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¿Por qué el papa Francisco guarda silencio sobre la represión en Nicaragua?

El periodista y escritor Andrés Oppenheimer afirmó que posiblemente el papa guarda silencio porque guarda la esperanza de ser un mediador entre el Gobierno y los opositores.

En diálogo con La W, el periodista y escritor Andrés Oppenheimer se refirió a la crisis que actualmente vive Nicaragua, la forma en la que se ha recrudecido la situación y el significado que tiene para ellos la palabra “diálogo”.

Andrés Oppenheimer, afirmó, frente a las críticas que existen por el no pronunciamiento del Vaticano frente a las crisis de Nicaragua y Venezuela, que el papa guarda silencio porque aún tiene la esperanza de poder actuar como mediador entre los respectivos gobiernos y sus líneas opositoras.

Para el periodista, en el caso venezolano, “la mediación del papa no ha servido de a mucho y ha sido hasta contraproducente”.

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Según Oppenheimer, “Ortega da dos pasos adelante y uno atrás”, afirmando que es una estrategia para “hacer tiempo” cuando ve la delantera de la oposición, y aprovecha el diálogo para que se diluyan las protestas y la tensión momentánea en su contra.

Para el periodista, el drama de Venezuela le ha quitado protagonismo al de Nicaragua, no obstante, considera que la crisis en Nicaragua es aún peor, en términos de muertos que dejan los hechos de represión a las protestas.

Afirma que, a diferencia de otros países, la oposición en Nicaragua “ya está cansada del diálogo tramposo… toman la palabra con escepticismo”, recordando que tanto en Venezuela como en Nicaragua ya han vivido varios escenarios de mesas de concertación que no terminan de forma exitosa.

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A su vez dice que Ortega busca intermediación de la ONU, porque no le convence el grupo de Lima, “busca intermediadores más afines a su línea”.

“Ortega está cada vez más solo. Se le han separado los comandantes Sandinistas. Se han pasado a la oposición”, afirma el periodista, buscando determinar algunas diferencias con el caso venezolano. Dice a su vez que otra de las diferencias radica en que, “Venezuela sigue siendo petrolero, y Nicaragua es más sensible a las medidas internacionales, a sanciones (…) depende más del Banco Mundial y del FMI y los países del norte de Europa”.

Para Oppenheimer, los empresarios hoy están viviendo las consecuencias de no haber protegido, en su momento, las instituciones. “Ellos lo dejaron hacer, pero ahora lo que hay es una dictadura de hecho”.

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