La Bolsa de Valores de Colombia tomará decisión que podría desatar la guerra entre el GEA y los Gilinski
Daniel Coronell da detalles de una comunicación que llegó a la Bolsa de Valores de Colombia y que podría desatar una posible guerra.
La Bolsa de Valores de Colombia tomará decisión que podría desatar la guerra entre el GEA y los Gilinski
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23 de diciembre de 2012 Bolsa de Valores de Colombia (BVC). Colprensa/Archivo
Cuando todo el mundo daba por un hecho cumplido y resuelto el ingreso de los Gilinski a Sura con una participación del 25.4 por ciento, hay una información que prueba que el Grupo Empresarial Antioqueño no se ha resignado.
En las úlitmas horas llegó a la Bolsa de Valores de Colombia una comunicación enviada por Sura donde le pide al organismo administrador del mercado que tenga en cuenta que hay dos recursos jurídicos pendientes.
La comunicación indica, de manera tácita, que no se puede proceder al proceso de adjudicación de acciones sin que se resuelvan esos recursos.
Explico brevemente por qué esto es relevante y por qué esa carta podría ser el primer sonido de un tambor de guerra entre el GEA y el Grupo Gilinski.
La Bolsa de Valores de Colombia administra los sistemas de registro de las acciones que se transan en el país. Concluida la Oferta Pública de Adquisición (OPA) por la cual dueños de la cuarta parte de Sura decidieron vender su participación a los Gilinski, la Bolsa tiene cinco días comunes para adjudicar esas acciones.
El proceso de adjudicación es puramente notarial. Bueno, casi siempre. La Bolsa tiene que corroborar la existencia de cada de los acuerdos de compra-venta y validar la legitimidad del título que se está transando.
Esa adjudicación es requisito indispensable para proceder al pago que debe efectuarse tres días después.
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Si no existiera oposición, el plazo se cumpliría el próximo lunes 17 de enero y el jueves de la semana entrante, 20 de enero, los vendedores tendrían que recibir 977 millones de dólares pagados en pesos, uno sobre otro, a la tasa de cambio del día de la adjudicación.
Sin embargo Sura está diciendo: un momentico, no se han resuelto dos recursos legales, uno presentado ante la Superintendencia de Industria y Comercio y otro ante la Superintendencia Financiera.
¿De qué se queja Sura?
Ante la Superintendencia de Industria y Comercio reclama porque esa entidad gubernamental le concedió a los Gilinski la reserva sobre la información de la existencia de la OPA en diciembre del año 2020, ojo de 2020, esto se estaba preparando desde el año antepasado.
Y además por acto administrativo la Superindustria admitió -sin objeción ni condicionamiento- la solicitud de los Gilinski para que se integraran el gigantesco Grupo Sura con JGDB Holding SAS, la filial de una empresa panameña de los oferentes constituida en Colombia, con un millón de pesos de capital, por una abogada llamada Manuela Chavarro, quien además resultó miembro de la junta de Publicaciones Semana
La misma abogada que hace unos días fue presentada en las Asambleas de Sura, Nutresa y Argos como pequeña accionista cuando en realidad trabajaba para los enormes compradores. Un episodio que sigue despertando interrogantes.
En fin, Sura interpuso el recurso de reposición ante la Superintendencia de Industria y Comercio porque dice que tenía derecho a conocer el plan de integración ya que es un afectado directo de ese plan. Y el gobierno de Iván Duque, a través de su superintendente Andrés Barreto, decidió facilitar la “operación sorpresa” argumentando razones de orden público económico para guardarle el secreto a los banqueros, dueños de la fiel revista Semana.
Según Sura la reserva, el ocultamiento de la oferta, no solamente desconoció sus derechos, sino que impidió que otros actores del mercado pudieran participar. Así se perdieron potenciales oferentes que podían haber entrado en una OPA amistosa, los vendedores terminaron recibiendo menos de lo que podrían haber ganado y los compradores comprando por un precio mejor del que habrían tenido que pagar si hubiera existido una puja entre varios interesados.
Por eso están pidiendo que se revoque el acto administrativo.
Eso, que ya es gravísimo, es solo la mitad del pleito.
Hay otro recurso de reposición ante la Superintendencia Financiera donde Sura asegura que se violó el Estatuto Financiero. Ellos dicen que, por mandato legal, antes de formular la OPA los compradores necesitaban permiso del Superintendente financiero porque se está transando más del 10 por ciento de la propiedad y el control de varias entidades financieras vigiladas: Empezando por el propio Sura, Seguros Suramericana, Protección S.A., Fiduciaria Sura y la joya de la corona Bancolombia.
La Superfinanciera dice que la autorización puede ser posterior a la operación, pero el recurso insiste en que siempre ese permiso ha sido anterior y cita los casos de venta del Banco Colpatria, Banco Corpabanca, Granbanco, Banco Popular además de mencionar la misma conducta en ventas de compañías de seguros, fiduciarias y comisionistas de bolsa.
Según Sura toda la jurisprudencia se está cambiando para este negocio.
El recurso también dice que la OPA necesitaba permiso de la Superintendencia de Salud porque la compra de acciones cambia el control de más del 10 por ciento de una entidad prestadora de salud: la EPS Suramericana.
Hay más argumentos jurídicos en estos extensos y documentados recursos, pero más allá de eso, lo que está pasando -como les contaba- es que se siente sonar el tambor de una guerra que viene.
El último enfrentamiento jurídico entre los Gilinski y el entonces llamado Sindicato Antioqueño terminó 7 años y varias decenas de millones de dólares después.
La Revista Semana, la de aquella época, aseguró que los Gilinski perdieron al final 21 millones de dólares después de la operación y el largo pleito. Los dos principales ejecutivos de Bancolombia terminaron detenidos domiciliariamente por unos días y empapelados por muchos años. Los efectos de una guerra.
En manos del presidente de la Bolsa de Valores de Colombia, Juan Pablo Córdoba, está ahora este pequeño Pearl Harbor. No quisiera estar en sus zapatos este fin de semana.
Cuentan que uno de sus discípulos le pidió a Sócrates que le ayudara a decidir si se casaba o no. El filósofo lo miró y pronunció una frase que quedó para la historia: “Hagas lo que hagas, te arrepentirás”.