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La historia detrás de la tradicional tienda de Aeromodelismo en la calle 63 de Bogotá

En diálogo con La W, Eduardo Barriga, quien fuera propietario de la tienda de Aeromodelismo, recordó algunas peculiaridades de los modelos de este establecimiento.

Bogotá

En el recorrido que a veces hacemos por la memoria de nuestras ciudades, en W Radio nos detuvimos a recordar varias esquinas vecinas a la calle 63 en Bogotá, a la altura de la carrera 13, en pleno corazón de la localidad de Chapinero. Incluso, subimos hasta la carrera 9° buscando las carteleras del Teatro Imperio.

En esa calle 63, que llegó a tener una pista de hielo, nos detuvimos con los recuerdos de una esquina fantástica en la que mirábamos la posibilidad del sueño de tantos: el de volar. En esa esquina de Britania siempre había que detenerse para preguntar por algún aeromodelo que se podría armar en casa y por la parte más emocionante que venía a continuación, que era volarlo.

Así, el motor, el bálsamo, la batería, los cables y todo lo demás que era necesario para los aeromodelos se podía encontrar en esa esquina de la capital.

En la actualidad, el hombre que logró mantener esos sueños por tantas décadas sigue vigente. Se trata de Eduardo Barriga, conocido como el hombre de esa esquina de los aeromodelos, quien relató en diálogo con Julio Sánchez Cristo para La W algunos detalles sobre la historia de su tienda y del arte del aeromodelismo.

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Así, Barriga contó que la empresa, que se llamaba Aeromodelos y Hobbies, se fundó como un almacén por su padre, en el año 1952, y se encontraba en la calle 23 número 5-14.

“Yo era muy niño (cuando se fundó la tienda) y después de tenerla mi papá un tiempo, la cogió mi hermano. Con la dificultad de las importaciones en época de Rojas Pinilla, y luego cuando subió Alberto Lleras y las prohibieron, a mi hermano se le ocurrió fabricar los aeromodelos de balso para armar”, contó Barriga.

Así, el balso, una madera que se da libremente en nuestro país, se convirtió en una buena alternativa porque es muy abundante y relativamente fácil de procesar. Por ese motivo, ahí empezó la producción.

“El almacén pasó a mis manos y se abrió en Chapinero el 7 de junio de 1965, ese día se vendieron 50 pesos. Estábamos todos felices, aún conservo los libros de contabilidad de esos días”, contó el empresario.

De esta manera, Barriga relata que la producción continuó y el almacén también, vendiendo no solo aeromodelos sino hobbies: modelos plásticos para armar, todos los accesorios, motores, equipos de audiocontrol y herramientas, entre otros.

Sin embargo, los aeromodelos siempre fueron su especialidad: “Toda la vida, mientras tuvimos el almacén, estuvimos concentrados en señarle a la gente a armar correctamente un aeromodelo. Muchos creen que es un “juguetico” y cualquier persona lo compra y lo vuela. No hay tal, es un hobbie educativo que está en el pensum de muchos países como material educativo”.

Es así como Eduardo Barriga cuenta que siempre ha enseñado a armar y volar aeromodelos, pues destaca lo lindo de ese hobbie: “La única diferencia entre el aeromodelismo y un avión grande es simplemente el tamaño. Los principios de la física son iguales”.

Posteriormente, sobre el cierre de la tienda, el empresario contó que, si bien el local cerró en el año 1995, la producción de los modelos de balso ha continuado: “Nos hemos actualizado con maquinaria láser y aviones mas modernos, pero el hobbie es igual. La gente cree que el aeromodelismo es solo control remoto e invertir fortunas, y eso no es así”.

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