”.
Además dijo que quiso estudiar derecho por el karma. “Yo pienso que en esta vida, la misma te da el karma con sus mismas herramientas, siendo (su padre) un jurista de ese nivel, que reciba esa lección con su propio conocimiento es la mejor lección de todas”.
Así mismo, tras ser cuestionado si le gustaría llevar el apellido de su padre fue tajante y dijo que “nunca”.
También explicó en el marco de lo que sigue en el caso, que “lo único que se es que el juzgado décimo lo condeno a que pasara una suma de dinero para mi hermano, pero él no lo ha hecho y prefirió pagar una causación para ir a casación en la Corte Suprema de Justicia, esperemos que la corte y su sabiduría falle al derecho”.
Adicionalmente, que en el caso “se viene justicia, se viene un ejemplo para todo el mundo de persistencia, que así te digan 20 mil personas o jueces que no se puede, siempre se puede, se puede contra quien sea”.
Expresando finalmente que todo este caso jurídico, es “una batalla de David contra Goliat, es una guerra de David contra Goliat”.
Ahí tienen ustedes un retrato de la justicia colombiana. Por un lado, de la demora en tomar decisiones que estaban claras hace 30 años, por otro de la desigualdad ante los tribunales cuando los débiles enfrentan a los poderosos.
En días así, uno tiene que agradecer más que nunca la existencia de la acción de tutela que –también con considerables demoras– está sirviendo para poner en orden este asunto que aún no termina.
A propósito de la acción de tutela, el constituyente Juan Carlos Esguerra quien fue su mayor impulsor en la Asamblea de 1991, lanza por estos días un libro llamado ‘Los Cimientos de la Constitución’.
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