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“Cada día desaparece una mujer”: Kimberly* cuenta cómo es crecer entre las balas

En el barrio de Kimberly* y Maria José hay presencia de dos grupos delincuenciales que han amenazado la niñez bonaverense desde hace unos años.

Imagen de referencia. / Vicente Mendez

Maria José… así se llamaba la mejor amiga de Kimberly*.

Además del lazo de amistad que las unió desde chiquitas, coincidían en muchas cosas. Ambas tenían 14 años, medían 1.58 metros, soñaban con ser arquitectas y fueron criadas en una de las comunas más peligrosas de Buenaventura.

“La cosa no estaba muy buena y había una banda de delincuentes. Estaban reclutando niñas de 10 años hacia arriba. A algunas, para sacarles información de las otras bandas, o si no, pues para matarles algún familiar”, relata Kimberly*, en el marco del especial Huellas de la Guerra de W Radio.

#NoHayDerecho

En el barrio de Kimberly* y Maria José hay presencia de dos grupos delincuenciales que han amenazado la niñez bonaverense desde hace unos años: ‘Los Shottas’, que prestan sus servicios a una disidencia de las FARC y ‘Los Espartanos’, que trabajan para el Clan del Golfo.

Kimberly* relata cómo ha sido crecer en medio de la incertidumbre, la angustia y las balas

“Vivir en medio de estas dos bandas es feo, es horrible… eso a cada rato era balacera, cada día se desaparecía una mujer, una niña”, cuenta.

Y sí: el día menos pensado, una de esas niñas desaparecidas resultó siendo María José, su amiga del alma: “A ella la secuestraron, la violaron, la descuartizaron y apareció en otro lugar”.

Con un roto en el pecho, así tendrá que vivir Kimberly el resto de sus días: “Al principio, yo sentí miedo, después tristeza y luego me dio rabia”.

Rabia… apenas natural sentirla después de haber perdido a quien confiaba sus secretos, con quien se reía a diario.

“Ella quería ser arquitecta, quería sacar a su familia adelante. Era muy alegre, era una niña feliz, jugaba con todo el mundo”.

Pero también siente rabia porque, como muchos, cree que estos grupos son más grandes que la fuerza del Estado: “¿Justicia? Casi no creo en eso, porque si no, hace rato se hubiera hecho justicia. Por donde yo vivo hay mucha Policía. Puede haber balacera, pero ellos no hacen nada. Se puede caer el mundo, pero ellos no hacen nada”.

Lo más grave es la afectación de estos grupos en los niños y adolescentes de la zona. Según datos recopilados por la Fundación Pares, casi un 40% de las 576 personas asesinadas entre 2017 y 2021 tenían entre 14 y 28 años.

Por ahora, mientras vive con ese remiendo en el pecho, Kimberly* decidió seguir con su vida y cumplir el sueño que los violentos le arrebataron a Maria José.

“Yo ahora quiero seguir estudiando, ayudar a mi familia y quiero ser una gran arquitecta. Yo creo que puedo cumplir mi sueño, aunque sea en otro país, aunque esté muy amañada en Buenaventura, pero pues toca”, concluyó.

Escuche la historia de Kimberly* en La W:

“Cada día desaparece una mujer”: Kimberly* cuenta cómo es crecer entre las balas