El heroico relato del expiloto Arturo Merzario de cómo le salvó la vida a Niki Lauda

El 1 de agosto de 1976, se produjo uno de los accidentes más graves que se recuerden de la historia del Gran Premio de Alemania.

A bordo de su Ferrari 312T2 y apenas habiendo recorrido dos vueltas en el circuito de Nürburgring, el piloto austríaco Niki Lauda perdió el control de su vehículo a la altura de la curva del kilómetro 14 y en cuestión de segundos, las llamas devoraron el monoplaza por dentro. La gravedad de las lesiones de Lauda fue tan alta, que hasta recibió la extremaunción en el hospital de Mannheim.

Sin embargo, en un alarde de valentía aún recordado, el piloto Arturo Merzario se jugó la vida al abandonar su propio vehículo para socorrer a Lauda y sacarlo del carro en llamas. Tras pasar cuatro días en coma, el austriaco eventualmente se recuperó de sus quemaduras e incluso consiguió otras dos coronas mundiales (ya tenía una al momento del accidente).

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Este 21 de mayo y a propósito del fallecimiento de Lauda a sus 70 años, Merzario recordó, en diálogo con La W, a su compañero y a aquel accidente que casi le cuesta la vida.

“El accidente de Niki Lauda fue de carrera, producto de la velocidad (…) cosas que suelen ocurrir a quienes compiten en Fórmula 1” precisa el expiloto, quien descarta que el suceso se haya presentado por fallas técnicas, como se ha sugerido en ocasiones. Así, advierte que el accidente hace parte del día a día de los pilotos de carreras.

Merzario también recuerda que, en señal de agradecimiento por salvar su vida, Lauda le regaló un reloj, que le otorgó una fama de tacaño que lo persiguió toda su vida. Al respecto, Merzario relata que aunque todavía tiene dicho reloj, jamás lo ha usado.

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Como consecuencia del accidente, Lauda sufrió graves quemaduras en la cabeza y el cuerpo, además de fracturas e intoxicación por los vapores tóxicos del combustible en llamas. Además, se sometió a cuatro cirugías de trasplante de piel, que fracasaron debido a que su sistema inmune los rechazaba. Por eso, Lauda optó por desistir de las cirugías y comenzó a usar una gorra roja que cubría sus cicatrices, la cual se volvió su marca personal con el paso de los años.