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El horror de los falsos positivos en La Guajira: medio pollo asado por cada muerto

Dos laureados coroneles del Ejército, visiblemente afectados, reconocieron su responsabilidad por esos crímenes en el Grupo Mecanizado Rondón. Las víctimas eran calificadas de “muñecos” y las armas a implantarles de “juguetes”.

Miguel Beltrán Chacón y César Oswaldo Morales.  Cortesía JEP

Miguel Beltrán Chacón y César Oswaldo Morales. Cortesía JEP

La W tuvo acceso a la confesión de varios exintegrantes del Grupo Mecanizado Rondón en La Guajira en 2007, quienes ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) relataron su involucramiento en abominables crímenes, asesinando civiles por sospecha, o matando en combates simulados a supuestos integrantes de grupos armados por orden directa de su comandante, el coronel (r) César Oswaldo Morales, quien llegó a dirigir la Brigada 18 antes de ser detenido por esos falsos positivos en 2012.

Entre los testimonios conocidos por W Radio, se encuentran precisamente el del coronel Morales y otro laureado oficial del Ejército Nacional, el coronel (r) Miguel Beltrán Chacón, oficial de operaciones bajo la comandancia de Morales en el Rondón, y quien durante su versión voluntaria ante la JEP varias veces se quebró en llanto al reconocer su responsabilidad en esos asesinatos.

De verdad que estoy arrepentido de todo esto que sucedió, de esta forma yo le fallé a mi familia, le fallé a Dios, le fallé al pueblo colombiano y al pueblo de La Guajira que se vio afectado por todo esto. Hoy estoy asumiendo las consecuencias de todo esto señor magistrado (...) me da vergüenza todo esto” señaló el coronel Beltrán.

Dentro de las cosas más aterradoras reveladas por el coronel Beltrán se encuentra la entrega de medio pollo asado a cada soldado luego de dar cada “baja” en las “operaciones” que adelantaba el grupo mecanizado.

Me acuerdo todo lo de mi coronel Morales porque sí, él en todas las operaciones que se obtenían resultados pues ya fuera antes de salir de permiso les dieran el medio pollo o en algunas ocasiones se mandaba el medio pollo allá a la unidad cuando estaba en el área. El único premio que se les daba así tangible era el medio pollo, medio pollo para cada soldado” reveló el exjefe de operaciones del Grupo Rondón.

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De hecho, dentro de sus relatos, el coronel Beltrán reveló la forma en la que el coronel Morales, comandante del Grupo Mecanizado y encargado de velar por la seguridad de la población, ordenaba (como informa sucedió en una ocasión) guardar clandestinamente armas, sin reportarlas, claramente para poderlas colocar a las víctimas al momento de matarlas.

“Le informé al coronel: mi coronel el teniente Junco me está diciendo que encontró un fusil, ¿lo reporto como material recuperado? y me dijo no, déjeselo al teniente que el teniente lo guarde, entonces ya el teniente sabía de la orden de que ese fusil lo tenía que cargar (...) él me dijo no lo reporte, que el teniente lo guarde y ya sabe qué tiene que hacer con ese fusil” narró el coronel Beltrán.

Pero las confesiones no se detienen ahí, de acuerdo con los testimonios de los soldados que mataron de primera mano a las personas, en una de las operaciones ficticias, los soldados del Grupo Mecanizado se disfrazaron de paramilitares, de Águilas Negras, para engañar a la víctima y generarle confianza en una falsa oferta de unirse a ese grupo criminal (del cual se hicieron pasar como miembros). Para ello, se quitaron la parte superior de su uniforme, posteriormente fusilaron a la persona y la presentaron como baja en combate en zona rural del municipio de Villanueva.

“Ese día no íbamos uniformados, íbamos de negro, íbamos a organizarnos como parte de una estructura de las Águilas Negras, esa fue la fachada que nosotros utilizamos y él accedió, en ningún momento puso resistencia. La persona la dio de baja el mayor Henry Tamayo Berrío” señala la confesión de uno de los implicados, el teniente Diego Armando Junco.

LA PUNTADA FINAL: LA ACEPTACIÓN DEL COMANDANTE MORALES POR ORDENAR Y FACILITAR ESOS CRÍMENES

La W además de los testimonios del coronel Beltrán Chacón o el teniente Diego Armando Junco (uno de los involucrados en los homicidios), también conoció la confesión directa del coronel César Oswaldo Morales, comandante del Grupo Mecanizado Rondón en 2007, quien reconoció su responsabilidad por acción y por omisión en más de 10 homicidios perpetrados por sus hombres.

De acuerdo con lo dicho por Morales, aunque el excomandante del Ejército general (r) Mario Montoya nunca dio una orden directa de asesinar civiles la presión por resultados sobre los comandantes de unidades militares como él era evidente, al punto de decir (según Morales) que si no eran capaces de dar bajas entonces “consiguieran unos cuerpos en la morgue y se los presentaran”.

“Yo fui consciente de todo esto cuando estuve en prisión. Eso me ha llevado a la profunda reflexión de mi responsabilidad no solo jurídica sino moral ante los ojos de Dios como me estoy viendo yo, si mis hijos y mi esposa supieran de esto en detalle yo con qué cara los miraría a ellos. Estoy aquí sentado con toda la vergüenza del mundo proporcionando estas verdades” señaló el coronel Morales al pedir perdón a las víctimas y a la sociedad.

Según lo confesado por el coronel Morales (quien cabe decir negó cualquier participación en la planeación y ejecución en detalle de las operaciones) siempre creyó que las personas a las que iban a matar eran realmente integrantes de grupos armados ilegales, y afirmó que en varias ocasiones dio la orden de organizar los asesinatos, así como el traslado y entrega de armas y otros elementos a la zona donde sus hombres habían fusilado a las personas que algunas veces fueron amarradas previo a su asesinato.

Asumo la responsabilidad total señor magistrado porque en ese momento yo tenía la información total de que el teniente iba a actuar de manera ilegal para asesinar a esta persona. Yo, efectivamente en presencia del oficial de inteligencia y el de operaciones autoricé para que lo hicieran” indicó el coronel Morales.

Es más, según lo relatado por el excomandante del Grupo Mecanizado una vez encontró al capitán Robert Mesa organizando una escopeta para que funcionara (sabiendo cuál sería su destino), y en uno de los asesinatos envió al sargento Castellar Pérez hasta el lugar de los hechos con el arma y los elementos para ponerle a la persona asesinada.

Cabe decir que según la confesión de los soldados en el Rondón se usaban eufemismos como “tengo muñecos pero no tengo juguetes” para referirse a las víctimas que iban a matar cuando no había armamento para colocarles.

“Yo no eludo la responsabilidad señor magistrado, tuve que ocuparme de dar la orden de que una unidad al mando del sargento Pérez Bravo Castellar se desplazara hasta un lugar cercano donde se encontraba el teniente, para que previa coordinación con el oficial de operaciones, le enviaran al teniente un material que le permitiera legalizar la muerte de esas personas” afirmó el coronel Morales.

Según lo dicho por Morales, la práctica de cometer asesinatos y presentarlos como supuestas bajas en combate en esa unidad militar venía desde antes de su llegada, y él consintió y se quedó callado desde un inicio frente a la ocurrencia de esos crímenes y luego se adhirió a la “empresa criminal”:

“Tuve tiempo para reflexionar allí y decir Dios mío pero en qué momento, en ese momento del conflicto, soy un loco desquiciado de haber yo permitido, facilitado y ordenado y consentido la comisión de tantos delitos tan atroces, de pensar que las familias ahora están enfrentando dolorosamente esta situación” sentenció el laureado oficial.

El excomandante del Rondón además reveló que en uno de los primeros casos donde tuvo sospechas de tratarse de una ejecución extrajudicial (porque los cuerpos estaban vestidos con ropa impecable) decidió adelantar una investigación, de la cual informó al general (r) Justo Eliseo Peña quien se desempeñaba como comandante de la División, pero a pesar de tener conocimiento de las denuncias de la prensa y la información de su propio comandante de unidad militar, según Morales, Peña no “se puso encima” del caso.

“Él no me dijo nada más, ni por qué cree eso, solamente me dijo pues sáquelos y haga la investigación. Recuerdo que cuando le mostré el periódico, él habló con alguien, se comunicó creo que con el comando del Ejército” fueron las palabras de Morales.

Asimismo, en el marco de su reconocimiento de responsabilidad por ordenar la consumación de esos homicidios de civiles el coronel (a diferencia de otros comandantes de batallón que han señalado que sus subalternos los engañaron) afirmó que decir que fue timado por sus soldados sería similar a ser un “monigote”, por lo cual aceptó los crímenes que se le enrostraron y por los cuales estuvo detenido en su momento.

Me cabe la responsabilidad porque soy el comandante, negar y decir yo que ocurrió a mis espaldas sería tanto como decir que yo era un monigote manipulado por mis soldados para esto, yo entiendo la responsabilidad que me cabe sobre esto, y como decía el postulado de una de las víctimas; nos están asesinando los que tienen que protegernos, y eso fue así” sentenció el coronel Morales.

Finalmente, el excomandante del Grupo Rondón aceptó que se practicó la formulación de órdenes de operaciones (documentos que autorizan la incursión militar) con información irregular para de esta manera legalizar los homicidios. También sentenció que se adhirió a esa empresa criminal, en la que todos sabían que estaban cometiendo delitos, porque en su caso personal creyó que “la justicia nunca lo iba a alcanzar”.

LAS VÍCTIMAS Y EL DOLOR POR UNA BEBÉ

Dentro del numeroso grupo de víctimas de falsos positivos que dejó el Grupo Mecanizado Rondón sin duda hay casos estremecedores, entre ellos por ejemplo el asesinato de María Helena Pertuz y particularmente Enrique Pedrozo Vanegas, a quien los soldados acusaron de generar animadversión sobre el proyecto de hidroeléctrica en el río Ranchería, y de enviar cartas extorsivas pero el hombre no sabía escribir.

El asesinato de esta persona se dio junto a su pareja en su misma casa donde se encontraban con su bebé de seis meses en febrero de 2007 en Caracolí (San Juan del Cesar). Lo también grave, es que el Ejército entregó la niña a Bienestar Familiar y hoy la familia no sabe de su paradero.

“Las personas que perdieron la vida allí perdieron la vida de manera miserable, por cuenta mía y por cuenta de las decisiones del sargento. Se debieron garantizar sus derechos como seres humanos, como campesinos, como miembros de una comunidad, como cabezas de una familia y como padres de esa niña Dios mío, si hay algo que me ha martirizado toda la vida es la situación de la niña” dijo el coronel sobre los hechos relacionados con la bebé que hoy ya es una adolescente.

De hecho, la prima de la menor (que hoy tendría 15 años de edad), quien intervino en la audiencia, pidió como una forma de reparación la localización de la niña para que regrese al seno de la familia. Otras víctimas se quebraron en llanto, y recriminaron duramente al coronel Morales por la forma en que el Rondón les arrebató a sus seres queridos.

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