Ucrania: Disparos contra convoy donde iba enviado del papa Francisco en Zaporiyia
Don Corrado Kraiewski, limosnero del papa Francisco, tuvo miedo esta vez. “Por primera vez en mi vida, no sabía hacia dónde correr, porque no basta con eso, hay que saber hacia dónde”.
De regreso a Zaporiyia, tras haber pasado por Odessa y Kharkiv, en el corazón del conflicto entre rusos y ucranianos, el convoy humanitario en el que viajaba el enviado del papa junto con otros sacerdotes y obispos para llevar ayuda a las poblaciones en dificultad, en una de las zonas más difíciles, fue alcanzado por una serie de disparos.
Todos llevaban cascos y chalecos antibalas, sabían perfectamente los riesgos que corrían, pero, de repente, ante la salva de explosiones, el coche tuvo que detenerse y todos tuvieron que buscar la forma de ponerse a salvo. Momentos ciertamente dramáticos que el cardenal Kraiewski relató unas horas más tarde a Vatican News, asegurando que todos estaban bien y que afortunadamente no había pasado nada.
La cuarta misión humanitaria del enviado papal corría el riesgo de acabar mal. El papa Francisco quería enviar al cardenal enviado a las zonas de guerra ya que por el momento no puede ir a Ucrania, por lo que se dice también le gustaría ir a las zonas de Donbass y Lugansk pero todo es muy desaconsejable tanto por problemas de seguridad como por su enfermedad de rodilla, por lo que también esta vez ha enviado a Kiev al polaco Kraiewski, que no es ajeno a las misiones humanitarias de alto riesgo.
El prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad seguía así la ruta prevista con la intención de llegar a Kharkiv.
Con los que se comunicaron con él por teléfono, intentó incluso cambiar de tema: “Hoy es un día especial porque se cumplen nueve años desde que el Santo Padre me eligió como Elector y desde que fui ordenado obispo”.
Pero luego, presionado por las preguntas, explicó que ante esta “absurda tragedia de la guerra”, el papa le envió a una misión. En ese momento estaba con “dos obispos, uno católico y otro protestante, y acompañado por un soldado”. Acababan de cargar la furgoneta con provisiones y se dirigían a una zona de muy alto riesgo en la que “aparte de los soldados, ya no entra nadie” porque los disparos son cada vez más intensos. “Pero es precisamente allí donde la gente está más necesitada y espera una mano amiga, ayuda y alimentos”.
A pesar del peligro, los coches del convoy siguieron su camino. Se reunieron con la gente y descargaron las provisiones, pero en la segunda de las paradas previstas, sucedió que el grupo fue recibido por disparos y el cardenal, junto con los demás, tuvo que ponerse a salvo. Todo se consumió en poco tiempo. Luego, una vez controlada la situación, reanudaron el viaje. “Al final todo fue bien y la ayuda se entregó hasta el último, incluso los rosarios bendecidos por el Papa: los que los recibieron se los pusieron inmediatamente al cuello”. El cardenal insiste en que “faltan lágrimas y faltan palabras” para describir la destrucción de Ucrania. Hoy, “reitera, sólo se puede rezar y repetir: Jesús confío en ti”.