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La conversación pendiente con María del Pilar Hurtado

María del Pilar Hurtado, exdirectora del DAS, sale de la cárcel sin revelar quien le dio la orden de hacer seguimientos ilegales pero hay pistas muy claras.

La conversación pendiente con María del Pilar Hurtado

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María del Pilar Hurtado. Foto: Colprensa

Colombia

Me da gusto que María del Pilar Hurtado, exdirectora del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), salga de la cárcel y pueda irse a su casa. Ella no es la única, ni la principal responsable de lo que pasó en el DAS, pero se convirtió en el chivo expiatorio para proteger gente más importante.

Debo contarles que fui víctima de los seguimientos ilegales del DAS cuando María del Pilar Hurtado era directora. Esto quedó demostrado en el proceso y condena contra ella y contra el secretario general de la presidencia Bernardo Moreno.

Aquí una parte de la sentencia leída por Fernando Castro Caballero, entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia:

  • “Se acreditó que, para los meses de abril y mayo de 2008, María del Pilar Hurtado presionó a sus subalternos para que obtuvieran información de Daniel Coronell debido a la molestia que le generaban al presidente de la República de la época los artículos publicados por dicho periodista. Razón para que se fijara como objetivo identificar sus fuentes en pro de lo cual se adelantaron actividades de seguimiento y vigilancia sobre este comunicador”.

Además de identificar mis fuentes, el DAS trató de encontrar elementos para desacreditarme y, como no pudieron hallarlos, trataron de crearlos. Mucho intentaron, pero nunca pudieron sustanciar nada judicialmente, entonces lo volvieron chisme de redes sociales y pasquines para que me causara daño para siempre.

Todo esto –y otras cosas que pronto les contaré – sabía ya para el día en que María del Pilar Hurtado me escribió un mensaje de BlackBerry, el teléfono de la época en 2010, donde me decía: “Daniel. Quiero tomarme un cafecito con usted. ¿Me invita?”.

El mensaje era desconcertante porque, para ese momento, tres exfuncionarios del DAS (Martha Leal, Fernando Tabares y Fabio Duarte Traslaviña) habían confesado la persecución de la que mi familia y yo habíamos sido víctimas siendo María del Pilar directora.

Para mí había sido doloroso porque, a pesar de la distancia con el gobierno, había tenido una buena relación periodista-fuente con la ya exdirectora del DAS. Nos reuníamos con alguna frecuencia y muchos fines de semana desayunamos juntos para hablar de temas de actualidad.

“Yo quisiera hablar de un tema con sumercé”, me insistió María del Pilar. Total, terminamos reuniéndonos el sábado siguiente, pero ya no en un discreto restaurante de la carrera quinta, como solíamos hacerlo, sino en la que fue mi oficina en la sede de Noticias Uno.

Sobre María del Pilar Hurtado:

El hecho de que ella aceptara ir a un lugar tan vigilado fue para mí un indicio claro de que quería que el gobierno supiera que se estaba reuniendo conmigo.

Me contó que el aún presidente Álvaro Uribe le había recomendado que pidiera asilo político. También Uribe le había prometido llenarla de contratos en una empresa que recién había constituido, pero eso no terminó pasando.

Contratos y asilo. Dos maneras de garantizar su silencio.

Le pregunté por qué no contaba simplemente de quién había recibido las órdenes. No respondió. Solo se quedó callada.

Meses después, en noviembre de ese 2010, María del Pilar Hurtado salió hacia Panamá, entonces gobernada por Ricardo Martinelli, muy cercano a Álvaro Uribe y a sus hijos.

Me di cuenta de que acababa de llegar a esa ciudad porque una fuente de información la vio en el aeropuerto y me avisó inmediatamente. En ese mismo momento, antes de que saliera del aeropuerto de Tocumen, le envié un mensaje de BlackBerry preguntándole qué hacía en ese país. Me respondió muy rápidamente: “Atendiendo un cliente e intentando pescar otros dos. Lo noto muy dateado. Daniel, ¿me tiene chuzada?”.

Esa misma semana se hizo público que había solicitado el asilo. Su BlackBerry dejó de funcionar. Decidí irla a buscar a Panamá, siguiendo una pista muy débil.

Junto con dos queridas colegas, una colombiana y otra panameña, recorrimos algunos lugares que nos aseguraron que ella frecuentaba. Nunca coincidimos.

Hice un segundo viaje a Panamá porque una fuente de un organismo de inteligencia local me entregó una foto y la supuesta dirección de su domicilio. La foto era cierta pero la información resultó falsa.

Cinco años después, en 2015, el gobierno panameño, encabezado por Juan Carlos Varela, le revocó el asilo e Interpol expidió una circular roja pidiendo su captura. Ella se entregó a las autoridades colombianas en Panamá y un avión de la Policía Nacional la trajo de regreso a Colombia.

No volví a contactarla hasta el año pasado. Cuando cruzamos algunos correos electrónicos: ella, Julio Sánchez Cristo y yo. Allí quedó abierta la posibilidad de volver a hablar. Ella se mostró dispuesta a hacerlo.

En la madrugada de hoy le mandé un correo diciéndole que su libertad me alegra y recordándole que tenemos una conversación pendiente.

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