La historia secreta de la salida de Nicaragua del embajador de Colombia
Tenemos la nota diplomática que ocasionó el retiro de las credenciales del embajador Alfredo Rangel, a quien el régimen de Nicaragua le dio 72 horas para dejar el país.
La historia secreta de la salida de Nicaragua del embajador de Colombia
Colombia
Esta historia arranca el 21 de febrero. El gobernante nicaragüense Daniel Ortega aprovechó la celebración del aniversario de la muerte de Augusto César Sandino para arremeter contra Colombia.
- “Colombia es un narcoestado y no desde ahora”.
“Colombia es un narcoestado y no desde ahora”
A voz en cuello, Ortega usó la palabra “narcoestado” y subrayó los múltiples asesinatos de líderes sociales que ocurren en nuestro país.
- “No hay día en el que no está la noticia que en Colombia asesinaron un maestro, que asesinaron líderes sociales, que asesinaron guerrilleros que se desarmaron, que asesinaron niños”.
“No hay día en el que no está la noticia que en Colombia asesinaron un maestro, que asesinaron líderes sociales, que asesinaron guerrilleros que se desarmaron, que asesinaron niños”
Lo de narcoestado es inaceptable. Para ser francos, también hay que decir que las otras afirmaciones del gobernante nicaragüense no eran del todo falsas, pero una cosa es que tengan su pedazo de verdad y otra que las diga un jefe de Estado extranjero como parte de un discurso oficial.
Esa es una expresión hostil que no se puede quedar sin respuesta.
Las altisonantes declaraciones de Daniel Ortega fueron seguidas con atención en la Casa de Nariño que, dicho sea de paso, por medio de la poderosa jefe de gabinete María Paula Correa, ha ido tomando funciones que siempre habían sido del Ministerio de Relaciones Exteriores.
También en el Palacio de San Carlos, sede oficial de la Cancillería, se activaron las alarmas. Enseguida, se evaluaron las posibilidades y se decidió que Alfredo Rangel, en ese momento, embajador de Colombia ante Nicaragua, enviara una nota verbal de protesta.
En el lenguaje diplomático, nada es exactamente como suena. Para empezar, las notas verbales no son verbales sino escritas y la protesta es firme pero siempre esta morigerada por la cortesía del lenguaje. La diplomacia es el arte de envolver la pedrada en papel de regalo. Este no fue este el caso.
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La nota verbal de protesta que hoy revela El Reporte Coronell –porque hasta este momento no se había publicado ni en Nicaragua, ni en Colombia– dice lo siguiente:
- “En nombre del Gobierno de Colombia, la suscrita Embajada saluda atentamente al Honorable Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Nicaragua”.
Hasta ahí se sostuvo la corrección diplomática. El mensaje siguió de esta manera: “con ocasión de las ofensivas declaraciones realizadas el día de ayer por Daniel Ortega”.
Nótese que la nota no llama a Ortega “el señor Presidente de la República” ni “su excelencia”, solo “Daniel Ortega”, y continúa:
“(…) ofensivas declaraciones de Daniel Ortega en contra del Estado y del pueblo colombiano. Esas declaraciones son rechazadas contundentemente por el gobierno colombiano pues son una infamia que ofende el honor de un pueblo que ante el mundo ha demostrado su compromiso incondicional en la lucha por su seguridad y contra las amenazas a la seguridad regional, siempre en defensa de la estabilidad institucional y de los valores democráticos”.
La encendida nota verbal con características de diatriba continúa en estos términos que –¿cómo decirlo?– no son precisamente los más diplomáticos:
“Para el gobierno colombiano, esas delirantes ofensas no son más que una forma de distraer a la opinión pública internacional acerca de la crítica situación de los derechos humanos que padece el pueblo y la oposición democrática en Nicaragua, y sobre los duros cuestionamientos en torno a la legitimidad de un gobierno elegido como producto de la violación de los más elementales requisitos y garantías democráticas”.
Como descarga emocional, está perfecta pero quizás no sea el modelo de nota verbal que vaya a servir de ejemplo en las escuelas de diplomacia.
No quiero decir que lo que diga no sea cierto, Ortega es un tirano, un sátrapa que ha perseguido a sus contradictores políticos y que ha sido un depredador de la prensa libre. Pero quizás existan medios más adecuados para expresarlo que en un mensaje diplomático de la Embajada de Colombia en Managua.
En la iracunda carta, que parece más elaborada para causar la crisis que para resolverla, no aparece el nombre del embajador Alfredo Rangel, apenas un tímido sello de la Embajada y una firma ilegible.
Un par de días después, las agencias de noticias reportaron que Colombia había llamado a consultas al embajador Rangel a Bogotá.
La verdad es un poco distinta. Como lo había dicho la internacionalista Laura Gil en La Línea del Medio, el representante colombiano fue prácticamente expulsado de Nicaragua.
El embajador Alfredo Rangel fue citado a la Cancillería de Nicaragua donde el ministro de Relaciones, Denis Moncada, le comunicó que sus credenciales habían sido canceladas y le dio un término improrrogable de 72 horas para dejar el territorio nicaragüense.
Rangel salió de la cancillería nicaragüense con una nota verbal dirigida a la ministra de Relaciones Exteriores, Marta Lucía Ramírez. En la carta nicaragüense, enérgica pero más serena que la del embajador Rangel, el gobierno de ese país sostiene que la comunicación colombiana contraviene las normas diplomáticas e internacionales y agrega: “insolentemente emite juicios de valor sobre los asuntos internos de Nicaragua y ofende impúdicamente al Estado nicaragüense y su pueblo”.
Mientras existan relaciones, es necesario que alguien esté a cargo de la sede diplomática, por lo que el mismo 23 de febrero, la ministra de Relaciones Exteriores y vicepresidenta de la República, Marta Lucía Ramírez, expidió una resolución diciendo que, con autorización de la Presidencia de la República, se comisionaba al embajador Rangel para venir durante 25 días a Bogotá a consultas con el presidente y con ella sobre la situación en Nicaragua.
En el mismo documento se designa como encargado de negocios al segundo secretario, Francisco Niño. Ese encargo iba hasta el 25 de marzo.
Cuando faltaba un día para que se venciera el término, la canciller y vicepresidenta emitió una nueva resolución, encargando al secretario Niño mientras se designa y se posesiona un nuevo embajador.
En esa resolución, la Cancillería colombiana reconoce por primera vez que Nicaragua le retiró las credenciales al embajador Alfredo Rangel.
Sin embargo, aparentemente sigue siendo embajador. Aunque sin Embajada, cada mes puntualmente Alfredo Rangel recibe los 14.100 dólares mensuales de salario, unos 57 millones de pesos al cambio de hoy.