Secretos de la junta de Ecopetrol que eligió dos presidentes en 24 horas
El incidente deja tensiones entre los directores de la principal empresa del país.
Hoy les voy a contar la historia secreta detrás de la elección y posterior remoción del exministro Carlos Gustavo Cano en la Presidencia de la junta directiva de Ecopetrol.
Lo primero que hay que decir es que en una junta de miembros con peso propio, como ha sido tradicionalmente la de Ecopetrol, la Presidencia del directorio no es tan poderosa como uno podría imaginarse desde fuera.
Rara vez un presidente de junta directiva ha logrado inclinar por sí solo la decisión del grupo. Por lo general los temas llegan a la mesa con estudio y discusión previa de los directores y muy pocas veces hay sorpresas en las determinaciones. Dicho de otra manera, lo usual es que los consensos alrededor de las iniciativas se hayan “cocinado” con anterioridad a la reunión.
Así las cosas, la presidencia de la junta directiva de Ecopetrol es una posición muy honrosa pero no sustancialmente más poderosa que la de cualquier otro de los 8 directores. Debe presidir las reuniones y orientar los debates en los que muchas veces la voz cantante la llevan más los administradores: El presidente ejecutivo de Ecopetrol y sus delegados.
El presidente es el encargado de hacer llegar previamente a cada uno de los directores los documentos soporte de las discusiones y de velar por el cumplimiento de las decisiones tomadas por la junta pero ha sido tradicional que esas funciones ejecutivas estén delegadas en el secretario de la junta que es el secretario general de Ecopetrol.
Esa persona, cuyo cargo es menos fulgurante, es en la práctica quien se entiende con los directores, busca información para ellos y maneja la relación de la junta con la administración. Hoy la secretaria general de la junta es María Paula Camacho Rozo, vicepresidenta de asuntos corporativos y secretaria general de la empresa.
En la práctica y para todos los efectos ella es la segunda ejecutiva más poderosa de Ecopetrol, después del presidente, y el enlace entre la junta directiva y la administración.
Los nuevos miembros de la junta directiva –postulados por el ministro de hacienda José Antonio Ocampo—fueron elegidos el lunes pasado, 24 de octubre, en asamblea extraordinaria de accionistas y estaba previsto que esa junta tuviera su primera sesión el jueves y el viernes de la semana pasada.
Lo usual es que el primer día de la sesión se constituyan los 6 comités de apoyo de la junta y el segundo día se escojan el presidente y el vicepresidente del organismo.
Sin embargo, la decisión que era crucial no era ninguna de esas dos sino la formalización de una decisión que habían tomado el presidente Gustavo Petro y el ministro de hacienda José Antonio Ocampo: Esa decisión consistía en la ratificación del presidente ejecutivo de Ecopetrol Felipe Bayón Pardo.
Una decisión que no era fácil porque para muchos al interior del Gobierno significaba continuar la política de la administración de Iván Duque en el manejo de la principal empresa del país. El ministro José Antonio Ocampo lo percibe de otra manera.
Para él la continuidad de Bayón era una señal de tranquilidad hacia adentro de Ecopetrol y de estabilidad hacia afuera. Él convenció al presidente Petro de la bondad de esa decisión complicada teniendo en cuenta que el mandatario está en las antípodas de su antecesor en la percepción de la política energética y petrolera.
Como ese era el plato fuerte de la reunión a alguien se le pasó la preparación del resto de la mesa. Algunas personas me dicen que él que se descuidó fue el viceministro técnico de hacienda Gonzalo Hernández y en una junta como esta el que parpadea pierde.
Lo cierto es que la junta del jueves rindió que dio gusto –como decía el recordado Otto Greiffenstein—y terminaron no solo ratificando al presidente ejecutivo Felipe Bayón, nombrando en propiedad a la vicepresidenta corporativa y secretaria general María Paula Camacho, escogiendo los 6 comités de apoyo a la junta conformados por los directores, sino que les quedó tiempo.
Les quedó tiempo, que problema.
En mi vida anterior aprendí que hay que saber acabar una junta. Levantar a los miembros de la mesa y disolver la reunión con celeridad, cortesía y gracia es uno de los momentos cruciales para el éxito de una junta directiva.
Pero los directores siguieron ahí el jueves, sentados alrededor de la mesa, y ya entrados en gastos uno de los miembros de la junta, el doctor Luis Santiago Perdomo, alto directivo del grupo Colpatria y quien llegó a la junta por postulación del entonces ministro de hacienda Alberto Carrasquilla, tomó la palabra y sugirió un nombre para presidir la junta.
Se trataba de Carlos Gustavo Cano. El postulante subrayó las virtudes de Cano, señaló que es el más antiguo miembro de la junta en la que está desde 2017, así como su experiencia como ministro y miembro de la junta del Banco de la República.
Los demás miembros se miraron entre ellos, 5 de los 9 eran nuevos y asistían a su primera junta. Después de la generosa apología del postulante a Carlos Gustavo Cano, votar en su contra era casi vetarlo.
El viceministro Gonzalo Hernández no estaba y, por aquello del silencio, presumieron que el gobierno no tenía objeción y terminaron votando por Cano quien resultó reglamentariamente elegido presidente de la junta directiva de Ecopetrol.
Alguien pisó el acelerador de los comunicados y hacia las 7 de la noche por la cuenta oficial de twitter de Ecopetrol se difundieron tres noticias:
-La menos vistosa, la conformación de los comités de apoyo.
-La más importante en términos prácticos: la ratificación del presidente ejecutivo
-La más soprendente: la elección de un uribista de hueso colorado como presidente de la junta directiva
En los círculos especializados los anuncios cayeron bien porque se vieron como una señal de respeto del gobierno por la independencia de la principal empresa del país.
Una fuente me dice que inicialmente al ministro Ocampo tampoco le parecía tan mal porque –vamos a decirlo con claridad— él sabe cómo funciona Ecopetrol y conoce que las atribuciones del presidente de la junta no fijan la política de la compañía.
Sin embargo al presidente de la república Gustavo Petro, que sentía que ya había cedido suficiente, no le gustó ni cinco la elección de Cano y le ordenó al ministro de hacienda desmontarla a la mayor brevedad.
Los términos de esa conversación son un misterio pero el ministro Ocampo salió a decir el viernes este galimatías: “ayer se anunció prematuramente una decisión y hoy se anunció lo que se había decidido en esa junta, y además hay que recordar que la junta la preside alguien que haya elegido el gobierno de turno”
Lo que pasó fue que el viernes, el viceministro Gonzalo Hernández llegó a primera hora, con instrucciones claras, a pedir una nueva votación.
La junta acordó que las decisiones que se tomaran ese día, el viernes pasado, solo serían comunicadas al final de la sesión, a las 7 de la noche, para que no afectaran los mercados y el efecto se diluyera durante el fin de semana.
Pero el doctor Carlos Gustavo Cano desde esa misma mesa mandó el whtasapp que todos conocemos y en el que dice que fue destituido en menos de 24 horas por decisión del presidente Petro y por su reconocida independencia frente al gobierno.
El rabionón que le produjo al doctor Cano la decisión del Gobierno lo llevó a incumplir la decisión mayoritaria de la junta.
Como sea, no estaba diciendo ninguna mentira.
Lo que queda claro de todo esto es que el gobierno, para este caso el señor ministro de hacienda y su viceministro técnico, no se habían preparado debidamente para la junta directiva de la empresa más importante de Colombia.
Todo habría podido ser más fácil y claro si en el marco de la junta, hubieran dicho que tenían otra postulación. El resultado habría sido el mismo, la elección del doctor Saúl Kattán como presidente de la junta, porque el gobierno tiene la mayoría pero se habrían evitado este terrible ruido que además deja innecesarias heridas en varios miembros de la junta.
El ministro Ocampo que acierta casi siempre, esta vez se descuidó.