Un Brasil paralizado va a la euforia con su primera victoria en el Mundial
Brasil se paralizó este jueves para ver el partido en el que la Canarinha se impuso por 2-0 a Serbia, el primer triunfo de la selección en el Mundial de Qatar 2022 y en el que sobresalió el debutante Richarlison.
La gente cambió su atuendo habitual de ir al trabajo por la camiseta amarilla que identifica a la selección brasileña, que vistió las calles de las principales ciudades del país desde tempranas horas.
Las calles se atiborraron desde poco después del mediodía con transeúntes de todas las edades caminando a paso apresurado por las calles y conductores impacientes por llegar a tiempo al encuentro en medio de embotellamientos que impedían avanzar.
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En la icónica playa de Copacabana, en Río de Janeiro, miles de aficionados de todas las edades se dieron cita hacia el medio día para entrar en ambiente en el ‘Fan Fest’ montado por la FIFA, donde no faltó música ni alcohol.
A diferencia de Qatar, conseguir cerveza fue tarea fácil y asequible con decenas de vendedores ambulantes haciendo su agosto en pleno noviembre al ritmo del rapero Ferrugem, que mezcló sus más reconocidos temas con cánticos de clima futbolero.
Esta situación se vio también en el noreste del país en Salvador (Bahía), donde los tambores retumbaron para dar ritmo al partido y en Sao Paulo, la ciudad más grande y poblada de Brasil, que reunió a miles de hinchas en el Fan Fest montado en la tradicional plaza de Anhangabaú.
En la nación donde el fútbol es casi una religión, el sector público y varias empresas privadas dieron la tarde libre para disfrutar del partido. Otras optaron por parar actividades para verlo en gigantescas pantallas.
En el enorme centro de distribución del portal de comercio electrónico Mercado Libre, ubicado a las afueras de Sao Paulo y que en vísperas del siempre esperado “Black friday” trabaja en turnos redoblados, cientos de empleados frenaron sus operaciones para admirar a su selección.
Los nervios venían acumulándose en un Brasil pendiente de la Canarinha y tras varios intentos fallidos el alma volvió al cuerpo de los aficionados cuando Richarlison, en el minuto 60, abrió el marcador para Brasil, debutando con honor en su primer Mundial.
Los ánimos no alcanzaron a apaciguarse cuando el delantero, que fue estrella de la selección que se llevó el oro en los Olímpicos de Tokio, repitió la faena tan solo unos minutos después aumentando la ventaja con un golazo inesperado.
TODOS BAJO LA MISMA BANDERA
Lo mismo se vio en Brasilia, donde representantes de los gobiernos entrante y saliente que trabajan en el proceso de transición dejaron sus diferencias por un par de horas para unirse alrededor de la selección.
En el primer encuentro de la selección, la bandera de Brasil volvió a ser de todos y dejó atrás el simbolismo del que quiso apropiarse la ultraderecha de Jair Bolsonaro en el último cuatrienio.
Reunidos en el auditorio del Centro Cultural del Banco de Brasil, que sirve de oficina temporal para la transición, los equipos del presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, y del gobierno saliente de Bolsonaro vivieron la emoción del encuentro con un mismo objetivo: ver ganar a su selección.
Mañana volverán los debates y las diferencias que serán olvidadas de nuevo el próximo lunes cuando Brasil se enfrente a Suiza.