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Alberto Bettiol se consagra en el Tour de Flandes

El italiano Alberto Bettiol, sin una sola victoria profesional hasta hoy, sorprendió a los favoritos y se consagró en el Tour de Flandes, segundo "monumento" de la temporada.

Bettiol atacó en el muro de Kwaremont, penúltima cota de la clásica, y esquivó la persecución del reducido grupo de los grandes, que no se pusieron de acuerdo para reducir al intrépido italiano, cuyo mejor resultado era un segundo puesto en la clásica de Bretaña en 2016.

Hacía doce años que no ganaba un italiano en Flandes (Alessandro Ballan en 2007). El danés Kasper Asgreen y el noruego Alexander Kristoff ocuparon las otras dos plazas del podio.

El campeón del mundo en ejercicio, Alejandro Valverde, era, con sus 38 años, el más veterano del pelotón en su primer Tour de Flandes, la clásica belga de 270 kilómetros, salpicado de tramos de adoquín y 17 cotas entre la plaza mayor de Amberes y Oudenaarde.

La ronda flamenca volvía a tener una inscripción de lujo. Además de Valverde se alineaban, entre otros, el triple campeón del mundo eslovaco Peter Sagan, ganador en 2016; el campeón olímpico belga Greg Van Avermaet, y el francés Julian Alaphilippe, ganador de la Strade Bianche y la Milán San Remo.

Junto a ellos, otros con nombre en Flandes como el defensor del título, el holandés Niki Terpstra, que dijo adiós a todas sus esperanzas al verse involucrado en una caída a falta de 156 km.

También estaban los reyes del ciclocross, el holandés Mathieu Van der Poel, impresionante esta semana en la clásica A Través de Flandes, y el belga Wout Van Aert, triple campeón mundial del ciclismo del barro.

Apenas transcurridos cinco km, cuatro corredores emprendieron la aventura en fuga: el belga Kenneth Van Rooy (Sport Vlaanderen), el canadiense Hugo Houle (Astana), el francés Damien Touze (Cofidis) y el holandés Jesper Asselman (Roompot), que cobraron rápidamente una ventaja de ocho minutos antes de atacar la primera de las tres subidas al Kwaremont, en el km 119.

El pelotón aceleró, redujo a cuatro minutos la diferencia y, una vez que calibró el tiempo que necesitaba para acabar con la fuga, volvió a sestear. La ventaja de la escapada volvió a superar los 6 minutos, a 125 km de la meta.

El Kapelmuur, a 100 km de meta, hizo sonar el cornetín de arrebato en el pelotón, que acabó con la escapada y sufrió un primer corte con el arreón del Deceuninck Quick Step, aunque todos los favoritos respondieron al desafío y formaron un selecto grupo.

La primera selección se había hecho en una zona de transición, con nueve muros por delante, pero los capos reservaron fuerzas para la batalla decisiva y el pelotón volvió a reagruparse a 73 de meta, en las rampas del Kanarieberg, con el esloveno Mohoric destacado.

Valverde perdió un importante apoyo, Nelson Oliveira, cuando el portugués fue expulsado de la carrera a 80 km del final por no respetar las normas de seguridad, según la organización.

El equipo CCC de Van Avermaet tomó el control del pelotón antes del segundo paso por el Kwaremont. Poco después Van der Poel, el nieto de Raymond Poulidor, rompió la llanta en un bordillo y se dio de bruces contra el suelo, pero tuvo fuerzas para volver al grupo.

Sep Vanmarcke y Stijn Vandenbergh atacaron con unos segundos de ventaja el muro de Paterberg. Luego llegaron Asgreen y Van Baarle.

El crudo pavés del Taaienberg, a 38 de meta, registró un nuevo zafarrancho de combate en el grupo principal, pero sin continuidad. En el Kuisberg volvieron a moverse los favoritos. Tampoco pasó nada, a la espera del tercer ascenso al Kwaremont y de la última cota, el breve pero duro Paterberg, de una pendiente media del 12,9.

Veinte corredores quedaban arriba a 20 km de meta, con Asgreen y Van Baarle todavía unos segundos por delante, pero el ataque de Alberto Bettiol en el Kwaremont se los comió. El italiano quedó en cabeza perseguido por un grupo de 16 con Valverde.

Los favoritos se habían quedado sin lugartenientes y se resistían a cerrar la diferencia. Bettiol tenía una corta renta de 15 segundos para negociar los 14 últimos kilómetros pero fue suficiente. No hubo el menor acuerdo entre los "gallos", que se resignaron a batirse por las plazas secundarias del podio.

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