Luis Gonzalo Gallo: el cerebro financiero del despojo
Daniel Coronell da detalles de cómo Luis Gonzalo Gallo financiaba el despojo.
Él no desplazaba por odio. No lo animaba una venganza. No invocaba una razón de guerra. Quizás jamás ha tenido un fusil en sus manos. El cruel cerebro financiero de la operación masiva de despojo que a sangre y fuego le arrebató sus propiedades a más de 130 familias en Urabá, lo hacía únicamente para ganar más plata.
Luis Gonzalo Gallo Restrepo no es un paramilitar, como lo eran la mayoría de sus socios en este propósito. Era un hombre de magníficas maneras, lo criaron con cucharita de plata. Nació en Nueva York y creció en Colombia rodeado de privilegios.
Fue a estudiar su pregrado en una de las mejores universidades del mundo: la Universidad jesuita de Georgetown en Washington DC, la misma en la que se graduó el presidente de los Estados Unidos Bill Clinton.
Luego hizo un Master en Administración de Empresas en la Universidad de Harvard.
Empezó a trabajar en el banco JP Morgan de Nueva York y se destacó tanto que pronto lo nombraron vicepresidente de banca de inversión para América Latina.
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Fundó empresas e hizo parte de juntas directivas tan prominentes como la de Bavaria.
A Luis Gonzalo Gallo no le hacía falta nada en la vida, pero quería más.
Terminó en la junta directiva del Fondo Ganadero de Córdoba, asociado con testaferros de los paramilitares y organizando un despojo masivo de tierras.
En una decisión que retrata la banalización del mal, el sofisticado banquero Luis Gallo optó por convertir en espléndido negocio el desplazamiento forzado de los campesinos.
Nunca los vio como seres humanos que trabajaban de sol a sol para comer y mandar sus niños a la escuela pública. Esos campesinos, sus pequeñas propiedades, sus ranchos de palma, sus ilusiones y sus necesidades, para él eran solo un renglón en su hoja de Excel.
El acta 1705 del Fondo Ganadero, vehículo de los paramilitares para quedarse con el control de la zona dice que: “El señor LUIS GALLO, durante la sesión de la Junta, manifiesta que él como inversionista llegó al Fondo Ganadero de Córdoba para obtener “retorno” es decir, ganancias (…) Por ello puso en acción su capacidad de estratega inversionista para sacar avante la empresa”.
La forma de sacarla avante fue aliarse con Sor Teresa Gómez, la cuñada de Vicente y Carlos Castaño, para comprar a precio de quema --350 mil pesos por hectárea-- las fincas de los campesinos desplazados a sangre y fuego por los paramilitares.
Cuando los sobrevivientes llegaban a las cabeceras municipales, en condición cercana a la mendicidad, no les ofrecían ni los 350 mil. Sor Teresa Gómez se quedaba con eso. Lo que les ofrecían eran centavos por sus fincas quemadas a las que no podían volver. Los arriaban para subirlos en camiones de estacas para llevarlos a firmar escrituras.
Agradezcan que están vivos, les decían.
En otros casos no se tomaban siquiera la molestia de acarrearlos a la notaría. Legalizaban poderes de los despojados ante notarios amigos del Fondo.
El nombre de uno de esos “guardianes de la fe pública” es Miguel Francisco Puche Yáñez, titular de la notaría tercera de Montería quien --aunque parezca increíble— hoy sigue siendo notario en Córdoba. Ante la justicia el notario Puche contó que había registrado más de 50 escrituras de la operación masiva de despojo.
Un documento judicial señala: “MIGUEL FRANCISCO PUCHE, Notario 3º de Montería, quien autentica los poderes otorgados bajo presión por los campesinos de Tulapas, algunos de ellos sin firmas y en ausencia de otros elementos de validez. Posteriormente el funcionario levanta escrituras de los negocios jurídicos”.
Y así las viudas, los huérfanos, los legítimos dueños de la tierra quedaban en la indigencia; mientras subía la tasa de retorno del genial banquero Luis Gonzalo Gallo Restrepo.
Él se sometió a la JEP cuando ya iba a empezar su juicio en la justicia ordinaria. La semana entrante tendrá que declarar sobre su papel en estos crímenes. Hasta ahora ha sostenido que él solo estaba haciendo era un negocio.